El Málaga sigue hipotecando su futuro
El club ya ha comprometido los banquillos del primer equipo y del filial para la temporada que viene, dos decisiones claves del próximo proyecto, cuando aún no ha elegido a su futuro director deportivo.
El Málaga no para de dar bandazos y palos de ciego a todos los niveles. Sobre el césped y, por supuesto, también en los despachos. Mientras el equipo se desangra jornada a jornada y enfila el camino a Primera RFEF si no protagoniza una recuperación milagrosa en lo que queda de Liga, el administrador judicial, José María Muñoz, mantiene la deriva en su gestión con decisiones que no se sostienen desde ningún punto de vista y que pueden suponer una hipoteca en el futuro a corto plazo de la entidad.
Resultó del todo incomprensible que el contrato de Pellicer tuviese una duración de año y medio sin incluir una cláusula liberatoria en caso de descenso. Pero la calamidad de la gestión que impera en el Málaga y que ha metido de lleno en el barro al club no se detiene. Este martes la entidad hizo oficial la renovación del técnico del filial, Francisco Funes, para la próxima temporada. Otra decisión clave para el proyecto deportivo 2023-24 sin contar con el director deportivo que debe dar forma a dicho proyecto. Otro sinsentido que, en este caso, ha debido contar con el beneplácito del nuevo director general blanquiazul, Kike Pérez, quien ya se ha incorporado a la entidad.
El verdadero papel que va a jugar Pérez es una de las incógnitas a despejar. Está por ver si verdaderamente llega con mando en plaza para liderar la gestión del club o si, por el contrario, va a ejercer más de representante y portavoz de la entidad que de director general. Empezar con una decisión deportiva de cierto calado que no cuenta con la opinión del futuro responsable deportivo porque aún no ha sido incorporado tras la salida de Manolo Gaspar, no se vislumbra como la mejor manera de iniciar una nueva andadura.
Y es que el Málaga ha tenido que afrontar en el último año hasta cuatro finiquitos de entrenadores: los de José Alberto, que tiene un juicio pendiente con el club, Natxo González, Pablo Guede y Pepe Mel. Si el futuro director deportivo decide dar una vuelta de tuerca al proyecto y cambiar el rumbo, tendrá que asumir las hipotecas de los contratos que se va a encontrar y que no han contado con su visto bueno. Una situación que en el caso de los entrenadores del primer y el segundo equipo era perfectamente evitable.