Un mercado bueno en las altas... y casi perfecto en las salidas para el Atlético
El Atlético cierra sin altas ni bajas de última hora un mercado ilusionante en los fichajes (seis) pero sobre todo en las bajas, quitándose dos problemas que podían enquistarse: João Félix y el sueldo de Saúl.
Clonc. Las 00:00 horas. El mercado de verano está cerrado. Algunos clubes inspiran, otros, expiran, todos miran sus plantillas: lo que hay es lo que es. En el caso del club rojiblanco la ventana es de notable. Calidad, cantidad y variedad. Uno de los mejores de su historia, al menos sobre el papel. Y eso que el 28 de agosto Twitter Atleti era un clamor, la pura impaciencia ante la falta de operaciones concretas (la primera, Le Normand se anunció precisamente el 27 de julio con el anuncio del preacuerdo con la Real Sociedad pero en realidad no se hizo efectiva hasta una semana más tarde, el 3 de agosto). Pero si la primera gota, la del francés nacionalizado español, tardó en caer, caída esta, las demás llegaron en tromba.
185 millones después, el equipo rojiblanco ha fichado mucho (es el equipo de la Liga que más se ha gastado atrás (en la portería y en la línea defensiva, con tres incorporaciones), al medio (una) y arriba (dos, una de relumbrón), pero si las altas fueron buenas, mejor resultaron las salidas, con dos problemas enquistados resultados en este mercado: Saúl y João Félix. Ninguno de los dos forma parte este 30 de agosto de la plantilla del Cholo. Ni formarán.
El grueso del gasto del equipo rojiblanco lo concentran otros tres fichajes aparte del central llegado de la Real Sociedad (que costó 34,5 más cinco en variables): Sorloth, anunciado también el 3 de agosto, llegado del Villarreal la inversión rojiblanca fue de 32 más ocho en variables), después llegó la guinda: Julián Alvarez, una incorporación rojiblanca en nombre a la altura de cuando Falcao llegó del Oporto en 2011, pero en ilusión a la de uno de las leyendas más grandes de la historia rojiblanca: Paulo Futre. El argentino es en el siglo XXI lo que el portugués fue en 1987. Se lo arrebata el club rojiblanco (que paga 75 millones fijos más veinte en variables), además, a un club como el Manchester City, a la Premier, a Pep Guardiola. Y no es el único: a Conor Gallagher, su cuarto fichaje también.
Uno de los culebrones del verano
Fue el más largo: pendiente solo del final de los Juegos Olímpicos y la participación de España Sub-21, una selección en la que jugaba Samu Omorodion, entonces aún rojiblanco pero por poco. El Atleti pretendía utilizarle como una carta de cambio para lograr la incorporación del medio del Chelsea. Aunque fuera en operaciones distintas ambas estaban profundamente interrelacionadas. Tanto que si el inglés viajaba a Madrid el 8 de agosto a la espera de la oficialidad en realidad tuvo que regresar seis días después a Inglaterra porque el fichaje de Samu se había roto con el Chelsea. Un cambio en las condiciones por parte del club inglés, cuando hacía unos días todo se había cerrado y firmado con champagne, lo hacía saltar por los aires. Y eso que el futbolista había pasado un reconocimiento físico previo con el equipo londinense en París, durante la concentración olímpica, y después con los médicos del club en Reino Unido ya. Pero la noche que iba a firmar su contrato, para que Gallagher tomara el boli también en Madrid, el Chelsea fichó a Pedro Neto y se echó a atrás con Samu. Un hombre, el agente del futbolista portugués procedente, por cierto, del mismo pueblo que otra leyenda rojiblanca, Tiago, se ofreció a resolverlo: Jorge Mendes. Y en su cintura este mercado está el sobresaliente de la venta para los rojiblancos. También le interesaba particularmente. Que se rompiera de una vez el vínculo Atlético-João, seis años después de cristalizarse: no había funcionado. E iba camino de problemón.
