La nueva propiedad del Leganés ficha antes y con más firmeza
El Leganés de Blue Crow no escatima esfuerzos para cerrar los fichajes sin especular con el calendario. En otras ventanas se apostaba por una estrategia de desgaste en el tiempo.
El Leganés ha dado un giro notable en la ejecución de su política de fichajes. Modificación que ha puesto en marcha en el actual mercado invernal. Los pepineros ya no son club que abuse del calendario, especule con el tiempo y espere hasta el último suspiro para incorporar caras nuevas, sino que se lanzan a por sus objetivos para firmarlos cuanto antes. Y a ser posible, para fichar a sus prioridades y no terceras o cuartas opciones. Una modificación vinculada al cambio de propiedad y a la adaptación que ha experimentado la entidad desde el verano pasado, cuando sufrió uno de los mercados más convulsos que se le recuerdan.
En la ventana estival de traspasos el Leganés retrasó muchísimo las incorporaciones, todo por un cúmulo de circunstancias en parte ajenas a la voluntad pepinera, en parte motivadas por la ‘novatada’ que pagaron los dueños de Blue Crow Sports en su primera experiencia en LaLiga. Los estadounidenses llegaron con el mercado ya abierto. Aterrizaje forzoso y con turbulencias. En ese periodo el principal problema fue la superación del límite salarial a mitad de mercado, pero también hubo otros, como la salida agitada y desagradable de Javi Hernández o la inadaptación del modelo deportivo exportado desde EEUU a las fórmulas europeas. Especialmente difícil fue el encaje entre la alta injerencia de los gurús del Big Data y la dirección deportiva.
Cambio de rumbo
Así las cosas, el Leganés fichó nombres como Neyou, Durmisi, Undabarrena o Parzyszek en los últimos días de mercado o incluso una vez concluido, como sucedió con este último. Algún refuerzo (delantero centro) se quedó por el camino precisamente por apurar con el calendario. Ahora, sin embargo, es diferente. Los nuevos dueños decidieron modificar su estrategia, suavizar la influencia del Big Data, otorgar más poderes a la dirección deportiva que lidera Txema Indias y abrir el grifo del dinero una vez consolidado un límite salarial distinto al que existía al inicio de la pretemporada.
Con estos mimbres, el Leganés ha tenido tiempo de buscar con calma, planificar estrategia y lanzarse a pleno pulmón de recursos a negociar por objetivos deseados para apuntalar una plantilla que, además, se ha encontrado con una remontada transmutadora a mitad de curso. El cambio ha unido al grupo con el hilo conductor de Imanol Idiakez y sus decisiones.
Casi todo atado a mitad de mercado
Así que la entidad decidió ya hace tiempo que no hacía falta una revolución, sino una pequeña evolución. Es así como se han fichado dos perfiles altos: Jon Karrikaburu y Enric Franquesa. El primero se lo han arrebatado a más de la mitad de equipos de la categoría. En la negociación ha sido clave el hacer de Imanol Idiakez y de Txema Indias, pero también que la propiedad les ha dado todas las herramientas (económicas incluidas) para alcanzar un acuerdo. Con Franquesa el proceso ha sido similar, aunque menos mediático.
Ahora, a 18 de enero el club ya ha cubierto sus necesidades más perentorias, más allá de la búsqueda de un extremo, el otro objetivo que le falta al Leganés de aquí a final de mercado. Nada que ver con las ventanas de temporadas anteriores, cuando el club esperaba hasta los últimos instantes para fichar como parte de la estrategia de desgaste que solían ejercer los Moreno Pavón. La fórmula dio sus resultados en algunas ventanas, pero no funcionó en otras. Ahora el Leganés es diferente. Todo más rápido. Todo más fluido.