Del chef Lam a una histórica final: el Espanyol y Chen, unidos por la verbena de San Juan
El 23 de junio de 2015 se sentaron las bases de la venta del club al empresario chino, quien más ausente que nunca se juega nueve años después el destino de una institución centenaria.
Como si de una historia circular se tratara, todo empezó y puede acabar en una verbena de San Juan. En una noche del 23 de junio, mágica en tierras catalanas por las hogueras, los fuegos artificiales, la coca… Y en el caso del Espanyol, también irremediablemente por el fútbol. Este domingo, se puede cerrar o cuando menos escribir un capítulo histórico en una relación que comenzó exactamente nueve años antes de la final por el ascenso frente al Oviedo, para cambiar el destino de una institución fundada en 1900.
Fue una cena en la verbena de San Juan de 2015 cuando se fraguó la venta del Espanyol a Chen Yansheng y el conglomerado chino Rastar Group. Allí conoció al máximo accionista en aquel momento, Dani Sánchez Llibre, con el que entabló una relación más que cordial. En aquella celebración estaban presentes también el expresidente Ramon Condal (dep) y el que fuera jugador y director general perico, Fernando Molinos, junto a sus respectivas parejas.
El papel de Molinos fue determinante en esta operación. Él conocía a Chuen Soun Lam, un reputado ingeniero industrial, chef y empresario hostelero nacido en Cantón –la misma región china que Chen– y afincado en Barcelona desde hace cerca de medio siglo.
A su restaurante Shanghái 1930, muy popular por recrear precisamente los sabores de su zona natal, había acudido en más de una ocasión quien acabaría siendo el propietario de la entidad perica. Y le confesó a Lam que tenía intención de comprar un club. Éste se lo comentó a Molinos, y el exfutbolista a su vez se lo trasladó a Dani: los tres quedaron en el despacho del conservero y telefonearon a Chen.
Apenas tardaron en conocerse, durante aquel 23 de junio de 2015 que aceleró un proceso a partir de ese momento ya irreversible: tres semanas después se reunían de nuevo en Barcelona, acordaban el importe por el que el empresario asiático compraría las acciones (78 euros cada una) e iniciaban la burocracia, con la aparición a la postre polémica del bufete de abogados Rousaud Costas Duran (RCD), en el que trabajaba Mao Ye Wu, actual CEO del Espanyol, y con la colaboración desde dentro del club de Ramon Robert, en aquellos momentos ‘controller’ de la entidad bajo la presidencia de Joan Collet.
No en vano, el propio Robert protagonizaría otra verbena de San Juan que en parte también acabaría decantando el futuro del Espanyol, ya que de esa nueva velada surgirían compromisos que hipotecarían el apartado financiero.
Ya como consejero delegado, Robert viajó el 23 de junio de 2016 a Londres para cenar con Quique Sánchez Flores, que acababa de ser designado entrenador del Espanyol, y con el que se comprometió a doblar la masa salarial de la plantilla la temporada siguiente y acometer fichajes por valor de 30 millones de euros. Al final fueron aproximadamente la mitad, porque contaba el ejecutivo con traspasar a Felipe Caicedo por una cifra fuera de mercado, pero marcó la línea de gasto de los cursos posteriores.
Ahora, un 23 de junio pero de 2024, Chen no está ni se le espera –vendió su inmueble en Pedralbes y no pisa Barcelona desde principios de septiembre de 2022, cuando el Espanyol recibió por última vez al Real Madrid de Florentino Pérez en Cornellà-El Prat– y su equipo necesita una victoria para regresar a Primera y no enlazar, por primera vez en su historia, dos temporadas en Segunda. Y acaso para encaminar una nueva venta que, tarde o temprano, se antoja irreversible.
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