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ATLÉTICO | TONI MUÑOZ

Toni Muñoz: “A Simeone no le chocó mi llamada para ir al Atlético”

Cuando Gil Marín decidió fichar al Cholo en 2011, acudió a Toni, leyenda del club rojiblanco (11 años en el césped y seis en los despachos). El consejero delegado y el entrenador lo desvelaron tras la renovación del técnico hasta 2027. Así lo vivió Toni.

Toni Muñoz posa para AS en la terraza de Panorama, en Majadahonda.
DANI SANCHEZDiarioAS

A Toni Muñoz (Córdoba, 1968; 55 años) no le gustan los focos, ser protagonista. Prefiere pasar inadvertido, aunque sea, inevitable, un tipo fundamental. Como lo fue en aquel doblete del que era capitán con Solozábal. Como lo es en la historia del Cholo y del Atleti en los banquillos. Porque todo comenzó con Toni en 2011 con una llamada de Miguel Ángel. Y da gusto escucharle hablar. De fútbol. De Luis. De aquello.

—¿En qué anda ahora?

—Viendo mucho fútbol. De formación, chicos jóvenes, lo que me divierte. Veo al Atlético siempre que puedo. Al Getafe...

—¿Para alguna agencia?

—No. Nada. Más tranquilo.

—Usted empezó a jugar en el barrio de Los Naranjos, pero con 12 años comenzó a trabajar... ¿de panadero?

—Sí (ríe).

—¿Sin dormir por las noches?

—Sí. Y luego me iba a entrenar. Hasta los 18 lo compaginé, cuando estaba en el Juvenil del Córdoba.

—¿Y cómo aguantaba?

—La juventud… Tu cuerpo te lo permitía. Te daba. La ilusión. A veces entraba a las tres de la mañana, a las cinco, a las cuatro. Y luego dormía y me iba a entrenar. Y después, el colegio.

—El fútbol le viene de cuna, de su padre, que trabajó en Holanda y jugaba de portero.

—Sí, sí. Lo que pasa es que, por desgracia, a mi padre le perdí cuando tenía nueve añitos. Falleció en un accidente de tráfico. Las circunstancias de la vida. Éramos cinco hermanos, mi madre… Yo jugaba desde los ocho al fútbol. Mis hermanos también, uno, Tomás, que era muy bueno, y jugaba en el Córdoba. Y por ahí andaba yo, en alevines, en infantiles, juveniles, en uno de los mejores equipos entonces en Córdoba, el Zoco Club de Fútbol que competía siempre con el Córdoba.

—Allí era mediocentro.

—¡Interior! Y jugaba con el 10. En Infantil y Cadete (ríe). Hasta el Juvenil. Bueno, en el Madrileño hubo partidos que jugaba por delante. Teníamos a Josu Ortuondo cuando me firmaron.

—¿Y quién le colocó en el lateral?

—Luis, que era un genio, y reconvirtió a los interiores que teníamos mucha profundidad, banda y velocidad en laterales.

—¿Cuándo?

—En 1990. Cuando empezó a trabajar con línea de cinco, con carrileros ofensivos.

—¿Y qué le dijo? ¿Fue un: ‘Oye, Toni, que yo te veo atrás’?

—Sí, porque al final por perfiles, por las características de los jugadores, nosotros jugamos mejor de cara. Le pasó también a Aguilera. Bueno, y a muchos laterales que ahora juegan ahí y en realidad son interiores o extremos reconvertidos. Porque la salida de balón la tienes muy buena, el control, el centro y luego el ser muy profundos.

—Riquelme es ahora un lateral reconvertido también. ¿Cómo le ve?

—Tiene unas condiciones maravillosas y está a un nivel extraordinario. Un chico que encima es vertical, tiene gol, va a portería, crea situaciones de peligro…

—¿Qué es lo más difícil en el juego para un interior cuando le reconvierten en lateral?

—Al final el carrilero tiene casi todo el fútbol de cara. Debes tener un buen físico, mentalidad, saber que tienes que cometer pocos errores en defensa, porque al final es lo que te penaliza mucho más. Y luego está tu aportación ofensiva con tus condiciones. Tu capacidad, tu dribbling si lo tienes, tus desmarques en profundidad...

—Estuvo trece años en el Atleti como jugador.

