“¿Una foto mía? Si llego a saber que era tan fan, se la hubiera firmado”...
Jesús Gil ganó las elecciones a la presidencia del Atlético en 1987 gracias a Paulo Futre. Dos días antes de los comicios, el empresario se plantó en el hotel donde estaba alojado el jugador en Milán para convencerle. Lo consiguió inmediatamente. Futre le había pedido incluso un Porsche y el candidato le dijo a todo que sí. Al día siguiente le acompañó al concesionario y el delantero se llevó el único que había, de color amarillo. La noche previa a las elecciones, Gil presentó a Futre en la discoteca Jácara, al día siguiente salió elegido presidente y, efectivamente, Futre vistió de rojiblanco. Un galáctico en el Atleti. Acaba de conquistar la Copa de Europa con el Oporto y ese año ganó el Balón de Plata.
El portugués se convirtió rápido en un ídolo colchonero. Vistió de rojiblanco hasta 1993, jugó 205 partidos y levantó dos Copas del Rey. En 1997 regresó para una breve etapa de apenas 10 encuentros. Su zurda deliciosa y sus conducciones enamoraron a la afición, que disfrutaba de uno de los futbolistas del momento. Célebres fueron sus actuaciones ante el Madrid, sus duelos intensos con Chendo y Buyo. El lateral le hacía unos marcajes exigentes y con el guardameta vivía sus propios derbis. Estaba el Madrid-Atleti y, a la vez, el Buyo-Futre. “No ha habido duelo entre portero y delantero con más morbo que el nuestro”, comenta a menudo el portugués. “Paulo se motivaba mucho”, recuerda Buyo (Betanzos, A Coruña, 1958) para AS sobre aquellos partidos.
Ambos se enfrentaron en 15 ocasiones. Una eliminatoria Sevilla-Sporting de Portugal, un partido de selecciones y una docena de derbis. “Yo preparaba los partidos a conciencia, me mentalizaba, pero sin obsesionarme con ningún jugador del Atleti en concreto”, reconoce Buyo. Pero Futre sí se motivaba cuando delante tenía al Real Madrid. En alguna ocasión ha comentado que, antes de los encuentros, se ponía en el espejo del baño una foto del guardameta blanco. “Si llego a saber que era tan fan mío, le hubiera firmado la foto encantado”, bromea el gallego.
Sobre el campo ya hubo de todo. En el primer duelo de Futre con el Madrid, el Atleti ganó 0-4 en el Bernabéu. En la segunda vuelta, venció el Madrid 1-3 en el Calderón. Toma y daca. Y chispas, muchas chispas. “Hubo alguna jugada tensa, pero no violenta, sino más de picaresca. Eran derbis calientes, emotivos y se trataba de salir airoso”, analiza Buyo. En la memoria de muchos aficionados está aquel derbi del 88 en el Chamartín: Buyo salió del área a cortar un envío largo hacia Futre, avanzó conduciendo la pelota y, cuando sintió que el delantero, le presionaba, ambos saltaron por los aires como si hubieran pisado una bomba y se retorcieron por el suelo. Al instante, llegó Orejuela a reñir a Buyo, el portero se echó nuevamente al suelo y el rojiblanco vio la roja directa.
En la actualidad, hay muy buen rollo entre ambos y, a pesar de la rivalidad que hubo, a Buyo no le duelen prendas en reconocer la calidad de Futre: “Era uno de los mejores jugadores de Europa. Muy habilidoso, veloz, con regate, un gran disparo… Le querían todos los grandes. Fueron buenos partidos”. El delantero solo le marcó dos goles, uno en aquel 0-4 de 1987 y el de la final de Copa de 1992, conquistada en el Bernabéu, un zurdazo, en carrera y escorado, que se coló por la escuadra.