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REAL VALLADOLID

Cédric perpetúa su sueño de una noche de verano

El delantero madrileño de origen camerunés mantiene su idilio con Zorrilla después de debutar con gol en partido oficial con el Real Valladolid.

VALLADOLID, 11/08/23. PHOTOGENIC. PARTIDO DE LA LIGA HYPERMOTION ENTRE EL REAL VALLADOLID Y EL SPORTING DE GIJÓN. GOL DE CEDRIC
PHOTOGENIC

En la vida hay amores y sueños que duran lo que una noche de verano. Pertenecen a la pasión y al calor, pero no siempre se perpetúan; a veces pasan a ser como el amigo del pueblo con el que ibas al río una tarde de sol y al que años más tarde, con más kilos y puede que menos pelo, preguntas “¿tú eras...?”. Y cuando recuerdas dices “¡ah, sí!”, y recuerdas el color de su bici y que el primer beso te lo robó su prima, algo más mayor que ambos, pero lo omites por si, por algún casual, se acabaron casando porque él decía que eran de esos primos que casi no se ‘tocan’.

El fútbol, como la vida, reserva momentos de esos que, cuando acontecen, parecen para la eternidad, y que sin embargo, la perspectiva del tiempo condena a relativizar, o peor: al olvido. La caja negra de recuerdos de los aficionados mantiene en el fondo del último cajón un archivo borroso en el que los nombres, igual que se agolpan, son uno más. A quién no le ha pasado, que después de conocer a alguien que parecía bien majo, que sonreía bonito o incluso hacía goles durante la pretemporada, al final, acabó pareciéndole intrascendente; eso, uno más.

Zorrilla, como templo del fútbol que es, conoce su sensación, desde el primer asiento hasta la última piedra, pasando por cualquier abonado que respira añejo y por los de cosecha reciente. Ciertamente, igual que tienen la capacidad para saber cuándo la magia no era más que una imaginación, la tienen también para ilusionarse cuando detectan que esta vez puede ser diferente, que, efectivamente, este amor puede ser cierto, o por lo menos, tan cierto como lo son a veces en el mundo del balompié. Dado que este ha empezado con goles, cómo no ilusionarse...

Eso es lo que parecen estar haciendo los más enamoradizos de la afición del Real Valladolid con Iván Cédric, después de que se haya erigido en la mayor ilusión de un verano difícil, como lo eran cuando venías de suspender o cuando habías perdido a tu mascota. Descendido el conjunto blanquivioleta a Segunda, amenazado casi de un cierre por derribo, ante el gran número de bajas y despachados que dicen no querer jugar allí donde llevaron al equipo, el inicio de la temporada necesitaba precisamente un rostro amigo, una sonrisa que desencadene otra; qué narices: alguien que, con su fútbol, haga cerrar los puños y decir con rabia “vamos” aunque queden todavía minutos para celebrar (o padecer, aunque esto aún no ha tocado) el resto del partido.

El madrileño de orígenes cameruneses es todo eso porque es de los que no se guardan nada. Es el beso a quemarropa que quiere prometer un eterno estío y el gol en la boca, más pasional que romántico, como lo fueron varios de los que hizo en pretemporada y el que marcó al Real Sporting para estrenarse como profesional. El que fuera el máximo goleador del Promesas la temporada pasada, con 13 goles, ‘robó', en el fragor de la celebración, el grito de su apellido, como quien coge la mano a quien su madre todavía llama “amiga” cuando es -o lo parece; el verano es así- algo más. No por quizás inesperado deja de celebrarse, como se celebra cuando te presumen en redes sociales; puede que con un poco de timidez cuando se trata de la primera vez, pero, desde luego, también con ganas.

Y es que estas a Cédric le sobran. El idilio estival con Zorrilla, donde marcó tres goles al Rayo Vallecano, se ha prolongado al menos una noche más y, si por él fuera, se alargaría en el tiempo lo suficiente como para hacerse eterno, sueño que no es solo fruto de una noche de verano, sino del agradecimiento al club que apostó por él el verano pasado, cuando por otros fue denostado. No en vano, antes de escuchar el cariño que le brindó el estadio, lo tenía claro: su sitio está aquí, y de ahí que desoyera intereses de Celta, Granada o Atlético de Madrid por seguir prosperando en un lugar en el que cada gol debería ser un nudo más, pues conviene atarle (y él no es reacio; al contrario). En un lugar que convertir en un amor de esos que significan progreso y sueños cumplidos. Se llamen estos coche, casa, hijos o Camerún.