Toni Villa, de nuevo en el bando rival
El canterano del Real Valladolid ejercerá de visitante por segunda vez en Zorrilla en su carrera. La primera, militando en la Cultural, marcó y goleó.
Pocos han sido los canteranos asentados en el primer equipo del Real Valladolid después de que en 2009 se marchara de Zorrilla Sergio Asenjo. Uno de ellos, Toni Villa, volverá este sábado a aquel estadio que abandonó al inicio de la presente campaña, enfundado en la camiseta del Girona, un extraño, como lo fue que vistiera en su día la de la Cultural Leonesa. El murciano disputará su segundo partido como visitante en casa, después de aquel primero que, como culturalista, le valió un retorno.
Fue el verano de 2016 cuando emprendió fuera su primera aventura, habida cuenta de que el reto con la Cultural iba a ser distinto al del Promesas y de que Paco Herrera, sorprendentemente, pues a priori era dado al juego ofensivo que él podía encarnar, no contaba con él por el mismo recelo de otros: era pequeño. Con Rubén de la Barrera, técnico que le había impulsado en su primera temporada en Segunda B, ofreció un rendimiento importante y acabó ascendiendo.
Por el camino hasta la Segunda División, la primavera de 2017 le brindó una de esas mañanas soleadas en Zorrilla con las que Toni soñaba. El templo se abrió para el derbi regional y lo hizo en canal, con exhibición y goleada incluidos. En el minuto 72, ‘El Raspilla’, como se le conocía en la Residencia, culebreó frente a Apa, todavía un juvenil, y a quien osó intentar ayudar al palentino. Con la agilidad del trilero, ese ‘uno-dos’ suyo se convirtió en un regate que clavó a los dos opositores y soltó un latigazo que golpeó en el larguero para convertirse en el 1-3.
Mucho se habló del 1-4 final y de su actuación, de que se había querido ir, y más tarde, de que no quería volver, pero la mejor respuesta, obviando las posteriores sobre el mismo campo, la dio ese día al recordársele que era la segunda vez que jugaba en Zorrilla y marcaba (lo había hecho como blanquivioleta el año anterior, ante el Real Oviedo). “Ojalá que sea así siempre”, decía a la salida del estadio, explicitando su claro deseo de volver. Porque quería y porque volvió, para tener, además, protagonismo en el camino de vuelta a Primera División.
Como le sucedió después a su inseparable Anuar, que vivió un par de cesiones por el mismo motivo, no estaba reñido que llevara al Pucela en el corazón con que quisiera tener una cuota de participación mayor que la que le podían garantizar aquí. Su tenacidad hizo que ellos dos y Calero vivieran el ascenso a Primera, de la mano de Sergio González, dejando la icónica imagen sobre el verde de tres canteranos, por fin, después de no pocos años, asentados en un primer equipo en el que Toni es quien más ha jugado: 139 partidos de Liga y 155 contando todos los oficiales.
Esa cifra, que en el presente siglo solo la superan Óscar González (286) y Javi Baraja (231) de cuantos canteranos han asomado en la primera plantilla, quedó congelada el pasado verano, donde lo más inmediato y una oportunidad de futuro se mezclaron en su cabeza. Con un solo año de contrato, sin la garantía de ser renovado y sabiendo que volvería a haber refuerzos en su posición, el Girona apareció en el horizonte, provocando un seísmo a última hora que llevó a una salida dolorosa y tardía, convertida en un fichaje por tres temporadas por aquel conjunto con el que este sábado visita Zorrilla, y con el que lleva un gol y tres asistencias en 23 partidos.