Neyou: “Espero subir a Primera, de todo corazón, sobre todo por nuestra gente”
El pivote del Leganés promete teñirse las rastas de azul si asciende. Tras su personalidad divertida, un perfil serio y responsable que le hace ser uno de los líderes del líder.
Yvan Neyou (Duala, Camerún, 27 años) es el pulmón del líder. Regresó a Leganés en el verano de 2023 después de apenas jugar la temporada pasada bajo la batuta de Imanol Idiakez. Arriesgó. Ganó. Porque ahora es un fijo en la pizarra de Borja Jiménez. Eso y algo más. Un tipo de carácter especial que con su personalidad abierta se ha ganado al vestuario, el club y la afición. Además rinde. Triplete al sur de la capital.
Pero tras su apariencia de tipo comprometido y simpático se esconde la historia de un futbolista que ha sufrido para serlo. En las inferiores de los equipos franceses en los que jugó emigrado de su país, su tamaño (apenas medía 1,55 cuando comenzó a ejercer) le dificultaba destacar así que tuvo que desarrollar “otras virtudes”. La resiliencia es una de ellas. “En Braga apenas jugaba. Sufrí mucho. Con mi familia lejos, sin entender el idioma, me dedicaba a jugar al baloncesto para liberarme”, cuenta.
Es un fanático de la NFL, la NBA y todo lo que huela a América despierte el interés de una mente abierta y con los pies en el suelo. Ya ha invertido en un bar, una peluquería y una app para lavar coches. “Es más fácil meterme ahora en el mundo de los negocios y así aprender que si lo hiciera de nuevas con 45 años. Sé que el fútbol no es para siempre”, dice con el sentido común que caracteriza a este líder de vestuarios, pese a que él no se vea así.
Dicen que está usted un poco loco…
(Risas) Con mi famila, mis compañeros, me gusta hacer bromas, estar todo el rato de risas. Sí… un poco loco estoy.
¿Cómo es Neyou en la intimidad?
Más serio, desde luego. Depende también del momento y de la situación. Relajado, con mi gente, tengo una versión. Pero cuando hago cosas importantes para mi vida, soy muy formal. Muy serio.
Dicen sus compañeros que tiene madera de líder…
Pues yo no me veo así. Para mí, no me considero un líder. Soy un tipo normal. Nada más. Actúo como tengo que actuar. No intento ser un líder. Sólo hago lo que creo que está bien en cada momento. Ayudo a los demás porque me gusta que me ayuden. Pero yo no me veo como un líder… no.
Pues su discurso viral al vestuario tras la roja contra el Amorebieta no dice lo mismo…
Fue algo natural. Yo dejé al equipo con diez. Y me sentía fatal, con mucha pena. No sabes lo que se sufre en el día a día para hacer buenos partidos y de repente… una roja. En ese momento pensé ‘Joder… que acabas de dejar a tus compañeros con diez. ¿Cómo lo van a hacer ahora? Será más complicado ganar’. Así que después del partido, viendo que habíamos ganado, tenía tanto orgullo por mis compañeros dentro que no me pude resistir y tuve que decírselo.
Salió muy bien…
Pues nunca había hablado antes en el vestuario… Nunca he pedido que nadie me escuchara. Pero ese día lo necesitaba. Necesitaba decirles que estaba orgulloso.
¿Tiene muchos líderes este Leganés?
Sí… Hay muchos líderes. Están los líderes que vemos todos y los que no se ven. Los capitanes son increíbles. Sergio González es un gran capitán. Es un líder de otra forma. Diferente, pero un líder natural. A su manera. Porque él no habla mucho, pero cuando habla es para decir algo importante. Y trabaja mucho en la relación con míster, con jugadores… También Jorge Sáenz y Miramón apoyan mucho al resto.
Sorprende que en este equipo, los que no juegan, sonríen…
¡Eso nos da la vida! No es fácil no jugar. Ver a los compañeros todos los findes tener protagonismo y, sin embargo, ser feliz. Mostrarte feliz. Eso nos ayuda mucho. Esta gente, nadie hace trampa, aprietan. Tienen un comportamiento extraordinario.
“¡La actitud de los compañeros que no juegan nos da la vida! No es fácil no jugar. Ver a los compañeros todos los findes tener protagonismo y, sin embargo, ser feliz. Mostrarte feliz. Eso nos ayuda mucho.”