—Muchos, muchos (sonríe, dulce). De jugador creo que fueron once. En el Madrileño jugué una temporada y al año siguiente me pasaron al primer equipo.

—Ganó tres Copas del Rey y la Liga del doblete.

—Estuve en cinco finales y, tres que jugué, tres que gané (sonríe). Nosotros en el año del doblete coincidimos una generación que unió veteranía y mucha gente joven, con una edad muy buena para rendir a muy buen nivel, y dimos con un entrenador (Antic) que lo hizo todo bien.

—¿Cómo era entonces Simeone?

—Mi compañero de habitación. ¡Yo lo padecí tres años! (ríe).

—Fresnedoso lo tuvo en Segovia en el verano de 1996 y cuenta que no le dejaba dormir la siesta porque estaba buscando fútbol en la tele, el que fuera.

—¡Eso me pasaba a mí! No me dejaba dormir la siesta nunca. Me hablaba ya del rival al que tenía que marcar, cómo le iba a jugar, buscar la ventaja… ¡Era un pesado! Como es ahora, vamos… (ríe) Se le veía ya con una mentalidad bestial, a unos niveles… Igual que de entrenador. He visto a pocos compañeros con ese tipo de obsesión, mentalidad, carácter y personalidad en un campo.

—¿Con usted en las cenas terminaba siempre también hablando de fútbol moviendo platos y vasos en la mesa?

—Después de un partido, nosotros nos íbamos a cenar. Kiko, Solozábal... Y él siempre acababa con los bollos. Y le decíamos: ‘Tío, que el partido ha terminado, vamos a tomarnos un vinito’ (ríe). Sí, sí. Él no terminaba su partido nunca. Lo tenía aquí siempre (se señala la sien). El fútbol. En la mente.

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DANI SANCHEZDiarioAS

—¿Se le veía tan claro que apuntaba al banquillo?

—Lo bueno que tiene el Cholo es que se identifica con la entidad. Ha jugado, ha disfrutado con el club, ha conseguido éxitos. El Cholo conoce muy bien la casa, a los dirigentes y a la afición. Sabe. En un periodo muy diferente al de ahora, pero él sabe lo que es vestir la camiseta del Atlético. La exigencia, la presión, el carácter, el compromiso y el amor por esa camiseta. Él es un mensajero brutal para cualquier jugador.

—Usted se va del Atleti, pero enseguida vuelve. Tres años como director del fútbol base y tres como director deportivo. De hecho, fichó a Agüero...

—Yo no. Lo hizo Miguel Ángel Gil, que al final son él y el club los que deben dar el paso para llevarse a un jugador. Yo estaba en la secretaría técnica. Nosotros teníamos la información del Kun del Sudamericano Sub-17 al que iba ya con 16 años, con 15. Fue ahí cuando empezamos su seguimiento.

—En el invierno de 2011, Miguel Ángel contactó con usted y le dijo que tenía que llamar a Simeone, que le quería para el Atlético y que le quería para ya.

—Hice un poco de enlace. Él sabía de mi relación con el Cholo. Y también Simeone sabía de mi relación con Miguel.

—¿Y qué le dijo usted al Cholo?

—Le conté más o menos lo que quería Miguel Ángel. Fue ponerles en contacto para una reunión. El Cholo estaba esperando esa llamada desde hacía mucho tiempo. Hubo ese corto periodo que él tenía que entrenar allí en Argentina tres temporadas para poder hacerlo aquí, en Europa, pero él estaba dispuesto. No le pillé de sorpresa. Es cierto que Miguel Ángel me llamó para fichar a Diego, porque sabía de nuestra relación y amistad, pero estoy convencido de que si él hubiera levantado el teléfono y hubiese llamado al Cholo, la reacción de Diego hubiera sido la misma.

—Le pilló montando a caballo.

—Sí, eso me dijo. Y, bueno, ya sabes cómo es: no había terminado la llamada y ya estaba pensando. Yo creo que cuando se bajó del caballo... ¡ya estaba con los panecitos en la cabeza! Seguro. Conociéndole... Esa noche fijo que no durmió.

—¿Alguna vez se lo ha dicho? ‘Toni, lo que ha supuesto esa llamada…’.

