Rodrygo y Benzema hacen pareja
Rodrygo y Benzema engarzan cada día mejor. Sin Karim, el brasileño le suplió. Con él de vuelta, le complementa. La del Martínez fue la 12ª asistencia, de sus 26 como madridista, del de Osasco al francés.
“La idea era tener movilidad arriba. Karim se mueve mucho por ahí también”, explicaba Ancelotti al ser cuestionado por el rol de Rodrygo contra el Elche. El papel decía que el brasileño era extremo en un 4-3-3. La realidad, un día más, le hizo engarzar con Benzema entre líneas, reconvertido a segundo delantero casi a tiempo completo en un 4-4-2 muy cambiante. Para las grandes noches, Valverde es innegociable, la sala de máquinas se recita de memoria y la izquierda es territorio Vinicius. De manera que Carletto ha encontrado una fórmula en su laboratorio particular para que todos cohabiten: Benzema y Rodrygo deben hacer pareja.
El fútbol de ambos se entiende de manera similar y ello les hace engarzar con facilidad cuando comparten baldosa. Inteligentes con y sin balón, Rodrygo y Benzema comparten querencia por la pared para desenquistar defensas y por la asociación como medio para encontrar el gol. Sin adornos que les alejen del objetivo, pero dibujando jugadas para enmarcar. La pincelada maestra fue el tanto del lionés en el Martínez Valero. Karim encontró a Rodrygo y este le devolvió el balón de tacón, con el retrovisor activado, para que el Balón de Oro celebrase el galardón con sonrisa socarrona tras encontrarse con el VAR hasta en dos ocasiones. Una dinámica que no es novedad, puesto que de las 26 asistencias del brasileño como madridista, 12 han tenido a Benzema como destino, más del 46 %. Una pareja de hechos.
La lesión de Benzema sirvió de plataforma de lanzamiento para Rodrygo, que le suplió como ‘falso nueve’. A su vuelta, Ancelotti le está probando como complemento y hay sintonía. “Fue un partido un poco raro, después del gol de Karim estábamos bromeando y diciendo, ‘seguro que lo anulan’”, decía el de Osasco en zona mixta, tras mostrar otra sonrisa a la hora de hablar de su posición en el campo. “Ni yo sé de lo que juego. El míster me pide moverme mucho. Empecé en banda, pero me gusta jugar por el centro. En movimiento me siento mejor”, se autoanalizó. Su mapa de calor es la mejor prueba de esa enorme presencia en la zona central. Y en sus excursiones, Benzema siempre está dispuesto a devolverle la pared. Y viceversa. El Rodrygo de las sensaciones por encima de los números ha dado paso al de las certezas. “Nunca había visto jugar a un equipo como el Madrid”, dijo Almirón tras el choque. Sin esa conexión del ‘9′ y el ‘21′, que fue el futbolista que más regates (3) y pases en el tercio del campo rival (24) completó, el fútbol blanco hubiera tenido menos quilates.
Con el doblete de asistencias (la otra a Asensio sobre la bocina del choque) son ya cuatro en Liga para Rodrygo, empatado con Mikel Merino al frente de esa tabla, y cinco en total. Una generosidad complementada con sus cinco tantos totales, cuatro de ellos en competición doméstica. Si hasta ahora la Champions había sido el coto de caza favorito para el paulista, milagros varios incluidos en la ruta hacia la Decimocuarta, este curso está poniendo el foco en terreno liguero. En la 2021-22 marcó cuatro goles y repartió cinco asistencias en Liga; en esta ya son cuatro y cuatro. Cada 83 minutos, el brasileño participa directamente en un gol esta campaña y en los últimos ocho encuentros, ha tenido incidencia directa en siete tantos.
“Cuando pienso en Rodrygo pienso en un jugador extraordinario y contundente. El año pasado lo hizo mejor saliendo del banquillo. Esta temporada ha mostrado que empezando los partidos también lo hace muy bien”, aseveraba Ancelotti en la previa del Clásico. Contra el Barça apostó por su papel reactivo para la segunda parte... y tuvo tiempo de forzar y marcar el penalti del 3-1. La pareja del año pasado fue Vinicius-Benzema, pero Rodrygo, con permiso de un Valverde que representa una versión futbolística más contundente y desbocada, quiere que este sea una cosa de tres. O de dos, si Vini tiene una noche más descafeinada como la del Martínez Valero.