Un órdago imposible
El Real Madrid, obligado a satisfacer a las dos partes este verano: el PSG espera 200 millones de traspaso y Mbappé, los 70 millones netos que percibirá en la 2023-24.
La posible llegada de Kylian Mbappé al Madrid es un objetivo plagado de minas y obstáculos. Empezando por el propio deseo del jugador, según él mismo ha expresado, de cumplir el año de contrato que le queda en el PSG; siguiendo por las nulas relaciones entre su club y el Madrid, fruto de las tensiones generadas por el deseo de los blancos de firmar a Mbappé en el pasado y del proyecto de la Superliga; y sin obviar algo clave a estas alturas como es la parcela económica, especialmente importante de cara a este verano. Pues la operación, tal como están las cosas, es inmensa, casi inabarcable.
Primero está lo obvio: el PSG no dejará salir a Mbappé a bajo coste. Ayer mismo lo volvió a repetir el presidente, Nasser Al Khelaïfi. Ya le ha comunicado que si no renueva su contrato al menos hasta 2025, deberá ser traspasado para que el club pueda ingresar algo tras su pérdida; conviene no olvidar que en 2017 pagó 180 millones por su fichaje. En 2021, el Real Madrid presentó varias ofertas cuando sólo le quedaba un año de contrato, situación idéntica a la actual: la propuesta merengue arrancó en los 160 millones y acabó subiendo hasta los 200, pero el PSG no se inmutó.
En esta ocasión el club parisino sí está abierto a un traspaso si Mbappé no extiende su vinculación, pero todo hace indicar que el precio de salida es de 200 millones de euros, los mismos a los que llegó el Madrid hace dos años. En cualquier caso, los blancos tienen el tiempo a su favor: Mbappé no parece interesado en jugar en otro equipo que no sea el Madrid y cuanto más se acerque el cierre de mercado, más presionado estará el PSG para rebajar sus pretenciones económicas. Pero en cualquier caso, un desembolso cercano a los 200 millones es un esfuerzo importante en un mercado en el que el Madrid ya ha gastado 108 millones (103 por Bellingham y 5 por Fran García).
No acaban ahí las dificultades: queda el tema del salario y de las distintas gratificaciones económicas que puede recibir Mbappé. En el PSG percibirá en la temporada 2023-24 su salario, de unos 30 millones de euros netos (72 millones brutos dentro del exigente sistema impositivo francés) y una prima de fidelidad de 80 millones brutos. Son 70 millones netos (o lo que es lo mismo, 140 millones brutos) que el Madrid tendría que cubrir de algún modo. El verano pasado el club blanco ya tenía pactada una prima de fichaje de en torno a 100 millones de euros para el francés, pero a condición de que llegase sin coste tras finalizar su contrato. Este verano, el cumplimiento de todas las condiciones elevaría la operación a más de 350 millones, un gasto que el Madrid no contempla por un jugador con el que contaba el verano pasado y que le terminó dejando en la estacada.
La presencia o no de Mbappé en el PSG del próximo curso marca profundamente el proyecto, que desde ayer tiene nuevo entrenador: es Luis Enrique, que sustituirá a Galtier y que fue presentado ayer en la ciudad deportiva del PSG. El técnico asturiano tuvo que responder a algunas preguntas sobre Mbappé, aunque lo hizo de forma genérica, poco concreta; esa tarea se la dejó a Al Khelaïfi, que dejó claro que, si no renueve, deberá ser traspasado este verano.