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REAL VALLADOLID - BURGOS

Las cinco claves del rival del Pucela: Burgos

El conjunto blanquinegro no ha sido capaz de puntuar todavía a domicilio, aunque posee elementos para empezar a sacar mejores prestaciones.

Fer Niño y Atienza, en una acción a balón parado del Burgos.
LaLiga

A pesar de haber perdido en los tres partidos que ha disputado fuera de casa, el Burgos empieza a mirar hacia arriba en la clasificación gracias a su fortaleza de El Plantío y a unos conceptos matizados por Jon Pérez Bolo respecto de la idea anterior, dentro de una línea continuista que buscará llevar a término en forma de un resultado positivo por primera vez fuera de casa en el derbi.

Tres derrotas fuera de casa

El cuadro burgalés cuenta sus tres salidas precedentes por derrotas, aunque todas ellas se dieron por la mínima, lo que arroja una cercanía en el resultado que se dio, por momentos, en cuanto a sensaciones. En casa del Levante se vio penalizado por las concesiones de Grego Serra y Córdoba, ante el Real Sporting encajó el 2-1 en el minuto 98 y en el Carlos Belmonte se levantó de un 2-0 y no estuvo muy lejos del empate. Su idea, con todo, será la de acercarse a lo que consigue en casa, donde suma 10 de 12 y donde viene de golear al Elche.

Mayor desenfado

Como anteriormente con Julián Calero, el Burgos basa su juego ofensivo en la verticalidad, aunque con matices. Si con el entrenador madrileño el manejo del bloque bajo era una costumbre y casi un arte, con Bolo la línea defensiva vive unos metros más adelante que con su predecesor, una circunstancia a la que acompaña una presión alta más continuada. Lo que no ha cambiado es la capacidad de los burgaleses para progresar a partir de envíos directos, aunque quizás existan más combinaciones ahora que antes en campo rival.

Ajustes para un mayor equilibrio

El hecho de defender más arriba y de presionar más la salida en campo rival ha provocado que a los blanquinegros les corran más a las espaldas que nunca, ya que la transición defensiva era una de las principales herramientas con las que trabajaba el ‘anterior’ Burgos. Aunque el Albacete tuvo esa capacidad, gracias a su calidad en campo rival, otros rivales han encontrado menos espacios para ese tránsito gracias a la entrada en el once de Atienza, un jugador de puro derroche físico en el centro del campo, especialista defensivo y ganador de duelos.

Caro como fin... y como inicio

Los ocho goles encajados por José Antonio Caro en los siete primeros partidos no son una cifra muy alta, pues nueve equipos han recibido más, pero sí están lejos de los guarismos del año pasado, cuando no alcanzó esos números hasta la decimonovena fecha. Esto viene a ser reflejo de la apuesta más ofensiva actual y de que el guardameta no está tan bien, aunque sigue siendo uno de los principales paradores de la categoría, a lo que se le añade su capacidad con el pie, que demostró habilitando en largo a sus atacantes en la acción del penalti ante el Elche.

Curro Sánchez, el determinante

Curro Sánchez es el jugador franquicia del Burgos, y no solo porque acumule seis goles y sea el máximo goleador de la categoría. El atacante andaluz se encuentra en uno de los mejores estados de forma de su carrera, puesto que es capaz de asumir balón y ser determinante con él. Al margen de sus perforaciones (cuatro han sido de penalti), Curro es un jugador de técnica depurada y de un talento asociativo natural en tres cuartos de campo del que está bebiendo, más que nadie, Fer Niño. No es, sin embargo, el único jugador con gol que tiene Bolo, como puede constatar el Elche, a quien castigaron con cuatro tantos en otras tantas imperfecciones que los burgaleses maximizaron.