Aprobados y suspensos: El Pucela de la marmota

Con unos días de retraso, el Real Valladolid celebró en Zorrilla su particular Día de la marmota con otra actuación plana, en la que volvió a acusar una falta galopante de fútbol, incapaz de disparar entre los tres palos hasta el minuto 90 ante un Albacete que tenía un plan y que lo ejecutó casi a la perfección: se salió del guion para cerrar vías de escape al conjunto blanquivioleta, madurar el juego y buscar el gol en alguna ocasión de las que evitó Masip.

Masip: Achicó espacios a Agus Medina en la primera ocasión manchega, la única de los primeros 45 minutos en alguna de las dos áreas. Sacó la mano ante Manu Fuster para evitar su tanto.

Luis Pérez: Empezó doblando puntualmente a Iván Sánchez, aunque las persecuciones de Juanma no le pusieron fácil incidir. Con sus servicios, acabó propiciando cuatro remates, más de lo habitual.

Boyomo: Vivió una primera parte más plácida de lo esperado con balón. Lo pasó algo peor cuando el Albacete presionó arriba y utilizó la doble punta, aunque no cometió demasiados errores.

Torres: Se enredó en el único amago que hizo de conducir en campo rival y le entraron los nervios. Estuvo más fallón que su pareja, aunque por segunda jornada consecutiva el Pucela acabó cerrando su puerta.

Escudero: Puso varios centros, pero demasiado alejados, en un primer tiempo en el que casi no se jugó por su lado. Es sufridor como él solo; pareció irse con molestias. Otra vez entre dos aguas.

De la Hoz: Pisó el último tercio de juego en un par de ocasiones, aunque perfilado para la izquierda. De más a menos, se tuvo que multiplicar cuando el Albacete cambió el dibujo y empezó a correr.

Monchu: Cogió protagonismo al final del primer tiempo en acciones a pelota parada, pero en juego estático fue incapaz de influir. Sigue sin encontrar la versión del Monchu que fue en otros momentos.

Iván Sánchez: No alcanzó a rematar el servicio de Amath. Un tanto enconado, aunque voluntarioso en los primeros 45 minutos. No pudo desbordar a Julio Alonso y tampoco ser lo que el equipo requiere en el carril del ‘10′.

Meseguer: Salió de su teórica zona de influencia ante la necesidad de abrir la maraña albacetista. No encontró espacios para arrancar entre líneas, y cuando eso pasa, se minimiza. Dejó su lugar a Negredo.

Amath: Arrancó un “oh” de admiración a la grada en la primera jugada. Lo intentó, aunque el equipo le dio pocos balones. Fue a menos, en asunción de pelota y en acierto, aunque es un diablo.

Sylla: Sacrificado en medio de los tres centrales del Alba, estuvo bastante poco asistido. Al descanso fue el único jugador que no superó a todos los albacetistas en participación. No encontró su lugar tampoco con Negredo.

También jugaron en el conjunto de Paulo Pezzolano:

Juric: Empujó al equipo hacia arriba, aunque su efecto ha quedado difuminado al mismo tiempo que lo han hecho las titularidades.

Raúl Moro: Volvió loco a Julio Alonso, al que sentó en alguna ocasión. Resulta difícil de comprender que sus minutos se reduzcan tanto cuando, una vez más, estuvo perfecto desde el desborde.

Negredo: Su primer contacto fue un taconazo por el que recibió una ovación. Buscó portería en un zurdazo con el que el público se animó. Le puso toda la voluntad y fue el primero en tirar entre los tres palos.

Lucas Rosa: Aunque participase a pie cambiado, para variar, no se le vio desubicado. Tímido, no intentó demasiadas cosas, pero las pocas que intentó las hizo bien.

Stipe Biuk: El tiempo añadido le permitió irse hasta los diez minutos jugados, en los que lo hizo prácticamente todo bien.