Loiodice hizo los deberes
Antes de ir a Albacete, García Pimienta le pidió a sus futbolistas que chutaran más. Un gol del francés desde fuera del área le dio la victoria a su equipo.
Por composición de plantilla y estilo de jugadores, siempre se le intuyeron a Las Palmas muchas variantes ofensivas. Sin embargo, virtud y penitencia casi que fueran el mismo asunto en el equipo grancanario, a veces en exceso previsible para sus rivales. No es que le falte ese poderío ofensivo (41 goles marcados), pero sí que le falta fabricarse, o al menos intentarlo, esas opciones de gol tantas veces desperdiciadas.
Consciente de ello, García Pimienta le lanzaba una misiva a sus futbolistas el pasado viernes. “Quizás no tengamos tantas ocasiones muy claras, pero sí que llegamos mucho. Tenemos que ser más verticales y tener más instinto asesino”, aseguraba el entrenador de Las Palmas desde la sala de prensa de la Ciudad Deportiva del club. Ni que fueran deberes de cara al partido de Albacete, seguramente cavilando qué tipo de duelo se vería sobre el césped del Carlos Belmonte, en cualquier caso pidiendo más a quienes sabe que pueden darlo, la tarea solicitada fue muy concreta: “Tenemos que mantenernos fieles a nuestra idea pero, a la vez, ser más agresivos cuando llegamos al área rival. Ahí tenemos que ser más efectivos. Chutar en vez de dar un pase, por ejemplo, como aquel gol que generó Sandro contra la Ponferradina”.
Se refería el entrenador de la Unión Deportiva al carácter muchas veces previsible del ataque de su equipo, que tan fácil le hace el trabajo defensivo a muchos de sus rivales. La falta de alternativas, al menos aprovechadas, tiene su fiel reflejo en los goles de cabeza: solo de uno, de Marc Cardona ante el Levante.
Si alguien captó ese mensaje en la caseta fue Enzo Loiodice, uno de los pretorianos indiscutibles de García Pimienta que, sin embargo, empezó desde el banquillo el partido de Albacete. Tan aplicado siempre en sus deberes, en Semana Santa, llegó y besó el santo. Ocurre que saltó al césped en el minuto 72 y, apenas 120 segundos después, recogió un rechace de Bernabé en la frontal del área del Albacete. Tras acomodarse un balón que se dirigía mansamente hacia la media luna de dicho espacio, soltó un latigazo imparable con su pierna izquierda. En lugar de filtrar un pase, pecado en el que tantas veces caen él y todos sus compañeros, chutó sin pensarlo mucho y así le dio la victoria a su equipo con ese definitivo 1-2.
No es esta, en cualquier caso, una de las suertes ofensivas que más domine su equipo. De hecho, de los 41 goles que ha marcado Las Palmas esta temporada, solo cuatro, este último incluido, han llegado desde fuera del área. De los otros tres, dos los ha firmado Pejiño, ante Málaga y Tenerife, y el otro se lo anotó Álvaro Lemos contra el Leganés. Sea como fuere, a la UD le queda mucho trabajo por hacer.