Beckham

Yo jugué contra Beckham "Muy respetuoso pero, en cada falta, había que echarse a temblar"

Alejandro Soto
Por Alejandro Soto

“Era como un artista delante de su lienzo. Podía colocar el balón en cualquier lugar”. Así definió Éric Cantona a David Beckham. Un elogio de leyenda a leyenda del Manchester United.

David Beckham, un chico normal de una humilde familia de Leytonstone, sólo soñaba con, algún día, ser futbolista profesional. Sin embargo, nunca imaginó convertirse en una de las figuras más célebres del mundo del deporte y, ni por asomo, en todo un icono generacional y de la cultura pop de los noventa. Aldo Duscher, David Cortés y Dani Aranzubia, tres exfutbolistas que compartieron terreno de juego con él, analizan para AS a ‘Becks’.

Sólo quería jugar al fútbol

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“Éramos conscientes del golpeo de balón que tenía. Había que echarse a temblar”...

Elegancia, carisma y un golpeo prodigioso. Es lo primero que se le viene a la mente a cualquier amante del fútbol cuando se habla de David Beckham. Nacido y criado en Leytonstone (Londres, Reino Unido), el joven David creció en el seno de una familia humilde, muy lejana a todo el glamour que adquirió su figura cuando cumplió su sueño: ser futbolista profesional.

Para ello, huyó del estereotipo de adolescente corriente. En ‘Beckham’, la miniserie de ‘Netflix’ en el que se destapan muchos de los entresijos de su vida privada, se muestra que no tenía demasiados amigos ni salía de fiesta hasta altas horas de la madrugada, él sólo quería jugar al fútbol. Una obsesión que no se detuvo en sus primeros años en las categorías inferiores del Manchester United. "Su repertorio de pases y sus lanzamientos de falta eran brillantes y eso no era casualidad: estaba todo el día practicando". La cita es de Paul Scholes, quien compuso junto a Ryan Giggs, Roy Keane y el propio Beckham un cuarteto en el centro del campo que, aún hoy, recita Old Trafford de memoria.

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Su debut en la élite con el United se produjo en 1992 contra el Brighton y, mucho antes de acaparar portadas, ‘Becks’ afrontó su ‘mili’ particular en el Preston North End, un capítulo de su carrera que no muchos recuerdan. Sin apenas minutos en el elenco dirigido por Sir Alex Ferguson, salió cedido durante un mes, en 1995, a este equipo de cuarta división. Desde entonces, la afición de Preston canta orgullosa aquello de “David lo aprendió todo aquí”.

Eran los primeros coletazos de un talento incipiente. No en vano, en sus dos primeros partidos en Preston, estuvo a punto de marcar un gol olímpico y anotó un tanto de falta directa. Las primeras muestras de cara a la galería de su privilegiada pierna derecha, su seña de identidad. Dani Aranzubia, exportero del Athletic Club, Deportivo de la Coruña y Atlético de Madrid, la recuerda así: “Tenía un guante espectacular. Cada vez que había un córner o una falta cercana, éramos conscientes del golpeo de balón que tenía. Había que echarse a temblar.”

Icono, villano y héroe

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“Diez leones heroicos y un chico estúpido”...

No sólo un talento natural definía a Beckham, también lo hacía su vida fuera de los terrenos de juego. Él mismo fue quien se erigió como celebridad mediante campañas publicitarias, su afición por todo tipo de lujos y, cómo no, su relación sentimental con Victoria Adams, integrante de las Spice Girls. Se transformaron en la pareja de moda en Inglaterra y David copaba titulares tanto de la prensa deportiva como de la del corazón. Una doble vida que Gary Neville explicaba así: “Tenía la habilidad de tener toda esa locura en su vida pero, una hora antes del partido, cambiaba el chip y pasaba al modo fútbol. Jugaba y rendía. No sé cómo lo hacía, yo no podría. A mí, me sobrepasaría”. Y también, una duplicidad que sacaba de sus casillas tanto a Alex Ferguson como a Glenn Hoddle, su ídolo de la infancia y su primer seleccionador en Inglaterra.

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Hoddle, de hecho, lo sentó en el banquillo en el inicio del Mundial de Francia 1998. Una decisión que dejó patidifusa a toda Inglaterra. Pero Beckham le dio la vuelta a la tortilla y acabó siendo titular aunque, en esa cita mundialista, cometió un error que le marcó en el resto de su carrera: la celebérrima patada a Simeone por la que puso a todo un país en su contra. A la vista, el titular de la portada del día posterior al partido del Daily Mirror: “10 heroic lions and one stupid boy”, (diez leones heroicos y un chico estúpido).

