Real Madrid

Valdepeñas: la profecía de Manolo está en camino

La familia, novia y amigos del lateral vivieron de cerca el debut en Vitoria tras su viaje de ida y vuelta de La Fábrica.

14/12/25 PARTIDO PRIMERA DIVISION 
ALAVES - REAL MADRID 
VALDEPEÑAS
David Alonso
Actualizado a

Pedro y Ana, padres de Víctor Valdepeñas Valde, ya tienen un bonito cuento de Navidad para contar a sus nietos algún día. En el álbum de memorias de la familia Valdepeñas, Talavera siempre ocupará un lugar preferente el domingo 14 de diciembre de 2025, el día en el que Víctor cumplió su gran sueño.

Desde niño siempre le inculcaron, igual que a su hermano Adrián, que el trabajo y la constancia suelen pagar recompensa, aunque tal vez nunca imaginaron que el premio sería tan especial. El destino les ha hecho un guiño inolvidable para el resto de sus vidas.

Según se iba acercando el fin de semana y las perspectivas de un posible debut con el primer equipo fueron aumentando, comenzó la misión de conseguir el mayor número de entradas posibles para estar presentes en el estadio de Mendizorroza una gélida noche de otoño, en los albores de un invierno que asomaba con fuerza por la puerta.

El viaje familiar a Vitoria fue un carrusel de emoción y recuerdos. Los padres y el hermano pequeño, también central que luce en Majadahonda tras crecer en las canteras de Real Madrid y Rayo Vallecano, se subieron al coche de Javi Balboa, agente de Víctor, para encabezar la caravana de la ilusión. Compartieron carretera y nervios sus abuelos maternos, Cecilio y Encarna, que han acompañado de la mano a sus nietos a entrenamientos y partidos casi desde que soltaron el chupete. Los tíos, el sobrino, los amigos más cercanos y la novia también formaron parte de un trayecto presidido por la expectación, la agitación y el deseo de vivir un momento memorable.

Valdepeñas: la profecía de Manolo está en camino
JESUS ALVAREZ ORIHUELA

Las anécdotas de la infancia se mezclaron durante horas con alguna lágrima furtiva mientras afloraban vivencias del pasado. El niño que brillaba en el Villa Rosa con su zurda de seda y el 10 a la espalda vivió de forma fugaz una aventura demasiado esporádica en la cantera blanca. El entusiasmo de su llegada y la gloria del título logrado en el torneo de la Liga Promises en 2018 terminaron con una salida frustrante que le dolió en lo más profundo de su orgullo.

Leganés se convirtió en su refugio para restañar las heridas anímicas. Desde su primer entrenamiento como pepinero su cerebro comenzó a resetear. En Butarque encontró cariño, comprensión y confianza. Kiko Fernández, Alvaron Herradón y Manolo Rueda, sus entrenadores en aquella época de resurgimiento, le ayudaron a renacer futbolísticamente. Rueda, gaditano con gracia, llegó a lanzar una profecía: “Como central eres bueno, pero como lateral vas a ser de Champions”. El Madrid, atento a su evolución, no dudó en repescarlo. El polluelo lastimado que llegó a Leganés regresó a Valdebebas como un águila, volando alto y con instinto de cazador.

Álvaro Gómez Rey también apostó por él en el comienzo de su segunda etapa de blanco y su desarrollo siguió acelerando. Valde, ahora estudiante de Gestión Deportiva, era un jugador totalmente distinto al de su primera aventura como madridista. La fragilidad mental y la desconfianza ya sólo eran un mal recuerdo.

Y así, paso a paso, fue escalando hasta llegar a la cúspide de la pirámide. Las circunstancias y su resiliencia hicieron posible algo inimaginable poco tiempo atrás. Las figuras a las que admiraba en la distancia le arroparon desde el comienzo y tanto Bellingham como Rüdiger se pusieron al frente para calmarlo y reforzarle el ánimo.

Mientras gran parte de sus seres queridos sufrían en la fría grada de Mendizorroza, en otro punto del norte, en Gijón, la familia paterna también se mordía las uñas viendo por televisión al pequeño Víctor convertido en un grandullón de Primera. Todos cruzaron los dedos para que su actuación en el gran escenario saliera bien.

La película tuvo un final feliz y el termómetro de la emoción se disparó al encontrarse con los suyos. Su anhelado estreno en el gran teatro del fútbol es algo que ya nadie podrá arrebatarle. Esa camiseta con el número 40, firmada por los jugadores a los que aspira emular, desbancará del salón de su casa, cerca de Valdebebas, a la que actualmente preside el salón, una con el número 45 de cuando fue convocado por primera vez con los mayores para viajar a Villarreal.

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Si su presencia en la élite tiene continuidad o no dependerá de muchos factores, pero a día de hoy su esperanza apunta a las estrellas. La profecía de Manolo Rueda está en camino. Papá Noel se adelantó diez días para convertir en realidad la ilusión de un niño que nunca dejó de soñar.

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