Setién y el Espanyol de su pupilo Braithwaite saltan sin red
El danés, a quien se llevó al Barça, recibe a un técnico en entredicho dos semanas después de su llegada al Villarreal. Vuelven Gerard y Morlanes. El Espanyol huye de un parón en descenso.
Lo normal es que un club cambie de entrenador cuando está inmerso en una crisis que cree irreversible, o si considera agotado un proyecto y decide emprender otro. Esto último le sucedió a priori a Diego Martínez, quien cinco meses después ve cómo el plan del Espanyol, si lo hay, pasa por la permanencia. Más insólito aún es lo de Quique Setién, rescatado de entre sus famosas vacas en Liencres para capitanear a un Villarreal ganador, el que Emery dejó de improviso rumbo a la Premier. El resultado es que unos y otros alcanzan en aprietos el irreal ecuador de esta Liga asimétrica (sigue el partido en directo en AS.com).
Dos horas y 20 minutos tarde salió ayer a entrenarse el conjunto ‘groguet’. “Quique, vete ya”, le había cantado ya el domingo la grada a un Setién que en dos semanas solo ha dirigido cuatro partidos, únicamente dos de Liga, si bien es cierto que no ha ganado ninguno. Muestra de que la posesión no lo es todo en el fútbol. La baza del cántabro para no salir del Submarino tal como entró, y para no descabalgar a su equipo de la lucha europea, puede estar hoy, cosas de la vida, en un Gerard Moreno de corazón perico que ante el Mallorca regresó a una convocatoria dos meses después aunque sin minutos. Otro experico, Morlanes, también regresa tras cumplir dos partidos de castigo. Pero, curiosamente, el jugador al que más tiempo ha dirigido Setién no estará en el Villarreal, sino en el Espanyol: Braithwaite.
Se puede decir que si el danés, inminente mundialista, juega ahora de blanquiazul es en parte gracias al técnico que lo pidió para el Barcelona, aquel febrero de 2020, fuera de los límites del mercado, cuando se lo permitió la lesión de largo alcance de Dembélé. “No solo es buen futbolista, sino que le funciona bien la cabeza”, esgrimió. Otra cuestión es que le diera bola, pues apenas jugó con él 406 minutos e hizo un gol. Pero permitió que descubriera la Ciudad Condal, que no quisiera abandonarla, y que finalmente quisiera recalar en el RCDE Stadium.
Y en ese escenario flirtea el Espanyol con unas llamas del descenso que ha ido evitando durante 13 jornadas, mala suerte sería que cayera en ellas justo cuando llega un parón de casi dos meses, que acabará en Nochevieja con el premio Gordo de un derbi. Solo una victoria le alejará con total seguridad del abismo, lo cual es mucho decir en un equipo que lleva dos en todo el campeonato, y cinco puntos sobre 18 posibles en casa. Y que, a pesar de las alegaciones, no podrá contar con Cabrera, que había disputado todos los minutos, por la roja que vio en un Metropolitano donde se agarraron los pericos a una heroica que esperan les sirva de empuje. Como la cosa va de centrales, tampoco estará Pau Torres, quien ante el Mallorca vio la quinta amarilla. Es el cierre del Apertura, como rebautizó Diego Martínez este campeonato dispar. Y sucede en Cornellà.