Un proyecto en jaque
El Levante se queda sin ascenso de la forma más cruel, con un penalti en la última acción de la final del playoff que deja en una incógnita los proyectos futuros del club.
La cara más cruel del fútbol. El Levante se quedó a las puertas del ascenso en la última acción del partido, cuando Róber Pier impactó de forma involuntaria el esférico con su brazo izquierdo. Quedaban segundos de encuentro. Era penalti o final, y Hernández Maeso decretó la pena máxima: Villalibre y Femenías se medían desde los once metros. El duelo del ascenso. La moneda salió cruz para los granotas y, sin piedad alguna, el Levante no pudo cumplir el objetivo, situación que pone en jaque los ambiciosos proyectos del club. El futuro es una incógnita.
Con una mínima ayuda por el descenso (el segundo año hay una pequeña cobertura), y con la incertidumbre de lo que ocurrirá con la segunda fase de la reforma del estadio y la nueva Ciudad Deportiva, el Levante vuelve a la casilla de salida para tratar de regresar a la máxima categoría con aún más piedras en el camino y con una entidad que deberá renovarse en gran parte por la nueva tesitura económica. Lo hace, además, tras dos ejercicios financieros nefastos, acumulando más de 40 millones de pérdidas tras la pandemia. El colchón económico, después de once de las últimas trece temporadas en Primera, ha quedado en nada.
A los proyectos de la segunda reforma del estadio, dedicada a trabajar los espacios interiores del recinto y una renovada fachada, y la nueva Ciudad Deportiva, proyectada en la ciudad de Valencia, en el barrio de Nazaret, abandonando el clásico Buñol, hay que tener en cuenta la devolución de la ayuda del pacto con CVC y el préstamo solicitado a Edmond de Rotschild en agosto de 2020 por valor de 60 millones de euros. La amortización estimada por el club era de doce años con la plataforma de fondos de deuda. Hasta 2032, como el contrato de Pepelu.
Ya lo reconoció el presidente, Quico Catalán, en la entrevista concedida a AS el pasado mes de abril: “Hemos arriesgado más de la cuenta por el ascenso”. El Levante hizo un esfuerzo titánico por mantener a todos los niveles una estructura de Primera… en Segunda. Con la ambición, como ocurriera hace seis años, de volver a la élite sin debilitar la estructura creciente del club. Ahora no queda otra que aceptar el golpe y reestructurar la entidad para su nueva realidad, otro año más en la categoría de plata.
“Si nosotros estamos más de un año en Segunda División todo va a tener que adaptarse a las exigencias y a los ingresos de la categoría de plata. Este año se puede mantener, como lo mantuvimos hace seis años, con el anterior descenso. Pero si no subimos, el año siguiente no tienes ayuda al descenso y por tanto tienes que adaptar todo, lo que supone un cambio radical”, explicó para este periódico el máximo mandatario del club.
Muchos de los presentes quedaron anestesiados con el gol de Villalibre. Segundos antes, mientras el colegiado se debatía entre señala el penalti o el final del partido, la vida o la muerte deportivamente hablando, la afición granota se veía en Primera División. Atrás queda una madrugada eterna, horas de insomnio y reflexión. De preguntar el por qué al cielo o al techo de la habitación. Al despertar, el golpe de realidad incluso es peor. Tragrando el veneno de permanecer un año más en el pozo, con todo lo que conlleva. Pero este club, forjado en el yunque de la adversidad, ha afrontado todas las vicisitudes habidas y por haber. Es momento de reflexionar, formar un equipo competitivo y levantarse de cara a la próxima temporada. Volverán tiempos mejores.