Rayo Vallecano

Sergio Cunningham: “Voy por Vallecas y aún recuerdan a mi padre”

El West Brom homenajeará este sábado a Laurie Cunningham en su amistoso ante el Rayo. Se miden su primer y último equipo profesional. Su hijo Sergio estará en el palco y, antes de partir, reivindica a un futbolista único. Del que transmite sus valores como técnico en La Guindalera.

Sergio Cunningham posa para AS junto a las botas de su padre, que se encuentran en el bar ‘Puerto de Mar’, y al mural de la ADRV.
Maite Martín
Redactora de fútbol del Diario AS desde 2007 y licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. El fútbol modesto y las historias que esconde son su pasión. Por eso el Rayo la atrapó y el deporte paralímpico la enamoró.
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Sergio Cunningham (Madrid, 1988) vive a escasos cinco minutos del estadio de Vallecas, donde su padre, Laurie, jugó en la 1986-87 y la 1988-89, consiguiendo un ascenso a Primera, aunque su mayor legado fue su lucha contra el racismo. La afición del Rayo le ha convertido en un símbolo de los valores que defienden la Franja y el barrio. También Sergio, cuando jugaba en las categorías inferiores del Atlético, recibió insultos racistas. Por eso cree en la educación como herramienta para un futuro mejor. La esencia de Cunningham sigue viva con su hijo. Su sonrisa, sus gestos, son una ventana al pasado. A un jugador único, que ha inspirado libros, obras de teatro, estatuas... y que nos dejó demasiado pronto para ser eterno.

—¿Por qué será especial el West Bromwich Albion-Rayo?

—Se enfrentan su primer equipo profesional y el último. Será especial para él, que lo estará viendo desde arriba, y para mí, que soy rayista y vivo en Vallecas. El West Bromwich Albion me ha invitado al partido. Es un gran detalle, después de que mi padre falleciera hace 36 años. Es la diferencia entre el fútbol inglés y el español. Allí es un deporte de caballeros y no se olvidan de las leyendas. Aquí lo hacen más los aficionados que los clubes. Deberíamos aprender mucho de ellos. Será un orgullo estar en el palco el sábado.

—¿Cuál es su plan?

—Ir a ver a mis tíos y primos a Londres y luego, a mis amigos a Birmingham. También quiero visitar la tumba de mi padre. Yo no lo conocí, tenía año y medio cuando murió, pero saber que está ahí es muy especial. Cuando falleció su amigo Cyrille Regis (integrante de The three degrees, junto a Brendon Batson y su padre) en 2018, le hicimos un homenaje en el campo del West Bromwich Albion y, mientras hablaba el cura, se posaron dos cuervos negros en la barandilla hasta que terminó la misa. La afición dijo que eran ellos. Lo sentimos todos los allí presentes.

—Su convocatoria con Inglaterra le convirtió en un símbolo de la lucha contra el racismo...

—Mi padre debutó en una época donde el racismo era bestial. Los directivos de los clubes creían que los negros no tenían resistencia y que no jugaban bien en el barro. Michael Robinson decía que gracias a Cunningham los niños negros pudieron soñar con ser alguien. Por ir con la selección inglesa le amenazaron de muerte, le mandaron una bala por carta, le quitaron los frenos del coche en una ocasión, atentaron en su casa con cócteles molotov...

—¡Madre mía!

—Cuando jugaba en las filas del Leyton Orient se enfrentó al Millwall, uno de los equipos más racistas de allí, y marcó. Fue hacia una de las gradas y levantó el puño en plan black power. Los aficionados saltaron a pegarle y tuvo que intervenir la Policía. Hubo disturbios en la calle y en los periódicos le echaron la culpa a mi padre por provocar. Vino al Real Madrid y no sintió ese racismo para nada. Su hermano bromeaba: ‘En España hay dos negros, tu padre y yo’ (risas). A veces mi tío salía de fiesta y al día siguiente sacaban: ‘Cunningham fiestero’. ¡Y él estaba en casa!

Sergio Cunningham: “Voy por Vallecas y aún recuerdan a mi padre”
JESUS ALVAREZ ORIHUELA

—Ellos se parecían físicamente. Usted también...

—Todo el mundo me dice que soy exacto, sobre todo en los gestos, la forma de pensar... Es sorprendente que hasta la gente joven del Rayo conoce a mi padre. Hace un par de años, vendía coches y una aficionada de 24 o 25 años leyó la chapita con mi nombre y me preguntó: ‘¿No serás el hijo...?’. La gente del Rayo se parece mucho a Inglaterra, porque aquí los padres enseñan a sus hijos la historia y eso es importante. Muchas veces voy con la camiseta (luce Cunningham en la espalda) por Vallecas y la gente me dice algo de mi padre. Muchos aún le recuerdan.

—Usted le ha descubierto por los testimonios de familia y amigos. ¿Qué le han contado?

