El protagonista de la jornada: Manu Vallejo y su rehabilitación futbolística en Oviedo
El delantero, que quiere volver a ser el del Cádiz, firmó un doblete en la espectacular remontada de los azules ante la Ponferradina
El tanto del 3-2, el que confirmó la una remontada meteórica azul en menos de 20 minutos, fue una perfecta síntesis del futbolista que en su día fichó el Valencia. 6 millones pagó por él. Con la defensa de la Ponfe aturdida bajo el aluvión azul, Manu Vallejo recibió al espacio. Controló y retó a su par, le dribló con un recorte y definió abajo, al rincón, lejos de la estirada del portero berciano. Un golazo que cerró al remontada y que reivindica a un futbolista, Vallejo, al que no le está resultando nada sencillo asentarse en la élite tras aquel inicio espléndido con la camiseta del Cádiz.
La historia personal de Vallejo tiene como epicentro La Venta Espadita, el genuino bar que su familia regenta en Chiclana desde hace muchos años. Uno de los clásicos. Allí es donde Vallejo pasó una parte importante de su infancia, ayudando detrás de la barra cuando la ocasión lo requería.
La pasión por el fútbol nació pronto. El gusanillo estaba en casa. Javier fue delantero del Chiclana, llegó incluso a jugar en Segunda B, con el Marbella. Era delantero, como Manu, con recursos para el gol. Muy listo ante rivales que le ganaban por el físico. Javier lograba escaparse del bar siempre que Manu, como su hermano Álvaro, tenían partido. Manu no tardó en destacar. Por eso le reclutó el Cádiz, cuando tenía 14 años. De ahí al juvenil y, después al filial.
La persona clave para entender la carrera de Vallejo en es Álvaro Cervera. El cántabro fue el que le convirtió en futbolista profesional. Fue en una pretemporada en la que Vallejo partía desde el filial y en la que, ante la falta de refuerzos, la dirección deportiva, Juan Carlos Cordero a la cabeza, optó por tirar de los chicos de abajo hasta que la plantilla estuviera completa. El atacante dio el salto y ya no se movió de allí.
A Cervera le impresionaron sus condiciones al espacio, su capacidad para el gol y, también, su actitud. “Es de los futbolistas que les mandas una cosa y la cumplen. No pregunta, la hace”, explicó cuando el Oviedo estaba en plena negociación para incorporarle.
Se salió en el Cádiz y el Valencia llamó a su puerta. Tuvo buenos momentos con el conjunto che, pero nunca logró la continuidad soñada. En verano, el Girona apostó por él. Pero Míchel no le encontró acomodo en sus planes. Ahí apareció el Oviedo para ofrecerle un camino a la rehabilitación futbolística. La oportunidad de volver a ser quien era.
Cervera intervino en el fichaje de un jugador al que también pretendía el Zaragoza, con Cordero otra vez. Ganó la puja el Oviedo. Por eso, por esa insistencia de Cervera, extrañó tanto que tras un inicio prometedor (anotó en su segundo partido) acabara pasando por el banquillo del equipo carbayón.
El técnico lo explicó desde las razones tácticas, que le obligaron a meter otro medio en la posición de ataque, y a jugar solo con un punta (Bastón). Vallejo siguió trabajando en la sombra, frustrado por no estar disfrutando de los minutos que él esperaba, pero al final ha dado su fruto. Contra la Ponfe firmó su actuación más redonda: Dos goles que le saben a liberación.
Acierto arriba
A pesar de que no ha sido titular indiscutible desde su llegada en enero, el andaluz ya suma cuatro aciertos en su cuenta. Solo Bastón (ocho) y Enrich (seis) han celebrado más que él esta temporada con el Oviedo. Está demostrando que sabe aprovechar los momentos. Le quedan cinco fechas para engordar sus números; después, le toca regresar a Girona, donde tiene contrato en vigor. Su idea no ha cambiado: quiere demostrar que es futbolista de Primera División.