“Maroto, por favor, una foto”
La cantera cobra protagonismo en el inicio de la pretemporada del Real Valladolid y deja varias anécdotas en el retorno al trabajo.
La falta de caras nuevas, más allá de Boyomo y de los cedidos que retornan, ha provocado que el inicio de la pretemporada del Real Valladolid haya estado marcado por la presencia de una decena de jugadores del filial, casi la mitad de los futbolistas que han empezado a entrenar a las órdenes de Pezzolano. Este protagonismo dejó varios detalles en la primera sesión, realizada a puerta abierta, empezando por quién escoltaba al único recién incorporado a la salida al verde: Iván Cédric.
El madrileño, a pesar de su juventud, fue el encargado de hacer de cicerone del recién llegado, con quien comparte orígenes. Español el uno y francés el otro, concretamente de Toulouse, sus raíces provienen de Camerún, nexo de unión entre dos jugadores que son, además, de la misma edad (21 años) y que sueñan con defender los colores de ‘los leones indomables’. No en vano, Boyomo fue convocado meses atrás, aunque no debutó, y Cédric viene de disputar la Copa de África sub’23.
Más unidos todavía que a ellos se vio a Tunde y Frimpong, compañeros en el Promesas y en la Residencia de Jóvenes Jugadores, que llamaron la atención por su parecido ‘look’. El hecho de tener el mismo peinado, unido a su parecido y a que son menos conocidos por aquello de ser del Promesas, llevó a confusiones entre los aficionados. La duda se resuelve, por lo menos por ahora, también con el pelo: Tunde lleva mechas, mientras que Frimpong luce su pelo negro natural.
De los diez canteranos que están a las órdenes de Pezzolano, seis son vallisoletanos: Aceves, Torres, Garri, Maroto, Chuki y Arroyo. El cancerbero, que opta a quedarse en el primer equipo si sale uno de los dos guardametas de los que viene aprendiendo desde hace un año, se reencontró con Juan Carlos Martínez, entrenador de porteros de la cantera y máximo responsable del departamento estos años atrás, mientras Aceves evolucionaba hasta alcanzar su actual nivel.
Al acabar el entrenamiento, la juventud de Iván Garriel, Garri, siguió sorprendiendo. Una de las preguntas de la mañana se la hizo un aficionado, que quería saber si tiene 15 o 16 años. “18″, contestó, lo que no eliminó el cabeceo asintiendo, como diciendo “es un niño”. Hace un tiempo que dejó de serlo, lo que no quita para que pueda recibir cariño como si lo fuera. Así lo entendió Antonio Barea, integrante de la dirección deportiva, que le hizo una carantoña antes de que enfilara vestuarios.
El más rezagado de todos los canteranos a la hora de retirarse a vestuarios fue Maroto, quien, aun así, a pesar de ser reclamado ya, tuvo el detalle de pararse con varios niños que le pidieron fotografiarse con él. Iba a la carrera, pero el “Maroto, una foto”, le hizo pararse. Después de firmar varios autógrafos y de hacerse varios selfies’, ya sí, atendió a la llamada y se marchó, pero, antes, respondió con un “gracias” a cada petición recibida, con la misma humildad con la que ha quemado etapas.