Miramón, siete años después
El aragonés marcó su segundo gol como pepinero 2.250 días después de estrenarse el curso del ascenso. La celebración fue incompleta: se retiró mareado por un golpe en la cabeza.
Habían pasado casi siete años. Es mucho tiempo. Por ser exactos, 2.520 días desde que David Timor metió aquel centro pasado, con rosca, rumbo al segundo palo de la meta del Llagostera. Por allí apareció un imberbe extremo derecho para poner el interior de la bota y meterla en la portería. Era el 2-0 en la penúltima jornada de Liga. El primer gol del chico luciendo la blanquiazul. Un chaval que lucía el 8 del Leganés y atendía al nombre de Jorge Miramón, fichaje de la factoría de Asier Garitano reclutado desde el Lleida de Segunda B para suplir a Javi Eraso y convertirse, sin saberlo cuando fue incorporado a filas, en uno de los héroes del ascenso del Leganés a Primera.
El domingo ante el Alavés, Miramón corría por otra causa. Persiguió el pase profundo (magnífico) de Kenneth Omeruo obsesionado con igualar el partido ante el Alavés y amarrar un punto que permitiera a los blanquiazules respirar algo más tranquilos en su anhelo por evitar el fantasma del descenso. El resultado fue el mismo. Gol. Golazo, por ser exactos. Un zambombazo que se coló por el palo corto, en la escuadra local. Un lugar imposible para lograr el tanto. El primero que hacía el aragonés después de su retorno a Butarque. Acción que valió la igualada (1-1), pero acabó sin efecto. Los vitorianos remontaron y acabaron ganando el encuentro (2-1).
Cabezazo KO con Rober
No fue el único golpe que se llevó Miramón en Mendizorroza. Hubo otro (éste literal) que lo apartó del partido. Poco después del zapatazo con el que sorprendió a Sivera, el lateral derecho (con los años ha retrasado su posición) chocó con Rober frente con frente. El autor de los dos goles babazorros dejó KO al pepinero. Aunque inicialmente pudo salir al verde, apenas unos minutos después se echó de nuevo al césped, con mareos y problemas de visión. Tuvo que pedir el cambio y dejar su espacio a Nyom.
A priori, y aunque se le realizarán más pruebas, el susto no debería pasar de ahí como broche amargo a una noche que apuntaba buenas maneras. Porque el gol espoleó al Lega que empezó a percutir por las bandas con más asiduidad. Es el hábitat dónde más le gusta zambullirse a Miramón, reconvertido a lateral en lugar de carrilero con la llegada de Carlos Martínez. Imanol Idiakez confió en él como un fijo, pero siempre en defensas de cinco que le permitía, en ocasiones, atacar casi como un interior.
Quizá al Miramón de hace siete años le habría gustado más ejercer adelantado, pero el actual aprovecha mejor la llegada desde atrás para sorprender, como sucedió en la jugada del 1-1, ésa que le permitió, además, resarcirse de alguna ocasión marrada recientemente. Pese a ser defensa, se ha acostumbrado a pisar área con frecuencia. Ante la Ponferradina marró un remate franco que le cedió Karrikaburu en una posición parecida a la que le permitió marcar el gol ante el Alavés. En El Toralín le salió centrada a las manos de Amir. Ésta vez no perdonó para volver a ver puerta de blanquiazul siete años después, con algo más de barba y ya convertido en referencia del Leganés.