Así se vivió en el césped el ascenso del Pucela
La emoción de jugadores como Luis Pérez o Álvaro Negredo se unió a la de Matt Fenaert, CEO del Real Valladolid, alrededor del deseo de que sea el último.
El alivio era generalizado: con lo que ha costado la temporada, con todas las dificultades que ha ido afrontando el Real Valladolid desde que empezó a competir en agosto, el ascenso a Primera está lleno de gozo, pero, también, de sufrimiento. Con esa sensación, los jugadores, miembros del cuerpo técnico y empleados del club celebraron sobre el césped del José Zorrilla, donde se fundieron con otros equipos de la estructura y con sus allegados para vivir una fiesta muy familiar.
El mantra más repetido entre los protagonistas era que ojalá fuera el último. Así lo decían, unos, cerveza en mano, con la respiración más tranquila, y otros, más embargados por la emoción que los poseía a todos. En los micrófonos de Cadena SER Valladolid el director general del club, Matt Fenaert, fue el primero en verbalizarlo: “No consigo hablar sin llorar. Yo respiro fútbol las 24 horas del día. Si no me gustasen el fútbol y el Pucela no sufriría así, pero no cambio esta felicidad por nada”.
El “quiero que sea mi último ascenso” que salió de su boca con la misma emoción con la que vivió toda la temporada era compartido por Anuar Tuhami, canterano y que festejó el tercero. “No quiero más ascensos. Quiero jugar hasta el final de mi carrera en Primera y en el Real Valladolid”, dijo, en lo que supuso, no obstante, el colofón ideal a un año marcado por las lesiones, en el que recibió, eso sí, mucho cariño: “Mi felicidad es la de toda esta gente. Me emociona ver el respeto que me tienen. Esto es lo que se merece todo Valladolid”.
Lágrimas de alegría
Otro ‘repetidor’, Luis Pérez, vivió gran emoción los instantes posteriores, hasta el punto de dejar escapar algunas lágrimas de alegría por lo conseguido. “Cuando marcamos el tercero, me lié a llorar y pensé que, por Dios, que terminase ya. La emoción es la de un año muy duro, en el que lo he pasado muy mal. Soy de mecha corta, porque detrás del futbolista hay una persona que se va jodida a casa, aunque los datos están ahí, he dado todo lo posible y ha sido un final feliz”, declaró.
Álvaro Negredo venía de no pasarlo bien en su última etapa en el Cádiz y aceptó su rol de veterano, sabiendo que “la edad es un número, aunque los años pesen” y partiendo de la premisa de que quiere “seguir disfrutando”, como lo hizo sobre el césped de Zorrilla, mientras vivía “algo muy bonito”. “He tenido la suerte de vivir otros logros, pero esta alegría es mayor, porque hemos devuelto a un club de Primera División al lugar que merece y eso no tiene precio”, prosiguió.
Como el veterano ariete, contribuyeron al ascenso otros jugadores como Sylla, que se definía “sin palabrar” para definir lo que sentía “haciendo feliz a tanta gente”, o como Meseguer, que se ha sentido “muy partícipe y considera esta la temporada “más especial” de su carrera”. Como confesó, su deseo es “estar el año que viene aquí y disfrutar muchos años de blanquivioleta en Primera”, algo a lo que no se cerró Tárrega. “Esto es un sueño hecho realidad. Nunca me imaginé que iba a crecer tanto aquí. Con lo que me ha dado, nunca cerraré la puerta al Real Valladolid”, confirmó, aún con la blanquivioleta puesta.
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