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El Ceuta baja a la tierra

Dos derrotas seguidas para nivelar expectativas y recordar la complejidad de la categoría: “Probablemente nos hayamos creído más de lo que somos’, reconoció José Juan Romero.

Una de las acciones finales del partido.
Actualizado a

Había avisado José Juan Romero hace varias semanas, cuando el Ceuta transitaba su mejor momento en lo que va de temporada, cuando las victorias se apilaban y el equipo parecía haber encontrado un refugio estable en la zona templada de la tabla, incluso coqueteando con la aristocracia. Alertó en plena racha de resultados, sin derrotas, cuando la ciudad futbolera ceutí se permitía soñar: “Llegará el frío, llegará la nieve”. Lo dijo entonces el técnico caballa, casi como quien deja una manta preparada en el sillón antes de que bajen las temperaturas. Y acertó. El Leganés se presentó en el Murube como un viento gélido del Norte y dejó “un golpe de realidad”, como insistió el técnico tras el partido, en forma de un 1-2 que obliga a abrigarse.

No es el primer aviso. Antes del aplazamiento ante el Almería, el Ceuta venía de caer en El Arcángel y, antes, de una victoria con exceso de premio en León frente a la Cultural, donde ya asomaron síntomas de debilidad. Se intuía un ligero valle después de un tramo casi perfecto que convirtió 18 puntos en un colchón más que valioso. Ocho partidos sin perder en Liga, una racha tan extraordinaria como difícil de sostener en Segunda, habían elevado la espuma de la ola. El equipo la abrazó con orgullo, la ciudad con ilusión, y era inevitable que, tarde o temprano, la cresta descendiera. Pero el descenso no es caída libre: el Ceuta sigue tres puntos por encima del descenso y a tres del playoff. El frío llega, sí, pero todavía hay chimeneas encendidas.

El Ceuta baja a la tierra
José Juan Romero, a pie de campo.LaLiga

El Leganés, sólido, eficiente y con hechuras de equipo importante, marcó la diferencia en las áreas. Ahí donde al Ceuta le está costando más en las últimas semanas. Marcos Fernández, los extremos y los hombres de segunda línea conviven con una falta de precisión que está condicionando los marcadores. Sin embargo, el equipo sigue generando ocasiones, sigue entrando en zonas de peligro, sigue rozando el gol. Y en fútbol, ese eterno “ya entrarán” suele ser menos una excusa y más una ley de probabilidad que termina asomando.

Romero mantuvo el tono de máxima exigencia tras la derrota. Habló de golpe de realidad, de la necesidad de recordar qué equipo es este Ceuta y de evitar que la euforia distorsione la percepción. El mensaje fue claro y directo. “Probablemente nos hayamos creído más de lo que somos”, decía. Un recordatorio oportuno para una plantilla que ha dejado de ser sorpresa para convertirse en adversario estudiado. El Ceuta ya no vive en el anonimato competitivo; ahora le esperan, lo analizan, lo neutralizan. Y eso exige crecer.

El 0-2 no rompió al equipo. El Ceuta no perdió la cara al partido, incluso sin la fluidez de otras tardes, y encontró el 1-2 en el 93’, cuando Cristián encendió una llama que llegó tarde, encendiendo la mecha en un Alfonso Murube con aficionados desfilando hasta veinte minutos antes. Con un poco más de tiempo, quién sabe.

El Ceuta baja a la tierra
Momento del 1-2.

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Ahora llega el reseteo. Dos derrotas consecutivas, el Murube deja de ser inexpugnable y la categoría recuerda su dureza. Toca recordar quién es el Ceuta y, a la vez, no renunciar al hambre que se ha instalado en el Murube. La corriente positiva no se puede romper. No después de todo lo construido.

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