Hugo Vallejo contra un pasado fugaz
El atacante del Huesca se verá las caras con el Real Valladolid por primera vez desde su salida y mientras busca un protagonismo que no tuvo en Zorrilla.
La de Hugo Vallejo con el Real Valladolid es la historia de un casi, de una de esas promesas que no se pueden cumplir por razones, a veces, que no dependen de uno mismo. El hoy jugador del Huesca, que rescindió el pasado verano el vínculo que le unía a la entidad blanquivioleta para recalar en El Alcoraz, sigue buscando el protagonismo que no tuvo en Zorrilla y que no acabó de asentarle en la categoría como jugador diferencial con la Ponferradina. Se le resiste, por el momento, pues no ha disputado un solo partido completo en lo que va de curso.
Quien fuera el primer fichaje de la ‘era Pacheta’, después del anterior descenso, no encontró su momento en Pucela, para empezar, por mor de una lesión de cruzado, que se produjo a mediados de septiembre de 2021, justo cuando el entrenador burgalés empezaba a darle minutos, en los que demostraba la chispa que le precedía y que se esperaba que aportase al ataque. Una acción fortuita en un entrenamiento provocó que estuviera siete meses de baja, de la que volvió para acabar la temporada en dinámica, pero sin volver a tener minutos en partido oficial.
No jugó a su favor el insospechado ascenso a Primera División, dado que la inactividad, la falta de experiencia y la necesidad de encontrar ritmo de competición propiciaron su salida, en calidad de cedido, a la Ponferradina. Y lo cierto es que tampoco allí acabó de encontrarse. Cumplió en lo referente a la continuidad, dado que disputó 29 partidos, que no fueron más por algún que otro problema físico, pero los tres goles que anotó se quedaron un tanto escasos en la pelea por la salvación a la que los bercianos se vieron abocados y que terminó con su descenso a Primera RFEF.
En El Toralín demostró parte de ese fútbol que le había llevado a vestirse de blanquivioleta, aunque no la suficiente como para que, en verano, Paulo Pezzolano confiara en él. Su potencia de desborde salió a relucir a veces, pero no tantas como para reivindicarse y derribar la puerta. Así, en verano no dispuso casi de opciones para convencerlo y pronto fue convertido en descarte, hasta que apareció el Huesca y se hizo con sus servicios, previa rescisión, con el mercado prácticamente a punto de cerrarse.
“Ziganda quiere que sea importante”, afirmó en su presentación, una máxima que, a posteriori, no se cumpliría con el ya exentrenador oscense. Pero a tiempo está. A sus 23 años (cumple 24 el próximo febrero), tiene margen aún para hacerse con un hueco en los planes de Antonio Hidalgo, con quien, como con el anterior técnico, todavía no ha jugado un encuentro completo, quizás penalizado por el dibujo de uno y otro, que han priorizado otras parcelas sobre aquella en la que se desenvuelve el granadino, que tendrá enfrente este viernes a un pasado que se puede considerar fugaz mientras busca un futuro mejor.
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