El Zaragoza se abona al sufrimiento
El equipo aragonés, que lleva cuatro temporadas consecutivas peleando por evitar el descenso, no logra, por segunda vez en estas once campañas en Segunda, certificar su permanencia a dos jornadas del final.
“Estamos en un estado de peligro y de alerta máxima”. Víctor Fernández anticipó en su misión de rescate del Real Zaragoza que el proceso iba a ser largo y muy duro y el tiempo ha convertido en proféticas sus palabras del pasado 12 de marzo. Después de tres temporadas consecutivas certificando la salvación matemática en la antepenúltima jornada, lo que no deja dudas sobre la calamitosa espiral de un club con nueve títulos en sus vitrinas y al que nadie consigue dar solución en la década más negra de su historia, el equipo aragonés llega a los dos últimos partidos del campeonato con tres puntos de ventaja sobre el descenso, pero ya no parece en disposición de ganarle a nadie, mientras los de abajo no arrojan la toalla y se resisten a caer a Primera Federación. Así que puede afirmarse a las claras que el Zaragoza se ha abonado al sufrimiento permanente, con todo el deterioro institucional, social y deportivo que conlleva esta terrible deriva.
“Ya anticipé que iba a ser un auténtico ejercicio de resistencia y supervivencia”, recalcó anoche Víctor Fernández, después de que un gol en el descuento de Sergi Enrich, el primero que consigue con la camiseta del Zaragoza, rescatara un punto y evitara una verdadera tragedia en La Romareda. Y es que la derrota, aunque no definitiva, hubiera supuesto un paso en falso de posibles consecuencias catastróficas.
La victoria en El Alcoraz (1-2) y el empate en Butarque (1-1) frente al líder Leganés parecieron un salto casi definitivo hacia la permanencia, pero las derrotas frente al Burgos (1-3) y el Oviedo (1-0) metieron otra vez al Zaragoza en problemas, unos problemas que crecieron, fundamentalmente, por el triunfo el sábado del Amorebieta en Tenerife. Aun así, y por los empates del Alcorcón frente al Valladolid y del Mirandés contra el Elche, una victoria frente al Racing de Ferrol hubiera dado al equipo aragonés la salvación matemática, pero, pese a ponerse muy pronto por delante en el marcador, hubo que recurrir a un gol providencial en el descuento para salvar un punto.
En sus once temporadas consecutivas en Segunda –quién se hubiera atrevido a pronosticarlo cuando el Real Zaragoza perdió la categoría el 1 de junio de 2013-, hasta en siete de ellas se ha peleado prácticamente hasta el final por evitar el descenso, pero sólo en la campaña 2016-17, también con tres técnicos (Milla, Agné y Láinez), se había tenido que esperar hasta la penúltima jornada para conseguir la salvación matemática. Entonces, un empate a cero con el Girona en Montilivi le sirvió al Zaragoza para asegurar la categoría y el Girona para ascender por primera vez a Primera División. Siete temporadas después, al Real Zaragoza, que debe visitar al Racing de Santander y recibir al Albacete, le faltan todavía dos puntos para lograr su permanencia matemática, así que ni un empate en El Sardinero podría resultar definitivo, salvo que no gane el Alcorcón y no gane el Mirandés o pierda el Amorebieta. También se salvaría perdiendo en Santander, si no ganan el Alcorcón, el Amorebieta y el Mirandés.
Es riesgo es importante, más del que parece, y eso que la llegada de Víctor Fernández al banquillo de La Romareda, más allá de sus números, ha permitido una tregua social que sin el técnico aragonés hubiera sido imposible y de consecuencias fácilmente previsibles.
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