Porque el jugador no encajó en el equipo ni con el entrenador (aunque esta temporada la actitud de todos fue muy distinta de la del año pasado, mucho más diplomática e inteligente, sin gestos por un lado ni banquillazos por el otro), con una calidad técnica deslumbrante, resultó solo chispazos (algunos deslumbrantes como en la Liga 20-21 que terminó ganando el equipo de Simeone y su valor de mercado se iba hundiendo cesión a cesión. La historia se repetía. João comenzaba muy bien, pero terminaba diluyéndose en chispazos. Tras el ‘no’ a Samu, el portugués terminó siendo el jugador rojiblanco que terminó en el Chelsea, y traspasado de una vez, por 52 millones. Samu acabó en el Oporto (por 15) lo que provocó que el Atlético pudiese también fichar al central zurdo, la pieza que Simeone sentía que le faltaba a su plantilla para ser perfecta, aunque no terminó siendo Hincapié, primera opción, ni tampoco Hancko, segunda, ambas muy caras, si no Lenglet, cedido del Barcelona tras varios años intrascendente, lo que le arrancaba cierto brillo a las incorporaciones de cara a la afición: se desconoce su estado de forma actual. Las altas se cerraron con la llegada de Musso por Moldovan, que en la Eurocopa ya declaraba su deseo de salir ante la falta de oportunidades cuando se es suplente de Oblak, que lo juega todo.
Pero ellos pudieron no ser los últimos. En las oficinas del Metropolitano, se trabajó este 30 de agosto arduo hasta media tarde cuando se comprobó que las dos salidas necesarias para poder hacer otra incorporación (Galán y Lemar) no iban a poder hacerse y, por tanto, no llegaría ese centrocampista de corte defensivo que también pedía el Cholo. De haberse producido, sobre todo la salida del francés, el mercado al cierre hubiese resultado perfecto. Lemar fue hasta la llegada de João (127 millones pagados al Benfica en 2019) el fichaje más caro de la historia rojiblanca (70, al Mónaco en 2018), con Julián Alvarez ya resulta el tercero, nunca, excepto el año de la última Liga rojiblanca, aquella 20-21 que se jugó sin público en las gradas, ha escapado de la irregularidad, y las lesiones. La temporada pasada disputó solo cuatro partidos antes de caer lesionado en Mestalla, en la 4ª jornada. Prácticamente cada año en el mercado, nunca tuvo pretendientes de verdad. En esta ocasión tampoco.
El club rojiblanco, sin embargo, sí encontró la salida a otro entuerto enquistado: Saúl. El canterano, que fue uno de los futbolistas más importantes para Simeone entre 2016 y 2019, era de los que más cobraba de la plantilla, con una cifra alrededor de diez millones firmada cuando United, Chelsea o Barcelona le pretendían (en un contrato firmado en 2017 hasta 2026). Pero en 2020 comenzó su declive y, a pesar de que pasó un año cedido en el Chelsea (en el que no triunfó), regresó para no volver a ser nunca más el Saúl que había sido. Apenas testimonial, la temporada pasada pidió el 8, por si empujaba, pero tampoco. Cedido al Sevilla dos años, que se hace cargo de una parte de su ficha, su salida, definitiva, libera una parte importante de masa salarial. Oxígeno. Gran tarea de la dirección deportiva rojiblanca. Área a la que la temporada pasada se unió Carlos Bucero como director de operaciones de fútbol y se ha notado. Vaya que si se ha notado. Ahora toca llevarlo sobre la hierba, algo que no ha terminado de ocurrir en las tres primeras jornadas, en las que el Atleti está a cinco puntos del Barça, el líder.
En total, el clonc con el que el Atlético cierra el mercado lo componen ocho altas (a los seis fichajes citados se unen el regreso de Giuliano y de Galán; por 185 millones) y trece bajas por las que se ingresaron 91,9 (João Félix, 52; Samu, 15; Morata, 13; Söyüncü, 8,5; Vermeeren, 3; Mouriño, 2; Moldovan, 0,4; y Paulista, Savic, Memphis, Hermoso, Saúl y Marcos Paulo, libres). Todos ellos además del Profe Ortega, claro.
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