El Espanyol, vicio y virtud
En un aviso a navegantes de lo que es Segunda, y antes de visitar al Levante, desempolvaron los pericos su lastre más frecuente de la pasada temporada y un valor que llevaba 21 años oculto.
Dos jornadas imbatido ante Racing de Santander (2-0) y Mirandés (0-1), como irreconocible, encadenaba el Espanyol hasta que el domingo se reencontró con su afición, a la que no veía en el Stage Front Stadium desde la pasada temporada. Y lo hizo con una victoria que, ya con la vista puesta en la visita del viernes al Levante (21:00), encierra la esencia de la Segunda División pero también tanto los vicios más frecuentes del equipo perico como una de sus virtudes más ocultas.
Dos goles recibió el Espanyol, y encima antes del descanso, por parte del Amorebieta, lo que le retrotrajo a una campaña, la pasada, en que la endeblez defensiva acabó por comportar el descenso. En hasta 23 jornadas de la Liga anterior le metieron dos o más tantos a los blanquiazules, entre ellas las tres últimas: el esperanzador 3-3 contra el Atlético, el dramático 2-2 en Valencia y el desazonador 3-3 frente al Almería para cerrar la temporada.
Un camino que no puede repetirse en Segunda si el objetivo es el ascenso, a poder ser por la vía directa. En su anterior andadura en la categoría de plata, en la 2020-21, sólo en cinco partidos vio el Espanyol cómo le anotaban más de un gol, lo que se solventó con cuatro derrotas, un empate y ninguna victoria.
Y ahí es donde entra la parte del vaso medio lleno. El ‘rara avis’ del Espanyol. Dejando a un lado la Copa del Rey, y un 3-2 en casa ante el Mirandés (entonces, equipo de Segunda B) en la temporada 2011-12, 21 años llevaban los pericos sin remontar un solo partido de Liga en el que se había puesto dos goles por detrás en el marcador. Algunos de los jugadores de la actual plantilla, como Omar El Hilal o Jofre Carreras, eran prácticamente recién nacidos.
La última remontada con un 0-2 (2-0, en aquel caso) adverso se produjo el 27 de octubre de 2002, en La Rosaleda, frente a un Málaga que en los cinco primeros minutos se había avanzado con tantos de Dely Valdés (de penalti) y de Darío Silva, quien volvió a marcar tras el 2-1 de Cyril Domoraud y antes de que el Espanyol despertase con las dianas de Savo Milosevic, Raúl Tamudo (de penalti) y Maxi Rodríguez.
Aquel fue un 3-4 inolvidable que salvó los muebles de un Espanyol a la deriva, que había precipitado la destitución de Juande Ramos tras las cinco primeras jornadas y al que trataba de enderezar Ramon Moya, subiendo desde el banquillo del filial. Aquel equipo se salvó, igual que ahora el de Luis García trata de recuperar la categoría, con remontadas como la del domingo ante el Amorebieta.