Joni cogió su fusil

Joni Montiel estrenó su cuenta goleadora como futbolista del Real Valladolid ante el Andorra, abriendo con un latigazo de falta directa un marcador que luego ayudó a ampliar asistiendo a Juric. El talentoso mediapunta consiguió, de paso, hacer su vigésimo gol como profesional, contando las tres primeras categorías del fútbol español, casi cinco años y medio más tarde de ver puerta por primera vez en Segunda B con el Toledo, con el que perforó la portería en dos ocasiones en seis meses.

Desde entonces (realmente, desde antes, en categorías inferiores), el madrileño se ha mostrado como un jugador con altas capacidades para ver portería con disparos exteriores, puesto que una docena de esos tantos han llegado desde fuera del área, además, con disparos de diverso pelaje. Por ejemplo, durante esa cesión en el conjunto manchego, sacó por primera vez su fusil para marcar un gol de volea, duro y que entró botando, al Coruxo, y otro, a la Ponferradina, desde el pico del área, después de recibir el cuero cerca de la banda.

En su segundo préstamo, en el Fabril, filial del Deportivo, marcó el primero de los tres goles de falta directa que ha hecho en su carrera, sorprendiendo al cancerbero del Unión Adarve al ejecutar por alto y con fuerza un libre directo próximo al saque de esquina. Como blanquiazul, marcó desde lejos tanto por la escuadra como en un disparo más bajo ajustado al palo, además de hacerlo tras deshacerse de su marca después de un recorte dentro de los dominios del portero.

También así sabe hacer gol, finalizando jugadas más próximas aprovechando su técnica, tal y como se vio dos campañas atrás en las filas del Real Oviedo, donde sus tres perforaciones vinieron precedidas de sendas acciones de este tipo. Si esto no es raro, bastante más lo es, debido a su talla, que marque de cabeza, y sin embargo, antes de vestir de carbayón lo hizo, en uno de sus goles como rayista. Mientras tanto, otro, como el que hizo al Pucela como oviedista, lo hizo de derechas, como han llegado hasta tres tantos de la veintena que ha alcanzado en su carrera.

El pasado fue su curso más productivo de cara a puerta, con siete gritos sagrados, en las filas del Levante. Vestido de granota marcó dos penaltis y aprovechó un rechazo propio para anotar un tercero, pero expuso también parte del abanico de recursos que tiene para el disparo: al Racing le hizo uno de esos tres goles de falta, contra el Villarreal B alojó el cuero en la escuadra en un golpeo exterior, otro fue duro y abajo, al Zaragoza lo superó con un disparo centrado...

Como blanquivioleta, con todo, se estrenó en su primera titularidad, que le sirvió para dar también una asistencia y doblegar al Andorra merced a dos ocasiones a pelota parada, una de las artes que domina y de la que intentará valerse para acabar de asentarse como un jugador determinante para la categoría, como lo fue la temporada pasada en el Ciutat de València, una vitola esperada en Zorrilla, estadio que agitó la mano en señal de incredulidad por el golazo marcado.

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