“Cuanto más te fijas en las críticas externas, más les das de comer”
Por si el descenso fuera poco, compaginó Óscar Gil su indiscutible titularidad en el Espanyol con críticas continuas. Incluso con la burla de Jordi Alba. Pero pasa página. Y se sienta con AS.
“El Espanyol no puede estar en Segunda”, sentencia Óscar Gil (26-04-1998). Un lateral diestro que puede parecer todo contradicción. Medallista olímpico, internacional absoluto con España, aunque fuera circunstancialmente, y titular indiscutible con el Espanyol. Pero también el blanco de las críticas de una parte de la afición perica en la temporada del descenso, que ahora tratan de remendar él y todo el equipo. Entre ellos, Sergi Darder, al que ve como “el primero” en todo.
“Cuanto más te fijas en las críticas externas, más les das de comer”, analiza en su conversación con AS el lateral diestro, que habla sin tapujos de la asistencia psicológica al futbolista profesional, “necesaria para el desahogo”, que recuerda cómo tras la dolorosa derrota en Vila-Real “salió la frustración que tenía guardada todo el año” y que explica cómo Jordi Alba le escribió para pedirle disculpas tras el lamentable episodio del pasado derbi ante el Barcelona. Y que confía ciegamente en Luis García: “Sé que este cuerpo técnico me va a sacar mucho partido”.
Lo primero de todo, los ánimos. ¿Cómo se vuelve al trabajo motivado sabiendo que se está en el barro?
Todos hemos regresado con energías renovadas. Era obligatorio. El descenso fue un palo muy duro que nadie esperaba, pero ahora toca afrontarlo como la realidad que es. Las vacaciones te sirven para dejar un poco atrás el pasado y para centrarte en este año en el que debemos devolver al Espanyol donde debe estar, que es obviamente en Primera.
¿Se logra limpiar la mente de verdad en cuatro semanas?
Es complicado, desde luego, pero forma parte de nuestra profesión. Entra por desgracia dentro de lo que es el fútbol. Estamos preparados y hemos vuelto más fuertes para un año muy duro y largo.
El contraste, echando la vista atrás, entre un medallista olímpico y un internacional absoluto, y el descenso de nuevo a los infiernos. ¿Se está preparado para algo así?
Cuando echas la vista atrás, está todo eso pero igualmente importante es saber de dónde vienes. Yo he jugado en Tercera, en Segunda, y tampoco hay que menospreciarlo. Creo que a ninguno en este vestuario nos gusta jugar en una categoría que no sea Primera, pero debemos aceptar la realidad. Todos tenemos experiencia para afrontar la temporada y regresar cuanto antes, porque el Espanyol no puede estar en Segunda.
“El Espanyol no puede estar en Segunda”
¿Ha llegado a tener dudas sobre si quedarse?
Hágame caso que no da tiempo ni de pensarlo. Cuando me fui de vacaciones, con toda la frustración en la cabeza, sólo quería desconectar, estar con la familia y recargar pilas. Y cuando se acercaba la vuelta, ya me centré en volver bien, fuerte. En el fútbol no sabes dónde puedes acabar, lo que puede pasar en agosto, pero la cabeza está aquí y remaremos todos juntos, porque nos va a hacer falta.
Lo decía porque, además, entra en su último año de contrato.
No he tocado el tema de la renovación, y tampoco creo conveniente darle vueltas, generarme ansiedades sobre qué va a pasar. No estaría en lo correcto. Yo trabajo día a día porque nunca sabes qué va a suceder. Sería un error por mi parte dejar de hacer las cosas que estoy haciendo por pensar que voy a jugar más o menos al quedarme un año de contrato.
“No creo conveniente darle vueltas, generarme ansiedades sobre qué va a pasar”
No sé si la derrota en el Villarreal-Espanyol de abril, en que usted rompe primero a llorar y después intercambia impresiones con algún aficionado, fue uno de sus días más difíciles como futbolista.
