¡Vaya traca!
El Real Valladolid volvió a mostrarse como un equipo anticompetitivo, sobre todo en defensa, y sumó una nueva derrota ante un Valencia ramplón.

Los días de partido del Real Valladolid esta temporada empiezan a ser cíclicos, salvo honrosas excepciones. Horas antes de empezar llega la negatividad y según se va acercando el partido uno piensa: ¿Y por qué no va a ser hoy? ¿Por qué mi equipo no va a hacer un buen partido y va a respetar la historia de un club de 97 años? Y durante el partido, siendo inferior en muchas fases, puedes llegar a pensar en que se puede sacar algo positivo hasta que llega el trompazo y lo quieres mandar todos a la... basura.
El partido ante el Valencia, sin ser un prodigio, demostró que los dos equipos estaban más igualados de lo que podía parecer, que los de Rubio podían despertar los nervios de Mestalla y, a partir de ahí, hacer sufrir al rival. Y, por momentos, lo consiguió. A lo que uno no termina de acostumbrarse es al hecho de que este equipo no tiene demasiada suerte y que el equipo demuestra ser demasiado flojo. Y sí. Sadiq es increíble que se fuera sin tarjeta después de romperle el pómulo a Torres y hacer todo tipo de faltas, pero eso va en apartado de los descargos que desgravarían si el resto del partido no fuera lo que fue.
El primer gol tiene mucho de lo primero, un rechazo que le llega a Diego López y para adentro, en el primer disparo. Seguimos esperando que el portero de la selección 121 de la FIFA salve algún punto esta temporada. El segundo, directamente, es un monumento a la falta de competitividad. Es difícil saber si estuvo peor Cenk, no sabiendo tapar el balón, Luis Pérez desentendiéndose de la jugada o Hein, con alergia a salir de debajo del larguero... Un gol que muestra la más absoluta debilidad pucelana. La plantilla es floja, la defensa, los centrales, son anticompetitivos. Domingo Catoira, tan ufano y orgulloso de haber fichado al turco y al estonio en verano, tiene una muestra más de su obra maestra. ¡Ole tú!
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Así que lo peor de esta temporada no es descender a Segunda, cuestión virtualmente certificada, sino los 11 partidos que todavía quedan por delante. ¿Será capaz Rubio de mantener al equipo en modo liga, aunque sea al nivel de haber logrado 16 puntos en 27 jornadas? Ronaldo Nazário es el dueño y con su dinero dice que compró el club para dejar un legado que está demasiado lejos de hacerse realidad. Donde tenía que haber un equipo estabilizado en Primera y buscando la Champions tenemos uno que va a descender tres veces en cinco años, batiendo los récords de partidos cayendo. Donde tenía que haber una ciudad deportiva hay... Nada. Y es que nada es la palabra que define la presidencia del brasileño siete años después... lo único que queda es que no termine de matar al enfermo... ¡Vaya traca!
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