Un 17 mayo que es más que una fecha
La peña del Atlético fundada tras el gol de Miranda en la Copa celebra su décimo aniversario en Madrid, con Pedraza como leyenda invitada.
Un 17 de mayo que es más que una fecha. Un 17 de mayo que se resume en los dos trofeos que presiden, en una mesa al fondo del restaurante La Independencia, en Camino Humanes, sin número, Móstoles, una Liga y una Copa del Rey, las réplicas de aquellas que Diego Godín y Miranda ganaron con sendos cabezazos en el Camp Nou y el Bernabéu ese día de 2014 y 2013, un 17 de mayo. Un 17 de mayo que llevaba un año esperándose aunque entre los 103 miembros de esta peña sean habituales las reuniones, los viajes, esa fecha, aquellos títulos, como germen de una idea entre compañeros de grada que se hicieron de sangre: “¿Y si formamos una peña?”. La idea, y la peña, cumplen diez años. Diez años de 17 de mayos celebrando los hermanos que solo el fútbol te da, diez años celebrando aquella Copa, la última, aquella Liga, la penul, diez años celebrando los 17 de mayos que ya son siempre algo más: esa bandera que nunca falta en el Metropolitano como no faltó en el Calderón.
Un 17 de mayo que es más que una fecha. Un 17 de mayo que se lee impreso en cada una de las camisetas que todos los asistentes al aniversario lucen, con ese número como dorsal y sus nombres en rojo detrás, o los que quieran. Un 17 de mayo que se celebra con la presencia, por primera vez, de una leyenda: es Juan Carlos Pedraza y tenía que ser él. El Niño del Atleti en los años 80, uno de esos veteranos rojiblancos que en el siglo XXI cuidan cada fin de semana las peñas, con viajes de Madrid a Vigo, de Madrid a Barcelona, de Madrid a Medina del Campo, de Madrid a donde sea con tal que signifique estar cerca de la afición, esa que no deja de pedirle fotos según cruza la puerta de La Independencia, en Camino Humanes, sin número, de Móstoles.
Luis Alberto Pérez, presidente, sonríe, David García, secretario, también, aunque lo haga con un ojo pendiente de ese niño, Leo, que es suyo y que pronunció la palabra “Atleti” ante que el “mamá”. “El futuro es suyo”, señala orgulloso, a todos esos críos y crías que juegan por el inmenso salón con sus camisetas del 17 de mayo y que son cantera. “No solo del Atleti, también de esta peña”. Esa que celebra los días de San Neptuno, los 17 de mayo, como lo que son: un segundo cumpleaños a menudo más festejado que el primero. Un 17 de mayo siempre acompaña, al despertar, ese himno que atrona fuerte desde los altavoces pero sobre todo en las gargantas. “Atleeeti, Atleeeti...”. Uno de los camareros, mientras sirve los entrantes, lo lleva enredado en la lengua también. No puede evitarlo, le sale solo. El 17 de mayo es su fecha también. Lo fue. En 2013 y en 2014. Con Miranda y Godín.
Acompañan los amigos de siempre, esas peñas que ya también son algo más: los Indios de Caledonia de Escocia, los Diablos Rojiblancos de Bélgica, representados por Robert Van Der Laar, a quien su hijo Saúl, de tres años ya, al llegar le preguntó: “¿Seguiré entrando en la Liga?”, entrando como el año anterior, los Sons of Atleti, además de Pedraza, uno de ellos, uno de ellos que tuvo la fortuna de saltar de la grada a la hierba y correr tras cada balón como si fuera el último en la tierra, aunque supiera que se iba fuera, que corría por nada, por empujaba el Atleti, ese escudo al pecho, y corría, y corría, y lo cuenta y emociona, aunque solo lo escuche Luis en la mesa, tanto “Atleeeti, Atleeeti” hay siempre al fondo. Porque hoy es 3 de junio, pero como si fuera 17 de mayo. Así rugen, así celebran. El décimo juntos. Y los que quedan. Hace diez años que todos los 17 de mayo salieron del calendario para hacerse más que una fecha.