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BARCELONA

Xavi, una pizarra y un discurso en crisis

Además de haberse vuelto frágil tácticamente, el relato del entrenador, de puertas hacia fuera y hacia el mismo vestuario, no termina de calar.

Xavi, después de perder la final de la Supercopa en Riad contra el Madrid.
GIUSEPPE CACACEAFP

Preparado para la lluvia de críticas que le toca, Xavi vuelve de Riad con la pizarra rota y el discurso en el limbo. Nada ha podido ir peor para el entrenador en la Supercopa de Arabia porque no ha tenido éxito en ninguno de los planos que debía dominar. El Barça dio una sensación de debilidad alarmante contra el Madrid. Su planteamiento en la final, con cuatro centrocampistas, se basaba en tener y guardar el balón. Y lo que hizo fue perderlo tres veces en los diez primeros minutos con el añadido de que estaba mal parado en el campo y arriesgó de manera excesiva ante dos demonios como Rodrygo y Vinicius. El resultado fue demoledor. Un equipo zarandeado, frágil atrás y sin filo en ataque, dominado a placer por el Madrid.

Tácticamente, el Barça da la sensación de haber perdido el norte. Más allá de jugar con tres delanteros o cuatro centrocampistas, de que el cuadrado funcione o no, ofrece una alarmante sensación de desconcierto en defensa. Lleva encajados 34 goles en 27 partidos oficiales, una cifra inaceptable en un equipo que quiere pelear por títulos. En lugar de ir a más, lo automatismos y la sensación de estabilidad de la temporada pasada han desaparecido. En ataque tampoco rompe. Después de un inicio de temporada ilusionante con las manitas a Betis y Amberes, el equipo empezó como el año pasado a ganar los partidos con penurias y no produce el manantial de fútbol que se esperaba.

Pero Xavi tiene un problema aún más preocupante. Su mensaje ha dejado de llegar. Hacia el exterior y hacia el vestuario. Parte de la afición, que le aprobaba por los pelos esta Navidad en una encuesta realizada por Mundo Deportivo, le empieza a perder la fe pese a su condición de símbolo absoluto. Su invocación al cruyffismo en vísperas de la final no funcionó. Xavi pidió hasta cuatro veces perdón a la afición en la rueda de prensa posterior al partido. Pero tal vez lo que más le preocupa a Xavi es no llegar a sus jugadores. Donde la temporada pasada se veía conexión por más que el equipo no fuese brillante; y un compromiso que le permitió ganar partidos por la mínima uno detrás de otro, ahora hay un hilo roto. Justo después del partido contra el Almería, Xavi desveló una bronca a sus jugadores en el vestuario y disparó contra ellos: “Es inaceptable”. “Me estoy abriendo en canal”, dijo aquel día. Luego, avisó: “No volverá a repetirse”. Menos de un mes después, en Riad, volvió a señalar al vestuario: “No se puede entrar así una final”. Es obvio que el canal de comunicación entre el entrenador y los jugadores no funciona como la temporada pasada. Xavi está obligado a reaccionar rápido para que el Barça no sufra un fallo multiorgánico. Tiene problemas estrictamente deportivos, pero también de gestión. Necesita arreglarlos bien rápido.

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