Bolo le da vueltas a la libreta en busca de la solución para el Oviedo
El técnico sigue sin encontrar la solución entre el 4-4-2, el 4-2-3-1 y el 4-3-3
A Bolo, como máximo responsable de la deriva del equipo, se lo podrán criticar muchas cosas del funcionamiento del Oviedo pero no será una de ellas el inmovilismo en sus esquemas. Ya lo advirtió el técnico desde el momento que aterrizó en El Requexón: sus equipos no se ciñen a un solo dibujo, sino que tratan de adaptarse a las circunstancias de cada partido. Así ha sido en lo que llevamos de competición, pero parece más por necesidad que por convicción: el Oviedo no carbura y el entrenador busca soluciones en su libreta.
Durante la pretemporada, el técnico manifestó que el sistema con dos delanteros era el que más le gustaba en sus equipos. Se confirmaba así esa sensación de que los equipos de Bolo son alegres y buscan el rival en su propio campo. La primera jornada, ante en Andorra en el Carlos Tartiere, sirvió para ver en liza un 4-4-2 que contó con Obeng como compañero de Borja Bastón en la punta de ataque.
La prueba no salió como se esperaba, en realidad siguió una línea similar a la de la pretemporada azul, con un evidente problema ofensivo. El Andorra ganó casi en la última acción, 0-1, y de cara a la segunda jornada, ante el Leganés, de nuevo en casa, Bolo optó por introducir cambios tácticos.
El Oviedo formó con el 4-2-3-1 que pretendía asegurar un poco más de control en el centro del campo y Marcelo Flores, el joven mexicano cedido por el Arsenal, ocupó la posición de media punta. En un día con muchas bajas, el Oviedo se impuso por la mínima (1-0) al Leganés, olvidando la derrota inicial.
La sensación fue a más cuando la semana siguiente volvió a imponerse, esta vez en Santander (0-1) en la continuación del 4-2-3-1 con Flores por detrás de Bastón, que anotó su segundo tanto de penalti.
La puesta a punto de Enrich y la necesidad de buscar mejoras en el juego hizo que ante el Levante en casa, cuarta jornada, Bolo regresara al 4-4-2. Con Bastón formó Enrich, la pareja llamada a ser la habitual el pasado verano. El resultado fue empate, 1-1 con gol del balear, con las mejores sensaciones en cuanto a juego de la temporada.
Pero a partir de ahí, el equipo se ha caído. Empató en Burgos, 0-0, en una pobre imagen con el 4-4-2 sin llegar a encajar nunca en El Plantío. Peor fue lo sucedido la siguiente semana: victoria 0-1 del Ibiza, en un choque en el que el sistema de dos delanteros volvió a hacer aguas en la primera parte.
El Oviedo viajó la semana siguiente a Lugo y para lograr una mejora de las prestaciones en el centro del campo, Bolo intentó dañar a su rival con un 4-3-3 que prometía mayor protagonismo del centro del campo. Fue otro triste 0-0 en una cita en la que los azules fueron poco a poco desapareciendo del choque. Nada salvó un punto una la segunda mitad llena de errores.
Por último, otra decepción. Esta vez ante un serio Cartagena, muy superior a los azules los 90 minutos en el Carlos Tartiere. Aquí, de nuevo, el técnico echó mano del 4-4-2 y tampoco obtuvo los resultados queridos. Al menos, Bastón acertó en el tiempo añadido con la meta blnaquinegra para dejar atrás la sequía anotadora de las últimas semanas.