Los números desnudan el discurso de Mel y el club
El técnico y los dirigentes no paran de insistir en una mejoría que no se traduce en puntos. A cinco puntos de la salvación, el Málaga ha tocado fondo y no queda crédito ni en el banquillo ni en los despachos.
El Málaga sigue en su particular huida hacia adelante, el único camino que es capaz de encontrar ante la falta de decisiones de calado y de soluciones por parte de todos los estamentos del club. La entidad va a la deriva. En todos sus departamentos. La situación es peor que dramática. Los resultados no llegan, la brecha con los puestos de salvación no para de aumentar y el discurso que intentan trasladar desde el vestuario y también en los despachos no se sostiene.
Es cierto que se atisba cierta mejoría en el juego y que al Málaga ya no le pasan por encima sobre el césped. Pero no lo es menos que el equipo no es capaz de ganar partidos y que Pepe Mel lleva un bagaje paupérrimo, 17 puntos de 51, que en la mayoría de banquillos de Primera o Segunda ya habría supuesto su despido. En el fútbol las sensaciones cuentan. Pero en momentos como el actual, se vive de puntos, no de sensaciones. Y en eso el descalabro es estrepitoso.
“Soy tremendamente optimista. Estamos -2 y quedan 21 partidos. Eso está hecho. No se entiende lo que ha ocurrido, hay muy buena materia prima, un gran entrenador y convencido de que salimos pronto de ahí”, aseguraba José María Muñoz, administrador judicial blanquiazul, el pasado 29 de diciembre. Entonces también anunció que estaba casi cerrada la llegada de un director general. Tres semanas después, no hay ni rastro del director general y la desventaja ya es de cinco puntos. La situación, es obvio, no ha mejorado. Todo lo contrario. Y ese optimismo tampoco se sostiene.
Muñoz optó hace mucho tiempo por la inacción como estrategia. No tocar nada y esperar a que todo se enderece solo. Pero lejos de arreglarse, la situación en el Málaga no para de empeorar. Mel (y en estas dos últimas jornadas Nacho) no ha parado de proclamar la mejoría del equipo y excusando los continuos tropiezos en errores puntuales, mala suerte y hasta decisiones arbitrales. Pero la realidad va por un camino muy diferente. Al Málaga le cuesta un mundo hacer goles, solo ha ganado cuatro partidos de 23 y regala muchísimo a los contrarios en cada partido.
Ahora todos en La Rosaleda cruzan los dedos para que los esperanzadores minutos de Lago Junior y Appiah en Ipurua supongan la antesala de un buen rendimiento de ambos fichajes y el equipo encuentre por fin los argumentos que no ha tenido hasta ahora. Demasiado esperar. Al Málaga le falta gol, contundencia, liderazgo sobre el césped y también acertar desde el banquillo. No queda crédito. Para nadie. El margen de error ya está más que agotado y el discurso, tanto en el vestuario como en los despachos, ha quedado por completo al desnudo.