Sí a Manolo, no a Chen
La afición, en una suerte de plebiscito espontáneo, ha decidido por unanimidad, con ovaciones al entrenador y continuos cánticos contra la propiedad, durante el Espanyol-Celta.
Fue en plena verbena de San Juan, la más hermosa que recordarán los pericos, cuando a Manolo González lo sacaron literalmente a hombros del terreno de juego de Cornellà-El Prat. Casi medio año después de aquel 23 de junio del ascenso a Primera, el entrenador volvió a salir metafóricamente manteado por la masa social del Espanyol. Sucedió este sábado, el día en que merodeó el que hubiera sido el primer despido de su carrera en los banquillos, pero acabó saboreando la más generosa de las ovaciones.
Porque se la jugaba Manolo y encima él se la quiso jugar, con una marcha atrás de su libreto ofensivo y con apuestas arriesgadas, como la de un jugador que jamás había sido titular en Primera, Justin Smith, y otro que en el equipo blanquiazul aún no había actuado como ‘nueve’, Irvin Cardona. Un todo o nada que se tradujo en el primer triunfo desde el 5 de octubre y en un golpe sobre la mesa, pues el 3-1 ante el Celta salió a pedir de boca: estreno anotador de Cardona y de Walid Cheddira, reivindicación de Leandro Cabrera, celebraciones que demostraron el espíritu del colectivo y, como colofón, ovaciones al entrenador.
“¡Manolo, Manolo!”, se arrancó a cantar espontáneamente el RCDE Stadium cuando el triunfo ni siquiera estaba garantizado, y se repitió en diversas ocasiones, hasta ese final del encuentro en que el preparador se fundió entre la afición con los ojos vidriosos. “Si eres del Espanyol, lo entrenas y todo el estadio canta tu nombre, sientes un orgullo muy grande. Ni en el mejor de mis sueños lo habría imaginado. Les estaré agradecido toda la vida”, resumió, todavía emocionado.
¡Directiva, dimisión!
Esa unanimidad hacia el técnico del Espanyol contrastó con el sentimiento también común que despierta entre la hinchada el actual presidente y propietario, Chen Yansheng. Como si de un plebiscito hacia ambos se tratara, los cánticos de “¡directiva, dimisión!” o “dile que se vaya…” sacudieron la grada desde antes del pitido inicial, durante el encuentro, incluso después de los goles, y tras el festejo por la victoria, cuando un pequeño sector se plantó ante las oficinas del club, en los aledaños, para hacerse sentir.
Una protesta que va camino de convertirse en una rutina mientras Rastar Group permanezca al frente de la entidad, que se inauguró el jueves con la concentración ante la sede del consulado chino en Barcelona y que puede tener repercusión una vez se celebre, el próximo miércoles, la Junta de Accionistas.
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