—No. Yo la verdad es que le veo mucho. Cada vez que podemos nos juntamos y comemos y hablamos de todo. Con Kiko, con Solozábal. El Cholo nos aprecia mucho y nosotros a él.

—Ese núcleo que se formó del doblete.

—Nos juntamos mucho. Una cena por Navidad, comida...

—¿Ese fue el secreto de aquello? ¿La piña que aún sigue?

—Mira, fíjate que del año del doblete han salido muchos entrenadores. Molina, Santi, Penev, Simeone, Pantic, Paunovic, Ricardo, Fresnedoso, que también estaba en la Federación. Y directores deportivos. Caminero, Vizcaíno, también entrenador, Geli en el Girona... Doce, trece. Casi todos hemos seguido vinculados mucho a los banquillos.

—¿Y por qué?

—Digamos que éramos un grupo muy identificado con el fútbol. Al entrenar, para aprender, al competir, a jugar y tener las ganas de seguir vinculados.

—¿Pensó, cuando llegó el Cholo, que llegaría a estar tantos años aquí?

—Hombre, ¡es que eso no lo pensaría ni el Cholo! (ríe). Si haces balance de cuanto duran los entrenadores en un club y cuanto han durado en el Atlético..., ni él, de verdad, ni él. Evidentemente yo pensaba que sería un buen entrenador y que para el Atleti sería idóneo. Y eso también pensó Miguel Ángel, que es un crack también, el número uno en gestión.

—¿Y Ángel Torres? Desde 2008 hasta 2017 fue su director deportivo en Getafe.

—Es uno de los presidentes que más entienden de fútbol de la Liga. Como gestor es otro de los mejores.

—Tuvo a Luis como entrenador y a Simeone como compañero. ¿Se parecen en los modos? En la pasión, el transmitir...

—¿Luis y el Cholo? Algunas cosas tienen. Fue un aprendizaje el que tuvo el Cholo de Luis. El magnetismo de la personalidad de Luis era único. La forma en que te transmitía. Morías por él. Y te identificabas en el juego, o a lo mejor no, pero lo hacías. Luis era un genio y Diego tiene parte de cosas de Luis. Ya no solo en el terreno de juego o en los entrenamientos, que es muy difícil. Los tiempos avanzan. Ahora tienen unos preparadores físicos que te planifican de forma muy diferente a lo que había antes. Pero las charlas motivacionales que hacía Luis antes de un partido (silencio)… A lo mejor duraban menos de cinco minutos, pero te valían: no hacía falta que durasen una hora. O veinte minutos. Salías con los ojos encendidos desde que te montabas en el autobús. Y el Cholo tiene una virtud, que tiene una memoria…

—¿Sí?

—Se acuerda, yo creo, hasta de cuanto jugaba con doce años de un penalti que tiraron… Se le quedan muchas cosas en la retina y, encima, las recuerda calcadas. Yo no tengo tanta memoria (ríe).

—“Ganar, ganar, ganar y volver a ganar”. Tras la Eurocopa de 2008, se publicó un documental con charlas de Luis y esa frase. ¿Usted ya se la había escuchado antes en el Atlético?

—Sí, sí. Ese documental fue maravilloso, de una persona que había sufrido mucho para estar en la Selección. Que tomó sus decisiones y ahí estuvo el hombre, profesional, haciendo campeón a un equipo, formándolo, con un estilo idóneo con los jugadores que tenía.

—¿Simeone ya era tan cabalista como es ahora de jugador?

—Sí, eran igual de supersticiosos. El Cholo es igual. No vayas a un partido y le digas: ‘Voy a ver el partido este’. Y pierda el equipo o empate. ‘Ya no vas más’ (ríe). Y no te deja ir. O al entrenamiento. No vayas una semana en la que luego pierdan o empaten. ‘Ya no vas más’. Y que no se te ocurra ir. Son sus manías (sonríe).

—Hace unos días, Miguel Ángel ha reforzado los despachos con Óscar Mayo. ¿Qué le parece el fichaje?

—Miguel Ángel es un dirigente top. Trabaja al 200%. Su capacidad es brutal. Innova. Está innovando en muchas cosas. Y así puede competir con los grandes. Y creo que una de las mejores inversiones que ha hecho ha sido la del entrenador, la del Cholo. Y mantenerlo. Me alegro mucho. Y del tándem que hacen...

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