Dos extremos, dos pesadillas
El jugador del Barça le puso en bandeja el 2-1 a Fabián, mientras que el futbolista del Athletic sentenció el encuentro con una definición perfecta.
Después de sufrir en la primera parte, Nico Williams y Lamine Yamal bailaron bajo la lluvia de Colonia después del descanso. Con el partido volcado ya en favor de la Selección, se lo pasaron bien e hicieron disfrutar a la afición, que siente una conexión muy especial con ellos. Los chicos tik-tok hicieron su clásico guiño a los más jóvenes con un baile después del 3-1 del futbolista del Athletic, que es devastador a campo abierto. Nico agarró el balón en su propio campo, condujo sin dudas, se tiró a por su marcador, y definió como los grandes. En el banquillo, a su compañero Vivian se le leyó en los labios un “qué golazo ha metido”. Nico y Lamine ponen en pie campos porque generan muchísimo juego. Entre los dos, fabricaron diez oportunidades (seis el futbolista del Barça; cuatro Nico) y regatearon hasta en trece ocasiones a sus rivales. La afición celebra su aparición porque han añadido un nuevo registro a una Selección que se hizo célebre en sus días de mayor gloria con un fútbol de asociación por dentro. Su juego burlón sugiere la recuperación de los extremos regateadores, una especie en extinción según muchos expertos de la que ahora puede presumir la Selección y que, por la edad de los jugadores, es su futuro. Pero también presente.
Fue, además, una noche muy especial para Nico. En la grada del viejo Müngersdorf estaba su hermano Iñaki. Y también su agente, Félix Tainta. Son días movidos para Nico, recién renovado por el Athletic, pero con una cláusula de rescisión de poco menos de 60 millones de euros que le hace apetecible para todos los grandes tiburones del fútbol europeo. “La camiseta se la he dado a un seguidor del Athletic”, dijo Nico cuando se le preguntó a quién le había regalado la equipación del partido. Un guiño al equipo que le ha criado y que ahora teme que, si continúa acaparando titulares en la prensa, pueda volar. Lamine, mientras, se marchó otra vez sin poder hacer el gol. Estuvo muy cerca, y hasta se pidió una falta que él mismo había fabricado. Se estrelló en la barrera. Luego, tuvo hasta tres oportunidades más en las que se recreó demasiado. Todavía le falta más picardía con la espada, pero sería pedirle la luna. Su fútbol es de otra dimensión. Y los dos quieren más.
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