David, no obstante, tornó los pitos en aplausos clasificando con un golazo a Inglaterra para el Mundial de Corea y Japón del año 2002 y anotando de nuevo para ganarle a la Argentina de Bielsa en el certamen. Era el culmen de su redención… que podría no haber llegado nunca.

Un susto antes de Corea

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“Es un chico normal, muy tranquilo. Es muy buena persona”...

Miércoles, 10 de abril de 2002. Old Trafford. El Manchester United y el Deportivo de la Coruña compiten por un pase a semifinales de la Champions. Los ingleses se llevaron el gato al agua y los gallegos cayeron eliminados. Pero esa no fue la única noticia de aquella noche en Lancashire. David Beckham, a sólo dos meses del Mundial de Corea y Japón, caía lesionado en una entrada de Aldo Duscher, centrocampista argentino del Deportivo. Una acción que derivó en una cacería mediática de la prensa inglesa al jugador deportivista.

Así recuerda Duscher, con AS, ese incidente: “Fue una jugada que se da en cualquier partido de fútbol. Lamentablemente, él se fisuró un huesito del empeine del pie. El tema era que estaba cerca el Mundial y estuvo a punto de perdérselo. Por suerte, no se lo perdió y logró llegar. Pero se armó una algarabía grande.”

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“Cuando se confirmó la lesión, a las dos horas del partido me esperaba toda la prensa inglesa. Era como que había cometido algo que iba más allá de lo deportivo. Ahí, empezó la persecución. La prensa amarilla fue a Coruña a molestar y llegamos a la conclusión de que querían que pidiera perdón. Y lo hice, pero personalmente, no ante la prensa. No tenía por qué.”

Finalmente, la lesión fue mucho menor de lo que en un principio se presagiaba, Beckham fue al Mundial y Duscher recuerda al mítico jugador inglés con cariño: “Es un chico normal, muy tranquilo. Es muy buena persona. Pero mi juego era muy brusco y yo no medía quién estaba delante. Pero eso no quiere decir que seas mala persona, ¿no?”.

El cuarto galáctico

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“Las instrucciones eran de no hacer faltas cerca del área”...

El 17 de junio de 2003, el Real Madrid anunció el fichaje de David Beckham por 25 millones de euros y, de ese modo, se hacía con su cuarto ‘galáctico’ tras Figo, Zidane y Ronaldo. Era el final feliz del culebrón del mercado de fichajes del año 2003. Alfredo Relaño, presidente honorífico de AS, destacó su carisma y simpatía de sus primeros días como madridista: “Cada paso que ha dado por Madrid nos ha hecho comprender algo más por qué es tan amado y tan deseado en todo el planeta. No le cuesta ser simpático. Ni siquiera se lo hace: es que lo es.”

Su llegada a España fue todo un acontecimiento. Para muestra, su presentación con 544 periodistas acreditados y más de 45 cámaras de televisión. Beckham, con el ‘23’ de Michael Jordan a la espalda -le convencieron para que llevase ese dorsal José Ángel Sánchez y Jorge Valdano-, ya estaba aquí. Y Tomás Roncero, subdirector de AS, lo narraba así en su crónica al día siguiente: “Florentino presentó ayer en sociedad al cuarto naipe de ese póker de ases con el que está configurando una escalera de color que pasará a la posteridad.”

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David Cortés, exjugador del Mallorca, recuerda así la llegada del británico: “Fue un bombazo, estábamos todos pendientes”. Aranzubia también se acuerda de esos días de tanta expectación: “Hubo varios veranos en los que el Madrid fichaba jugadores de esas características. Los demás equipos hacíamos bromas, nos parecía un equipo de colección”.

‘Becks’, en sus tres temporadas en el Madrid, obtuvo una Liga y una Supercopa de España y exhibió todo su potencial. Su guante en la bota derecha, marca registrada, también tuvo su impacto en Primera División. “Las instrucciones eran de no hacer faltas cerca del área porque, si utilizaba ese golpeo, íbamos a tener un gran problema. También teníamos que taparle su pierna derecha. Se la tapamos y nos marcó de cabeza. Nos sorprendió a todos”, recuerda Cortés.

En 2007, marchó a Los Ángeles para tener su antepenúltima experiencia en la élite. Después, una cesión al Milan y una última temporada en el PSG antes de anunciar su adiós al fútbol en 2013. Era el fin de una etapa, el adiós al fútbol profesional de un icono de la cultura y del deporte. Y también, según Aranzubia, de “un jugador muy educado, muy profesional y muy respetuoso”.

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Coordinación:
Manu Sainz.
Producción:
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Redacción:
Alejandro Soto.