Usted sí que lo juega todo… ¿es intocable en este Leganés?
No… no, no, no… Mira, el último partido lo empecé en el banquillo porque el equipo había ganado 4-0 al Mirandés. Habían hecho un gran partido. El míster decidió repetir. No, no soy intocable.
¿Qué tal con Borja Jiménez?
Somos muy cercanos. Con él y con el cuerpo técnico. No hablo con el entrenador todos los días, claro. ¿Quién soy yo para hablar con él a diario? Pero cuando nos hablamos, nos entendemos. Quizá hablo más con Alex, que es su segundo entrenador. Me llevo genial con él. Esta temporada me ha ayudado mucho él y el míster a mi evolución.
¿Qué pasó el año pasado? Apenas jugó…
No te lo puedo decir… No sé… puede ser que al míster anterior [Imanol Idiakez] no le gustase mi forma de jugar. Puede pasar. En mi vida, en mi futuro, me puede pasar. Que haya entrenadores a los que les gustas más que a otros… Es así. No pasa nada.
Y aún así, volvió al Leganés…
Pues sí…
Dicen que lo hizo porque el director deportivo, Txema Indias, fue muy pesado…
(Risas) Txema, sí, es muy pesado… pero muy buena persona. Es una persona que te dice siempre la verdad. Él nunca te miente. Y en el fútbol, eso es infrecuente. Se suele mentir bastante. Pero él te dice las cosas a la cara. No busca atajos o te cuenta otras cosas. No. Te lo dice las cosas como son.
¿Qué le dijo?
Me dijo que me quería. El club me quería. Que no es sólo Txema. Y me lo demostraron. Porque todos me llamaron para convencerme. David Monjo, el delegado. Me llamaron Miramón, Nyom… Uxue la jefa de prensa llegó a hablar conmigo. Me sentía muy querido.
Porque la afición lo quería…
Yo no soy mucho de mirar Twitter y esas cosas. Pero un día me llamó Cissé y me dijo: “Mira Yvan, la gente escribe que está loca por que vuelvas. La afición te quiere”. Me sorprendió mucho. Porque apenas había jugado la temporada anterior. Fue muy bonito. Me gustó. Por eso dije que sí, que seguía. Quería demostrar que podría hacerlo mejor.
“Me cambié el dorsal del 16 al 17 para demostrar que, siendo el mismo Yvan, quería dar un paso adelante. Mejorar”
¿Por qué cambió del 16 el año pasado, al 17?
Era mi manera de demostrar que ya no es lo mismo que el año pasado. Volvía al Leganés, siendo el mismo Yvan… pero siendo otro Yvan. Quería simbolizar que con un número más, daba un paso más hacia adelante. No quería quedarme con el 16, me parecía como decir que me conformaba. Que me quedaba igual. Olvido lo del año pasado y creamos una nueva historia.
Txema termina contrato, ¿le dolería que no siguiera?
El fútbol es así. Los contratos acaban, claro. Pero por la relación que yo tengo con Txema, claro que me dolería. Es normal. Cuando te sientes bien con la gente, hablas bien, esa gente que te da confianza… me dolería que se fuera. Me daría pena. 100%.
¿En qué categoría se ve Neyou la temporada que viene? ¿En Primera o en Segunda?
Yo soy jugador del Leganés y espero de todo mi corazón, con todas mis ganas, que subamos. Estaría muy contento. Si subimos, estaría feliz de seguir en el Leganés.
Sería un ascenso épico…
Porque sería un trabajo muy difícil. Estar ahí arriba tanto tiempo. Conseguir un sueño, no solo para mí, que lo es, sino para todos los aficionados, para la gente que trabaja tan duro. Es que ese esfuerzo merece ser de Primera División. Y que reciban el premio de jugar contra el Real Madrid, contra el FC Barcelona, contra el Atlético… Nos lo merecemos. Sería para nosotros muy importante, pero pensamos mucho en la gente, en lo que supondría para ellos.
¿Cómo empezó a jugar al fútbol?
Yo nunca había estado en un equipo de fútbol. Mi madre, cuando era pequeño, no quería que jugara…
Como todas las madres…
Sí, como todas las madres (risas) Pero yo tenía un vecino con el que jugaba. Su madre sí que lo inscribió en un equipo de fútbol. Iba a entrenar los miércoles. Y ese día, yo me quedaba solo. Sin nadie con quien jugar. Así que, después de unos meses así, mi madre decidió que mejor que quedarme solo en el barrio, era apuntarme al fútbol.
