Vinicius: el faro a pesar de la bronca
Vinicius, a pesar de la atmósfera de protesta y guerra constante, fue la luz que alumbró al Madrid ante el Girona. Marcó, asistió, insistió y se confirmó como el mayor regateador de Europa.
“Yo soy toro en mi rodeo y torazo en rodeo ajeno”. Alfredo Di Stéfano, fiel devoto del verbo de Martin Fierro, defendía esta máxima del Gaucho hasta la saciedad. Un poema en el que la Saeta se apoyaba para respaldar al futbolista que fruncía el ceño ante la adversidad y miraba hacia adelante. El futbolista al que la atmósfera hostil no minaba su rendimiento. Ese fue Vinicius (22 años) en Montilivi, un futbolista que fue prácticamente la única luz que alumbró en un Real Madrid al que le faltaron todas las revoluciones que le sobraron, porque se excedió en la protesta y la desesperación, al brasileño. La guerra constante contra los jugadores del Girona, la afición y el colegiado no impidieron al de São Gonçalo brillar en lo futbolístico. “Ha jugado bien: gol y asistencia”, reconoció Ancelotti.
Y de un técnico a otro. “Les dije a los jugadores que él no se iba a desconectar, que sigue encarando. A veces le tuvimos que hacer falta pero fuimos muy limpios. Tiene piques pero no se desconecta y hace 200.000 unos contra unos y esfuerzos. Es el mejor jugador del mundo en la repetición de unos contra unos. Cuando coge el balón va a por tí”. Míchel lo explicó tras el partido, hipérbole aparte, a la perfección. Porque no fueron 200.000, pero sí 25 los regates que Vinicius intentó durante el encuentro. Un récord en Liga desde que Opta computa estadísticas (2004-05), batiendo su propia plusmarca (22 ante la Real Sociedad en enero).
Primer centenario y a la caza de su propia sombra
Tanto insistió y fue a la fuente, que el cántaro se rompió en ocho ocasiones. Ocho éxitos que colocaron en la centena el total de regates completados por Vini esta temporada, primer futbolista que rompe ese techo de cristal en la cinco grandes ligas. Tras los 100 del 20 del Madrid aparecen los 89 de Messi (PSG), los 84 de Frimpong (Bayer Leverkusen) y los 80 de Jude Bellingham (Borussia Dortmund) y Armand Laurienté (Sassuolo). Varios desbordes merecían marco, como una jugada de videojuego en la que, tras marear la defensa del Girona y ganar línea de fondo sirvió un balón franco a Rodrygo que el de Osasco mandó a las nubes.
Todo ello aderezado con el gol que dio esperanza antes del descanso y la asistencia a Lucas que maquilló la noche (4-2) cuando era demasiado tarde. El 22º de la temporada y la 19ª (contando los dos penaltis que ha forzado), siendo cuestión de tiempo que el 22-20 del curso pasado, mejor marca por partida doble, pase a un segundo plano. Como mínimo, tiene diez partidos (once si el Madrid llega a la final de la Champions) por delante para establecer un nuevo techo.
La otra cara de la moneda
Todo lo anterior fueron las flautas, un rendimiento deportivo estupendo y constante semana a semana. Pero su partido, como muchos tramos de la campaña, tiene cara B. Los “piques” a los que hacía alusión Míchel. Tenía razón el técnico local, no se desconectó, pero en Montilivi Vinicius traspasó la línea de la desesperación. La batalla dialéctica y física con Santi Bueno, Gazzaniga, Taty Castellanos o Arnau fue perenne. También con la grada, a cuyos pitos respondió limpiándose el escudo de campeones del mundo que tiene bordado la elástica del Madrid.
Por momentos se le vio fuera de sí y Ancelotti trató de calmarle y reprimirle. Una de las jugadas que más aceleró el curso de la sangre de Vinicius fue un pelotazo de Santi Bueno. “Vinicius estaba tirado en el suelo y el jugador del Girona le pegó un balonazo. Vini se quejó y vio una tarjeta. El rival, nada”, explicó el medio brasileño Mundo do Bola. “La Liga”, respondió el madridista con tintes irónicos acentuados por dos emoticonos que mostraban su resignación con el campeonato nacional. Porque en Europa, la historia es diferente. “No me siento más protegido, los árbitros tienen que hacer lo correcto. En el minuto 1, si se hace una falta fuerte, hay que recibir la tarjeta”, respondía en zona mixta tras ganar el Stamford Bridge en una clara defensa al arbitraje Champions por encima del liguero.
Una exasperación que a punto estuvo de costarle la expulsión por un empujón a Bueno en el tramo final. “Era segunda amarilla a Vinicius. Iglesias Villanueva ha decidido mirar hacia otro lado”, tuiteaba Dani Garrido, director de Carrusel Deportivo. “No ha expulsado a Vinicius porque no ha sido valiente”, apuntaba Antonio Romero durante la transmisión. E Iturralde González, experto arbitral de AS y la SER, ponía la puntilla: “Por desgracia, estoy de acuerdo contigo”. A pesar de ir de charco en charco, Vinicius, en lo deportivo, se sobrepuso a los pitos y la bronca para que la flauta no desafinase.