Manolo González contagia su energía en un entreno abierto sin Braithwaite
Unos mil aficionados acudieron a la llamada del Espanyol, con ilusiones renovadas para afrontar las diez jornadas finales. No se ejercitó el ‘pichichi’ pero sí Rubén, Brian y Calero.
Tremendas son las ganas que tiene la afición del Espanyol de volver a ilusionarse, por enésima vez, con un entrenador que siente como ellos y se expresa en su mismo lenguaje. Y con unos jugadores sobre quienes pesa la responsabilidad de un ascenso innegociable. Así se entiende cómo más de un millar de pericos y pericas (1.150 según el Espanyol) acudieron a la llamada de su club, que este miércoles abría las puertas a un entrenamiento por primera vez desde que Manolo González tomó las riendas del banquillo, dos semanas atrás.
Son esas energías renovadas, las mismas que exhibió un muy participativo técnico durante toda la sesión, las que impulsaron a la hinchada presente en la Ciudad Deportiva Dani Jarque a gritar y aplaudir, casi como si de un partido se tratase, tanto los goles en un ejercicio de finalización como las paradas de Joan García y del portero del filial Iker Venteo, presente por las molestias de Fernando Pacheco y de Ángel Fortuño, y también de otros canteranos, como Gastón Valles y Kenneth Soler, debutante este último en Liga el pasado sábado ante el Tenerife.
No pudo ser completa, sin embargo, la satisfacción, ya que no se entrenó con el grupo, en el campo 1 y tras media hora en el gimnasio, un Martin Braithwaite que sufrió un esguince de rodilla en La Romareda el pasado domingo 17 y que quería llegar al Burgos-Espanyol de este Viernes Santo, pero cuyo esguince de rodilla muy probablemente se lo acabe impidiendo. Tampoco se vio sobre el césped a Ian Forns, lastimado el viernes, cuando le esperaba una titularidad contra el Tenerife tan sólo 24 horas después.
Sí se ejercitó en cambio Rubén Sánchez, quien también en Zaragoza padeció una microrrotura fibrilar en un gemelo. También Fernando Calero y Brian Oliván, ausentes la pasada jornada, y un Keidi Bare que el martes ya se había reincorporado a la disciplina blanquiazul tras participar con Albania de la semana de compromisos internacionales. También estaba el director deportivo, Fran Garagarza, pendiente en la zona posterior de la grada principal.
Con estas pilas renovadas, y tras haber debutado con un triunfo ante el Real Zaragoza (0-1) y un empate contra el Tenerife (1-1), afronta el Espanyol de Manolo González el auténtico baile. Las diez jornadas finales de una Segunda División en que parte como segundo, en una zona de ascenso directo que pretende amarrar como sea.
El primer obstáculo será la visita en dos días a un Burgos que aún no ha perdido como local. Después, recibirá en Cornellà-El Prat a Albacete, Andorra, Sporting, Oviedo y Cartagena, y se medirá a domicilio con Leganés, Elche, Valladolid y Amorebieta. Con la esperanza entre el pueblo espanyolista de que todo acabe igual que el entrenamiento abierto de este miércoles: con mutuos aplausos entre la plantilla y la afición, y con un baño de masasa entre fotografías, ‘selfies’ y autógrafos.
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