Rodrygo planta cara
El brasileño completó su mejor partido de la temporada en Vallecas. Gol, asistencia y líder en todos los aspectos ofensivos... desde la izquierda.
Un Rayo en Vallecas. Con el Madrid sesteando, prácticamente noqueado, apareció Rodrygo. En un partido donde los blancos iban derechos a la derrota, el de Osasco lo encauzó desde la izquierda. Su sitio. Y el de tantos. Ahí radica parte del problema. Pero esa es otra historia. De inicio Ancelotti le pidió ser más delantero y menos extremo, pero en cuanto se adueñó del perfil zurdo, recuperó la sonrisa. Marcó y asistió. Algo que no hacía, ni lo uno ni lo otro, desde el 24 de septiembre. Parece mucho, quizá no es tanto. Porque en esos 81 días ha enlazado hasta tres lesiones musculares que han minimizado físico y rendimiento. “Ha vuelto a su mejor nivel”, sonrió Ancelotti. Sin Mbappé ni (de inicio) Vinicius, Rodrygo.
El 11 fue el desfibrilador de un Madrid moribundo. Antes de ponerle guinda a su noche con un zurdazo que Ratiu convirtió en imparable, el por entonces 2-3, se había puesto el traje de cocinero. De su bota nació el empate de Bellingham. De una maniobra desde, cómo no, la izquierda. Acomodó el balón con la derecha en el punto de penalti y allí apareció la cabeza de Jude para seguir repartiendo abrazos de gol (ya son seis jornadas consecutivas). También trazó las líneas maestras de una jugada que Güler no enjauló por poco y acarició el tanto con un centrochut impedido por Batalla. Lo tangible, el gol y la asistencia, lo demás, una noche de mucho desborde y liderazgo.
Rodrygo se colgó la medalla de oro en ocasiones generadas (tres), remates a portería (dos), regates completados (cuatro, los mismos que el resto de titulares en conjunto) y pases exitosos en el último tercio del campo (21). El Rayo estuvo cómodo, asociativo y participativo. Fue el atacante que más intervino en el juego (67 toques de balón), por delante de Güler, Bellingham y Brahim. En tierra hostil, Rodrygo fue el más clarividente. En su primer gran partido de la temporada. Necesario para quitarle el tapón a un talento incuestionable. Un partido fogoso. Desde la izquierda. No es casualidad.
La llegada de Mbappé ha cambiado el panorama. Para el de Osasco y para el Madrid. Carletto ha probado el tridente, el rombo que deja sólo dos espacios en punta (Kylian y Vinicius), el 4-2-3-1 que ahora se está imponiendo. En cualquiera de los esquemas busca hueco a Rodrygo (1.218 minutos). Pero Rodrygo no siempre ha encontrado su hueco. No esta temporada, donde lleva cuatro goles y tres asistencias en 19 partidos. En parte por una polivalencia en ocasiones ‘cargada por el diablo’. Para Ancelotti “es una virtud que sea un comodín, que pueda jugar en muchas posiciones y siempre bien”, como deslizó hace dos meses. Pero una virtud que le resta estabilidad. La mejor manera de lograrla son noches irreverentes y con tino, como Vallecas. La mejor forma de acallar, aunque para Ancelotti sea inaudible, cualquier runrún. Para demostrar que está listo para presentar batalla.
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