Un beso de Carnero y el grito inesperado de “Pezzolano, dimisión”
Miles de personas ovacionaron al Real Valladolid en unos festejos con muchos “quédate” y el técnico ‘pidió’ su propia marcha.
Miles de personas agasajaron a la plantilla y al cuerpo técnico del Real Valladolid en su paseo por la ciudad hasta llegar a la Plaza Mayor, un trayecto presidido por un feliz Ronaldo Nazário y que, como es habitual, constó de varias rutas: una, en barco, río arriba por el Pisuerga, para posteriormente recorrer las calles en el autobús turístico hasta alcanzar la plaza principal y ser recibidos en el Ayuntamiento por el alcalde, Jesús Julio Carnero, a quien ataviaron con la camiseta blanquivioleta nada más llegar y antes de ser aplaudidos por los miles de aficionados congregados bajo el balcón de la Casa Consistorial.
Muy feliz, el primer edil recibió el regalo de manos de Ronaldo y entró rápidamente a su despacho a cambiarse de prenda, antes de responder al afecto con un beso en la mejilla de Masip a quien cantó, como el resto de la sala, “Jordi, quédate”. Fue el primer cántico que atronó en el salón de actos de un Ayuntamiento atestado, ávido de acompañar a los hacedores del ascenso en una jornada festiva que, para muchos, se había alargado durante horas, como demostraban las ojeras o las gafas de sol.
El capitán fue uno de los más aclamados, tanto antes de saludar al público como cuando después. Así, sonaron tantos “quédate” que tal pareciera que Quevedo se había subido al escenario montado en la Plaza Mayor, a la postre, inmaculado y sin uso. Se lo pidieron a Masip, a Escudero, a Amath, a Tárrega... A todos menos al entrenador, que se adelantó a los gritos siendo primero en proferir el “Pezzolano, dimisión”, viral durante la temporada y en los festejos de la noche anterior en un conocido bar ubicado junto a la Playa de Las Moreras.
Renovado automáticamente después de conseguir el ascenso, después de un año dificilísimo, como evidenció en la rueda de prensa posterior al ascenso, dijo, más tranquilo, que se siente “muy identificado” con el club y recordó que tiene contrato, “así que para adelante siempre”. Por si fuera poco, volvió a ser respaldado en público por un dirigente, y es que, si la noche anterior fue Matt Fenaert el que le defendió, esta vez fue el mandamás, el mismísimo Ronaldo, que aseveró que, “con el ascenso, ha probado que es uno de los mejores entrenadores y que la apuesta fue buena”.
Entre los menos habladores delante del micro estuvieron los integrantes del clan brasilero -y eso que desprendían flow, cerveza en mano y el ‘hey pai’ de Kennedy prometía, como el gorro de patrón de barco de Oliveira- y el siempre tímido Amath, que repetía “no, no, no” segundos antes de ser anunciado. Entre los más aclamados hubo un ‘guerrero’, Anuar, y un ‘tiburón’, Negredo, que fue uno de los que más fotos se hicieron después (con los más mayores, pero sobre todo con los más pequeños). Terminada la fiesta, saltos con Siloé incluidos, que hicieron bromear a algún miembro del equipo de gobierno con la integridad del balcón, los jugadores y el cuerpo técnico volvieron a enfilar todos el autobús descapotable para, ya por fin, descansar como equipo de Primera División.
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