"Su debut y su carta de presentación en el Camp Nou fueron históricos".
Todo empezó con una artimaña. Un miembro de la directiva culé asumió la misión de realizarle el primer marcaje exhaustivo de muchos al brasileño, desde que lo recogiera en el aeropuerto hasta llegar a las oficinas del Camp Nou. La misión: que no encendiera el teléfono móvil hasta que firmara su nuevo contrato. Hasta el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, 'participó' en la operación.
"Hay que subir la moral de los catalanes", transmitió por aquel entonces al vicepresidente Sandro Rosell, que hizo fuerza para que una entidad "con telarañas en la caja", como afirmó , se adelantara a un Manchester United que buscaba recambio para David Beckham. El inglés había fichado por el Real Madrid. Curiosamente era el reclamo electoral de Joan Laporta. Un giro del destino que acabó por reescribir la historia azulgrana.
"Siendo un niño, ya tenía claro que estaba viendo un ídolo".
Y el estado de optimismo se desató apenas una hora después de que se enfundara por primera vez la camiseta azulgrana en el Camp Nou, ante el Sevilla de Dani Alves, Júlio Baptista, Pablo Alfaro o Joaquín Caparrós. Miércoles, 3 de septiembre. Se bordea la una de la madrugada. En su prime time, donde abriría y cerraría el círculo de su espectacular carrera. Una irrupción impactante, como recuerda para AS Javier Casquero, testigo directo de la obra de arte con la que el brasileño llegó bajo el brazo: "Su debut y su carta de presentación fueron históricos: un gol de 30 metros. Recuerdo esa jugada, lo buscaron en transición, se fue de Martí y pasé yo por delante. Tenía la fama de regateador y pensé que iba a buscar el uno contra uno, pero se sacó ese disparo de fuera del área".
De esa postal para el recuerdo también forma parte Paco Gallardo, encargado de ayudar a Dani Alves como extremo derecho. "Ese partido en el Camp Nou, cuando nos coge a la contra, que agarra el balón y la mete en la escuadra, yo iba detrás de él. También Casquero. Cuando iba yéndose de rivales, le dije a Casquero: va a ser un golazo. Y acabó en la escuadra". Antonio Notario acabó recogiendo el balón del fondo de la red mientras, todavía, tiritaba el larguero y los cimientos de un Camp Nou que asistía sin ser consciente al prólogo de su época dorada. Los aficionados, algunos todavía con el gazpacho en la mano que regaló el club, e incluso Frank Rijkaard y el banquillo, se echaron las manos a la cabeza. “Si todos los partidos hubieran sido a las doce de la noche, iba a ser el mejor del mundo”, recordó Ronaldinho en una charla con Ibai Llanos el año pasado.
"El día de su debut no lo conocíamos", cuenta Casquero. Pero sí Gallardo, al que deja fascinado en el Mundial sub-17 celebrado en Egipto en 1997. "En la semifinal contra Ghana, que lo vimos, juega y hace un partidazo. Siendo un niño, ya tenía claro que estaba viendo un ídolo. Aunque era muy canijo y fino, ya era espectacular. Me di cuenta que no lo podía perder de vista y estuve siguiéndole. Entonces llega al Barcelona del PSG. El día del partido de la madrugada digo al vestuario, 'este jugador es espectacular'. Sabía el potencial que tenía".
Solo los elegidos conjugaban como Ronaldinho tal maná de talento con un físico superdotado y, además, "conseguía que fuera efectivo", como recuerda Manuel Pablo, uno de los mejores laterales derechos españoles del pasado reciente. "Ha sido el jugador más completo al que me ha tocado marcar. Levantaba al público. Como Djalminha, era magia. Cada día hacían un truco. A mí me hizo varias. Hay algunas que salen en YouTube", confiesa entre risas el canario del Deportivo, refiriéndose a un gol del brasileño en Riazor adornado con una especie de cola de vaca que le recordó a la archifamosa de Romario ante Alkorta y el Real Madrid.