Xabi hereda la maldición
La enfermería blanca se vuelve a llenar de defensas: Carvajal y Militao se unen a Rüdiger, Mendy y Trent. Esta situación empieza a ser habitual en el Madrid.

El Real Madrid vuelve a encontrarse atrapado en un ciclo que parece no tener fin: las lesiones en defensa. La última víctima ha sido Dani Carvajal, con una rotura en el sóleo derecho, que se suma a las molestias de Éder Militao (tras el golpe de Sorloth), incapaz de estar disponible para el próximo compromiso de Champions en Almaty. Con estas bajas, la zaga blanca vuelve a quedar en cuadro. Un escenario que ya se ha convertido en rutina.
La dura derrota ante el Atlético de Madrid en el Metropolitano (5-2) no solo dejó secuelas en el marcador, sino también en la enfermería. Carvajal y Militão engrosan una lista en la que ya figuran nombres como Rüdiger, Mendy y hasta Trent, cuya incorporación se ha visto truncada por los problemas físicos. El panorama es tan familiar como preocupante.

Da igual el entrenador que ocupe el banquillo. Lo sufrió Carlo Ancelotti en los últimos años y ahora lo padece Xabi Alonso. El tolosarra ha heredado una situación de fragilidad estructural en la retaguardia. No se trata de una cuestión puntual: la reiteración de estas ausencias ha condicionado la planificación deportiva y el rendimiento del equipo en los momentos decisivos.
La maldición de la defensa parece haberse instalado en Valdebebas. Ni los refuerzos ni la rotación han servido para frenar una dinámica que mina la solidez de un equipo obligado a reinventarse jornada tras jornada. El relevo en la dirección técnica no ha traído el respiro esperado; Xabi se ve obligado a experimentar fórmulas de urgencia, sacrificando equilibrio táctico para tapar las grietas que dejan las lesiones. De cara al partido en Kazajistán, o Asencio o Valverde tendrán que ocupar el lateral derecho. Eso, o probar a David Jiménez, titular en el Castilla de Arbeloa tras la marcha de Fortea al Mundial Sub-20.
El Real Madrid afronta ahora un calendario exigente con una defensa diezmada. La duda ya no es si habrá bajas, sino quién será el siguiente en sumarse a la enfermería. La sensación de fatalidad se ha convertido en un rival más. Invisible, pero constante. Aunque la temporada aún guarda espacio para la esperanza, lo cierto es que Xabi Alonso, en apenas unas semanas de gestión, ya ha aprendido la primera gran lección del banquillo blanco: la maldición defensiva no entiende de entrenadores ni de cambios de ciclo.
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