Y así empezó todo…
Eso es. Y vieron en mi un pequeño talento. Así comencé a jugar y crecer en los mejores equipos, primero de París y luego de la región. Entrenaba en Clairfointaine, con los 24 mejores jugadores de mi área… pero no fue sencillo…
¿Por qué?
Porque físicamente yo era poca cosa. Medía apenas 1,55 y parecía endeble. Imagínate. Así que me las tuve que apañar y desarrollar otras habilidades más allá del físico. Mi vida futbolística ha sido tan dura, que es por eso que ahora tengo un carácter así en el campo, que parece que siempre estoy enfadado… pero no es verdad. Es que estoy centrado. Me gusta ser profesional porque me ha costado mucho llegar aquí…
¿Está muy orgulloso de sus raíces camerunesas?
Mucho, muchísimo. Le doy mucha importancia a mi país de origen. Por todo. Mira, mi padre todavía vive ahí. Mi madre vive en Francia de toda la vida, pero siempre que podemos intentamos ir a visitar Camerún. Recuerdo cuando era pequeño a mi abuela hablarme mucho del país. Siempre he tenido relación con Camerún. Estoy muy orgulloso de ser camerunés, porque además, en el fútbol, hemos tenido grandes jugadores. Y eso multiplica ese orgullo.
¿Cómo es eso que usted ha invertido en una peluquería y una aplicación para lavar coches?
(Risas) ¿Pero quién te ha contado eso? Es verdad… es verdad… Desde que empecé a jugar al fútbol, sabía que el fútbol un día se me acabaría. No me gustaría tener que buscarme la vida de primeras después de dejar el fútbol. Así que por eso he empezado negocios ahora que soy joven. Así, si me equivoco, me equivoco con 27 años, que hay margen para solucionarlo. No es igual que equivocarte con 45 años. Invertir en estos negocios, me da experiencia en los negocios. Y he invertido en un bar, en una peluquería, en aplicaciones…
Usted es como Griezmann.
¿Perdón?
A usted también le vuelve loco la NFL
Uf… sí, sí. Mucho. Yo tengo una cultura un poco americana. Escucho mucha música de allí. Veo mucho cine americano. Me encanta también el estilo de la gente, el estilo de vida… Y el show que nos regala la NFL es espectacular.
¿Habla mucho con el presidente, con Jeff Luhnow, de esto?
Claro, claro… estoy intentando hacer mi trabajo bien y luego intento hablar con el presidente, a ver si me da algún contacto para ver algún partido… (risas)
También le gusta el baloncesto e incluso lo usó de terapia en Braga cuando no jugaba…
Pues sí… Aunque ya en Braga tenía 20 años y ya no medía 1,55 (risas) Sí, sí, me gusta la cultura americana incluido el basket. Allí en Braga fue complicado porque era mi experiencia fuera. Además, tenía a mi familia lejos. No jugaba, no entendía el idioma… para quitarme el estrés jugaba con David Carmo, que entonces estaba en el Oporto. También con Gaius Makouta, que ahora está en el Boavista . Los tres íbamos a jugar al basket y me permitía relajarme…
En España, ¿qué hacía para distraer la mente cuando no jugaba?
Fue más sencillo porque vivía con dos amigos en casa. Y cuando volvía del club, un poco enfadado por no jugar, aprovechábamos para distraernos en el jardín, haciendo baloncesto o usar la bici. Nos íbamos a pasear por Madrid, a comer… Madrid es una ciudad buena para vivir.
“Desde que empecé a jugar al fútbol, sabía que el fútbol un día se me acabaría. Así que por eso he empezado negocios ahora que soy joven. Así, si me equivoco, me equivoco con 27 años, que hay margen para solucionarlo”
Ya estarán echando cuentas de cuándo ascenderán…
¡No! Te lo juro que no. Me puedes creer o no… Mira, hoy hablaba con Sergio del tema y hemos dicho: sólo podemos pensar en ganar el sábado, nada más.
¿Promete algo raro si se asciende? Mantovani en 2016 se tiñó el pelo de azul… Y usted tiene negocios en peluquería…
(Risas) Mira, si ascendemos, me pinto la base de las trenzas en azul.
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