Ese fue uno de los partidos que más rabia me dio perder, por el trabajo del equipo. Salió al final la frustración que tenía guardada de todo el año. Porque veníamos haciendo cosas bien, nos vimos muy cerca y nos remontaron. No es que lo viera todo perdido, sino el horror de que no nos salían las cosas. La rabia acumulada. Después, me equivoqué, iba cruzado desde que terminó el partido y exploté. Pero luego, de vuelta en el autobús durante tres horas, me arrepentí totalmente.
“En Vila-Real salió la frustración que tenía guardada todo el año” (...) “Luego exploté y me arrepentí totalmente”
Hablando de arrepentimiento, ¿cómo le sentaron las burlas de Jordi Alba, Ferran Torres y Eric García desde el banquillo del Barcelona la noche del derbi?
Lo primero es que, siendo un año difícil, me propuse mirar poco las redes sociales. Así que no me enteré de nada. En el campo por supuesto que ni los escuché. Y al cabo de un par de días me escribió Jordi Alba para pedirme disculpas por unas imágenes que habían salido. Pero no le di importancia. Si nos grabaran a todos continuamente en el banquillo, con la tensión de los partidos… Sí hubo un vacile pero no quise entrar, estaba demasiado centrado en la dinámica del equipo como para pensar en esas cosas.
Mencionaba antes la palabra ansiedad. ¿Ha recurrido, a raíz de tantas emociones vividas, a asistencia psicológica?
Llevo tiempo recurriendo a ella, desde que estoy en el fútbol profesional. Creo que es necesaria, sobre todo para el desahogo. Los deportistas estamos expuestos y debemos gestionar los elogios, ponerte un colchón si va todo bien, y también no creerte el peor cuando todo va mal. En temporadas como la pasada, va muy bien tener el apoyo de un profesional. La mayoría del equipo lo tiene.
“Jordi Alba me escribió para pedirme disculpas, pero yo no le di importancia”
En ese sentido, ¿hasta qué punto le ayudaron a seguir adelante las palabras alentadoras de Luis García, que lo definió como “máquina mental” y “ejemplo a seguir”?
Lógicamente fue un apoyo para seguir trabajando, confiando en lo que estás haciendo y mejorando, que era la idea. Siempre te intentas apoyar en gente cercana, como el míster, el cuerpo técnico, gente del club con la que me gusta hablar mucho. Esas son las opiniones que debo valorar, tanto si son positivas para reforzar como si te dicen que no les gusta lo que estás haciendo. Ellos son los que saben, no hay que dejarse guiar por gente externa.
¿Se siente a veces el chivo expiatorio, el objetivo de todas las críticas?
Cuanto más te fijas en esa gente, en esas críticas externas, más les das de comer. Hoy en día es muy fácil decir cosas, y está claro que a todos nos afectan los comentarios negativos, seas futbolista o no, pero al final aprendes a darle valor a lo que realmente debe ser importarte. Más que para comerme la cabeza, esas opiniones deben servirme para trabajar en que sean positivas.
Desde esa experiencia que atesora en Segunda, ¿cómo se prepara para la categoría a alguien que no la haya jugado nunca?
Uno se prepara con el paso del tiempo y con la ayuda de los compañeros. Recuerdo mi primer año en el Elche, en que pasé de Tercera a Segunda, y no me paraba a pensar qué tocaba hacer. Te sale solo, es algo natural. Los veteranos sí tienen ese papel de consejeros, yo lo recibí y ahora le doy mucho más valor de cómo me sirvió para adaptarme a Segunda.
No sé si veteranía, pero sí capitanía. Darder. ¿Cómo lo está viendo en el vestuario, ahora que su futuro está en el aire?
Yo lo veo muy bien. Es un tío que siempre va de frente, lo ves alegre, el primero en cuanto a entrenamiento, trabajo, el primero que mete caña, que quiere intensidad, ritmo… Él está tranquilo, centrado en estar aquí, y el día de mañana no se sabe. Es un jugador con una calidad inmensa, y todos lógicamente estamos deseando que se quede.