—Destacan su humildad, su sonrisa y tenía detalles con todo el mundo. ¡Hasta regalaba pines a los periodistas después de las entrevistas! Cota se sabe un montón de anécdotas. Mi padre le decía: ‘Vas a ser el futuro lateral derecho de la Selección’. Cota también me contaba que todas las mujeres de los futbolistas querían bailar con él. Bailaba igual que jugaba, porque llevaba la música en la sangre.

—Así, bailando en Joy Eslava, conoció a su madre, Silvia.

—Mi madre es una guerrera. Muy fuerte. Con 30 años, sacó a su hijo adelante y tuvo que soportar la pérdida de su marido en un trágico accidente, el entierro, el traslado del cuerpo... del que, por cierto, se hizo cargo el Rayo. Antiguamente el club tenía esos detalles. Nos llamaba y se preocupaba por nosotros. Desde que cambió la directiva, cambió todo.

“Robinson decía que gracias a mi padre los niños negros pudieron soñar”

Sergio Cunningham

—Su padre era el ojito derecho de Felines...

—Fue un entrenador especial para él. Mi padre venía de saltar por varios equipos, de lesiones, del asesinato de su cuñada y sus sobrinas... y gracias a él recuperó la ilusión por el fútbol. Felines tenía muchas expectativas puestas en él y le ayudó un montón.

—Su madre le recuerda con cariño...

—Siempre dice que bailó un pasodoble con Felines en la boda de Capón, que fue mi padrino. A mi madre no le gusta el fútbol, pero en Vallecas se lo pasaba muy bien por el ambiente. Me contaba que los aficionados llevaban guisos y los repartían con otra gente del campo. De hecho, cuando mi madre conoció a mi padre no tenía ni idea de que era futbolista. Y él no le dijo nada. Se enteró ella...

—Se habló de un partido homenaje entre Real Madrid y Rayo, pero nunca se llevó a cabo.

—Nunca se pusieron de acuerdo y me gustaría que lo hicieran. El Madrid se fijó en él en un partido contra el Valencia de Kempes y se convirtió en el fichaje más caro del club blanco. Él era a quien necesitaban para ganar la Séptima y jugaron la final contra el Liverpool (1981), pero la perdieron.

—¿Hay algún jugador ahora que se parezca a su padre?

—No veo a otro que se mueva con esa elegancia, con el cuerpo erguido, que corriera de puntillas, que la pegara con la izquierda y con la derecha, con ese salto... ¡Había quien decía que saltaba más que Santillana! Quizá pueda ser algo parecido a Vinicius, pero tampoco.

Sergio Cunningham: “Voy por Vallecas y aún recuerdan a mi padre”
JESUS ALVAREZ ORIHUELA

—¿Cuál es el mayor tesoro que conserva de su padre?

—Fotos. Me gusta abrir el álbum y ver en las que estamos juntos. También tengo varios VHS, pero cuando era pequeño grabé encima de uno un capítulo de los Simpsons por error. Me dolió no poder recuperarlo.

—Su abuela Melbys tenía en Jamaica un auténtico museo...

—Ella conservaba trofeos, camisetas que se cambiaba con los rivales... Mi abuela fue una luchadora total. Vivió cosas muy fuertes. Emigró a Londres en una época muy complicada, descubrió los cuerpos de su nuera y sus nietas asesinadas, luego perdió a su hijo con 33 años en un accidente de tráfico... De hecho, cuando pillaron a mi padre en la discoteca Pachá y el Madrid le multó con un millón de pesetas, no iba a bailar sino a ver a su hermano en un reservado. Hacía un mes que habían asesinado a su mujer y sus dos hijas, degolladas en la bañera. O los hermanos se veían ahí o ya no lo harían en meses porque mi tío cogía un vuelo a Jamaica...

—¡También el bar rayista Puerto de mar posee algo de Cunningham!

—Sí, unas botas de mi padre de la final de la FA Cup que jugó y ganó con el Wimbledon en 1988, equipo en el que jugaba el también actor Vinnie Jones. Antes de que estén en mi casa prefiero que estén aquí y las puedan ver los aficionados. Es una forma de mantenerlo vivo.

—Usted es rayista, ¿cómo ve esta histórica temporada?

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—Hay que ir paso a paso, pero estamos muy ilusionados. Me preocupa lo que a todos, el tema del estadio, si va a estar o no, si en un futuro se lo van a llevar de aquí o no... Iñigo ha hecho un trabajo espectacular e Isi es mi favorito. Se deja el alma, que es lo que queremos.

Fue el fichaje más caro del Real Madrid

Laurie Cunningham (Londres, 1956-Madrid, 1989) fue el fichaje más caro del Real Madrid durante una época, después de que los blancos pagaran al West Bromwich Albion cerca de un millón de libras esterlinas en el verano de 1979. “Hay gente que aún dice que es el mayor talento que ha dado el fútbol británico, por su físico, sus cambios de ritmo, sus córners con el exterior... No tuvo suerte con las lesiones, por eso no llegó a entrar entre los mejores de la historia del fútbol, pero aptitudes tenía de sobra para haberlo hecho”, defiende su hijo Sergio.

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