Una victoria de entrenador
El Leganés aplaude las decisiones de Carlos Martínez durante la victoria a la Ponferradina. Gustó que tomara la iniciativa para hacer un equipo más protagonista que en jornadas previas.
El triunfo del Leganés en Ponferrada (0-1) sirvió para que los pepineros dieran un paso de gigante hacia la salvación y, de paso, mostró algunas de las virtudes que Carlos Martínez, como técnico, podía poner a disposición del equipo para frenar la racha negativa de ocho partidos consecutivos sin ganar. El preparador extremeño supo influir en momentos puntuales para cambiar dinámicas e impulsar al equipo rumbo a la victoria. En el club gustó la gestión que hizo del partido, un factor más que suma para su más que probable continuidad en el banquillo hasta final de temporada.
Decisiones que, además, contrastan con la parálisis que en las últimas jornadas había tomado Imanol Idiakez, enrocado en algunas de sus apuestas habituales, con poca cintura para leer los encuentros o tomar la iniciativa para modificar sus dinámicas. Sin esos prejuicios de jornadas anteriores, con el factor a favor de la motivación que en las plantillas suelen provocar los cambios de técnico, Carlos Martínez sí que se atrevió a dar pasos al frente. Y el equipo lo agradeció.
Un sistema inédito
Modificación que inició de partida con un cambio de sistema, en parte, también motivado por las bajas. El de Llerena salió en El Toralín con un 4-2-3-1 que, en ocasiones, mutaba al 4-1-4-1 y sobre el que el Leganés arrancó el encuentro mucho más seguro que en jornadas anteriores. De hecho, los pepineros tuvieron hasta cuatro ocasiones de peligro en un inicio atípico al visto desde que comenzó la caída libre, cuando lo normal era que el Leganés contemporizara los partidos desde el inicio.
Esta vez quiso ser protagonista, aunque al filo del descanso la Ponferradina rondara el gol. Sucede que con ese empoderamiento inicial, esos minutos de agobio se vivieron con más confianza en la resistencia pepinera. Los gestos de los jugadores eran de ánimo y confianza entre ellos, alejados de la imagen blanda y de cabezas agachadas que dominaba antes al bloque cuando la tormenta arreciaba. No era la primera vez que sucedía. De hecho, durante la remontada del Leganés entre la 9ª y la 22ª jornada, ese potencial de sufrimiento encorajinado fue una de las claves del éxito.
Lejos de experimentos
Carlos Martínez también decidió tirar por la senda del sentido común y apostar por jugadores específicos para cada puesto, aunque no hubieran gozado de confianza durante todo el curso. Sucedió con Josema o Neyou, titulares los dos. El primero acabó desdibujado el primer tiempo, pero rindió a alto nivel en el segundo. El camerunés ejerció con solvencia en la medular y restó gravedad a la baja de Undabarrena.
Una apuesta por la lógica que también se demostró con la entrada de Navarro. El chaval del filial debutó tras la lesión de Narváez. Martínez, en lugar de inventarse soluciones intermedias con tal de dar presencia a jugadores del primer equipo, apostó por lo natural: extremo para suplir a un extremo. Y el chico respondió con una actuación destacada y buenos minutos. Ahí, en los cambios, también se notó la mano del extremeño, que lejos de esperar a que la Ponferradina tomara la iniciativa con los relevos, trató de ser él quien modificara el tempo del partido con sus relevos.