“Darder es el primero en cuanto a entrenamiento, trabajo, el primero que mete caña, que quiere intensidad, ritmo…”
¿Ha podido charlar ya personalmente con Fran Garagarza, el nuevo director deportivo?
Sí, hablamos a principios de semana, y muy bien. Era una toma de contacto para saber cómo venía de ánimos después del año pasado. Le interesaba cómo estábamos los jugadores a nivel mental.
A nivel mental, precisamente, ¿va a ser más difícil esta andadura en Segunda que la anterior porque ahora sí habrá público y el Espanyol será el rival a batir?
Debemos darle la vuelta, y aprovecharnos en casa. La afición no falló ni un partido la temporada pasada y eso que no les devolvimos lo que se merecían, fue para quitarse el sombrero el ambiente, los recibimientos... Esta temporada debemos convertir nuestro estadio en una olla a presión. Y luego, fuera, a mí personalmente me gusta cuando tienes un ambiente hostil, escuchas a la gente apretando. Me entra una motivación extra.
¿Le motiva también o le apena tener que enfrentarse a su Elche?
Me apena. Mi única ambición en Primera era que nos salváramos los dos. Le tengo un cariño especial, soy de allí, es el equipo en el que me crié. Cada vez que vuelvo es especial porque tengo amigos, va la familia, y es un campo al que iba desde pequeño. Ahora lo que deseo es que volvamos ambos a Primera.
¿Qué se hizo tan mal para que el Espanyol acabara bajando?
Fue un cúmulo de cosas. El equipo, que había vuelto muy bien del Mundial, entró en una dinámica muy mala en el siguiente tramo, con seis o siete derrotas. Desperdiciamos muchos partidos en casa, y eso nos marcó; teniendo el campo que tenemos, no deberíamos haber dejado escapar tantos puntos crueles. O nos empataban al final o nada más empezar nos marcaban un gol y había que tirar el carro. Dejar la portería a cero es algo a reforzar este año. Debemos llevar el peso de los partidos.
“Desperdiciamos muchos partidos en casa, y eso nos marcó”
Habla de no recibir goles, pero ahora mismo la defensa es la misma que bajó. ¿Cómo se revierte esa tendencia?
También éramos prácticamente los mismos el año de Vicente (Moreno). Cuando entras en una mala dinámica, sin quererlo la cabeza te flagela. Nosotros encajábamos, entonces parecía que recibíamos un chispazo, remontábamos pero no sabíamos aguantarlo. Un poco por la cabeza. Esa tensión por victorias que eran necesarias. No fue cuestión de jugadores. Con Luis (García) estamos trabajando a nivel defensivo para ser nosotros quienes tiremos del partido.
¿En qué ha mejorado futbolísticamente desde que llegó al Espanyol, hace ahora tres años?
He ganado experiencia, he aprendido a adaptarme a cada momento del partido. Voy creciendo, pero con la espinita del último año: no me encontré en el punto que me hubiera gustado. También voy siendo más pícaro. Cuando entrenas con la gente veterana, aprendes, si en un partidillo te dicen que pierdas tiempo, te tires, que chilles. Son esas cositas. Tengo mucho margen de mejora y muchas ganas de hacerlo. Sé que este cuerpo técnico me va a sacar mucho partido.
“Sé que este cuerpo técnico me va a sacar mucho partido”
Con tres años en la plantilla va a ser uno de los veteranos.
(Interrumpe) No, yo no quiero ser veterano (ríe)
Pero sí de este Espanyol. A lo que iba: ¿se vería por experiencia en el equipo siendo uno de los capitanes?
Eso se lo dejo a la gente que realmente sabe. Yo no me veo nunca de capitán. Me encanta animar, estar encima, meter caña, pero creo que una capitanía son palabras mayores. Es algo que tiene que nacer. La mayoría de capitanes de aquí lo han sido en categorías inferiores. Yo no veo normal que se decida por veteranía, creo que va en la personalidad de cada uno, porque el capitán al final es el estandarte de un equipo.