Óscar Gilsanz llega a destino tras guiar a la generación dorada de Abegondo
El técnico de Betanzos dirigirá al Deportivo en el fútbol profesional como premio a su gran trabajo reciente en las categorías inferiores.
“Cuando uno tiene 51 años, los sueños se controlan”. Esta frase pronunciada por Óscar Gilsanz el pasado jueves en su primera rueda de prensa con el Deportivo podría denotar pocas esperanzas en asumir definitivamente el cargo de entrenador blanquiazul. Nada más lejos de la realidad. Porque a lo que probablemente se refería el técnico de Betanzos es que en el fútbol las oportunidades no llegan imaginándolas, sino con trabajo.
Es el único camino que conoce Gilsanz y muchos técnicos de su perfil que no cuentan con el pedigrí de haber sido futbolistas de primer nivel, mérito suficiente para que muchos sean considerados como candidatos. El ya de forma oficial preparador blanquiazul ha tenido que ganarse cada centímetro de recorrido hasta llegar primero a Abegondo y ahora a un Riazor en el que el próximo lunes se sentará por primera vez como técnico del primer equipo.
Después de hacerse un nombre en el fútbol gallego en Preferente y Tercera División, el Deportivo llamó a su puerta para ofrecerle un puesto más enfocado a la formación. La experiencia inicial fue en el Laracha vía convenio, después en el Juvenil de División de Honor. Fue ahí donde Gilsanz empezó un papel fundamental como guía para la que se acabaría convirtiendo en la generación dorada de Abegondo.
Una de las frases que más repite es que no entiende la formación sin la competición. Que no tiene sentido separar la enseñanza de la exigencia por los resultados. Con el Juvenil ganó la liga y la Copa de Campeones tumbando a Real Madrid y Barcelona en la Final Four. Y quizá lo más importante, implantó una cultura ganadora que no sólo acabó llevando al Fabril en su promoción, sino que sentó las bases de las hazañas en la Youth League, la Copa del Rey y, de nuevo, División de Honor con el título de la pasada temporada ya de la mano de Manuel Pablo.
El ascenso con el Fabril, el gran salto de Gilsanz
Después del éxito con el Juvenil, Óscar Gilsanz asumió el banquillo del Fabril tras la repentina salida de Valerón. Acompañando a muchas de las perlas blanquiazules hasta su último paso antes del profesionalismo, el primer año disputó la fase de ascenso a Segunda Federación. Al año siguiente tomó la vía rápida: campeón de la Tercera RFEF gallega y un ascenso que supuso el gran salto para un técnico que hasta entonces compaginaba su labor en los banquillos con la empresa familiar de autobuses en Betanzos.
Yeremay, Mella, Barcia, Rubén López, Diego Gómez, Iano... son sólo algunos de los nombres que han estado a sus órdenes en el último lustro antes de llegar al primer equipo. Apoyado en alguno de ellos logró una más que meritoria permanencia en Segunda RFEF tras una temporada llena de contratiempos y en la presente iba por el mismo camino a pesar de la revolución del verano, complementada con talentos que siguen llegando (no pierdan de vista a Guerrero, Pablo García o Noé). Ahora deja el filial en manos de Manuel Pablo para hacer frente al mayor reto de su carrera en el equipo de su vida.
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