Un afortunado en las islas

“Se le dan bien las islas”, recordaba Miguel Ángel Ramírez el sábado. “Si había hecho gol en la isla de enfrente, estaba obligado a hacerlo en esta también”, añadió el técnico que recuperó en el Heliodoro Rodríguez su talismán más preciado desde que llegó a Gijón. Porque Dani Queipo volvió a ser determinante para el Sporting de Ramírez, como lo fue en varias ocasiones anteriores.

Entró en el campo cuando faltaban 20 minutos de partido más el añadido y tardó un cuarto de hora en volver a convertirse en protagonista. Recogió en la frontal del área un envío de Juan Otero que no acertó a controlar Djuka y, con el oficio impropio de su juventud, colocó el balón lejos del alcance de Juan Soriano, en el fondo de la portería, después de utilizar por dos veces el engaño con los rivales que le salían intentando taponar su disparo.

“La quería colocar ahí; si hubiera tirado al otro palo, seguramente habría pegado en alguien, y me salió pegarle ahí”, explicó después. Solo quedaban cinco minutos para cumplirse el tiempo reglamentado y todo apuntaba, precisamente por el autor del gol, a que ese tanto iba a volver a significar tres puntos para su equipo.

Porque los números de Dani Queipo hablan por sí solos. Lleva temporada y media en el primer equipo, con el resultado de cinco goles que han valido 11 puntos para el equipo de Ramírez; porque siempre ha marcado con el técnico canario en el banquillo del Sporting. Es más, fue el autor del tanto del triunfo por la mínima (1-0) en el debut del entrenador en la liga hace justo un año, frente al Zaragoza en El Molinón.

Tributo a Quini

Pero es que después vino el que significó la derrota del Tenerife en El Molinón, también por 1-0 como en su estreno goleador frente a los zaragocistas. Parece claro que al equipo chicharrero le tiene tomada la medida. El tercero llegó también en Canarias, en la isla de enfrente, como decía Ramírez. Queipo rindió tributo a Quini en Las Palmas con una volea que tuvo más, por su acrobacia, de aquella que hizo famoso al mexicano Negrete, después jugador del Sporting, en el Mundial-86 en el Estadio Azteca.

Ese gol en el Estadio de Gran Canaria fue el único que no valió los tres puntos de todos los conseguidos por Dani Queipo hasta ahora. Porque los otros dos ya son de esta temporada en la que honra al Brujo Quini con el 9 a la espalda. El primero de los dos últimos, en esta campaña, fue frente al Burgos en El Molinón donde provocó el delirio entre la afición rojiblanca, porque llegó en el minuto 98 para deshacer un empate con el que todo el mundo contaba. El último fue el pasado sábado, cuando precisamente volvía a jugar después de 54 días en el dique seco.

Porque este pequeño ovetense de 21 años, que no llega por poco al 1,70 de estatura (168 cm) no ha podido alcanzar aún los 300 minutos de juego en el presente curso por culpa de las lesiones, lo que da más mérito aún a su aportación al equipo. Se perdió el inicio de la temporada por una fractura en el brazo, que necesitó operación, durante la gira mexicana y volvió a estar más de un mes parado en el final del pasado año por un dolencia muscular.

Sin embargo, el joven futbolista parece haber superado los contratiempos. “Queipo es un regalo, como lo son todos los chicos de Mareo”, destacó Ramírez tras la victoria en Tenerife. Desde luego, mucho le debe el técnico a este canterano.

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