Al Andorra se le acaba el margen de maniobra

La situación del Andorra no es ni mucho menos alarmante pero sí empieza a ser delicada. El nivel mostrado no es malo, su fútbol sigue siendo atractivo y el equipo confía plenamente en lo que hace. Unos buenos ingredientes que se mantienen desde el arranque de la temporada y que dieron muchas alegrías a la parroquia tricolor. Sin embargo, en los últimos tiempos, los resultados no acompañan.

Con el empate ante Las Palmas, marcado decididamente por la expulsión de Hevel al iniciarse el partido, el Andorra ha sumado cuatro de los últimos 24 puntos posibles. Un bagaje evidentemente muy pobre, que ha situado al equipo de Sarabia en una posición más delicada. No peligrosa, en el peor de los casos podrían acabar la jornada a cuatro del descenso, pero sí con riesgo. Y sobre todo una posición que ha devuelto al Andorra a la realidad que acostumbran a vivir los equipos recién ascendidos: la de la lucha por la permanencia. Lejos quedan ya los tiempos en que el equipo se situó en puestos de playoff de ascenso o en disposición de luchar por ellos. La realidad ha cambiado.

El Andorra no es ni mucho menos un equipo en caída libre pese a los malos números de las últimas semanas. No es un equipo roto, sin alma o sin plan de juego. Algo que evidentemente aporta un plus de tranquilidad a la plantilla, club y aficionados. Pero es evidente que necesita volver a ganar si no quiere meterse en un problema. La parte positiva, además, es que de los últimos tres partidos solo ha perdido uno, unos números ya más manejables. Por delante tiene un duelo ante el Cartagena fuera, otro contra el Ibiza (último clasificado) y otro contra el Eibar. Tres partidos para volver a sumar y ganar en tranquilidad.