Raíllo, el escudo del Mallorca
Tras sus trifulcas con Vinicius está el capitán que renovó primero en Segunda B, después con un descenso seguro, que ha vivido tres ascensos y que firmará hasta 2026 para retirarse en Palma.
Poco tiene de pendenciero, y mucho de líder y de trabajador del fútbol, un Antonio Raíllo (Córdoba, 08-10-1991) que salta cíclicamente a la palestra cuando le toca lidiar con el Real Madrid, es decir, con Vinicius Júnior. Con reproches dialécticos, primero, y el domingo también con escudos de por medio. Todo nace la temporada pasada, lejos incluso de las omnipresentes cámaras, cuando el atacante les desea el descenso. No se arruga el capitán del Mallorca, tan acostumbrado a estar en varios frentes a la vez que hasta los 13 años, militaba no en uno ni en dos, sino en hasta tres equipos a la vez (uno de fútbol sala, otro 7 y otro, fútbol 11), con los que compaginaba un sinfín de entrenamientos y partidos a la semana.
Fue en esos inicios, concretamente durante la semifinal de un torneo sectorial, cuando recibió desde la grada el apodo de Mendieta, por la melena que lucía al estilo del exfutbolista de Valencia o Barcelona, y que se cortó sin que, como a Sansón, se resintiera su juego. Lo de no echar raíces, aunque ya solo jugara en un solo conjunto, continuó con los años, en los que pasó por el Séneca y el Pozoblanco, para debutar en Tercera con la mayoría de edad recién cumplida, y saltar en cursos consecutivos al Betis B y el Córdoba B. Hace una década recaló en el Espanyol, donde parecía haber encontrado su lugar. El de un central espigado, lúcido en el juego aéreo, útil en el balón parado, con aseada salida de balón.
Dos temporadas como indiscutible en el filial, a las órdenes de Sergio González, y una capitanía le sirvieron en 2015 para ganarse una ficha profesional sin haber siquiera debutado en Primera, y para renovar hasta 2018. Se estrenó de inmediato, llegó a jugar en el Camp Nou, contra el Barcelona, lo que llevó a sus padres a comprar unas entradas para el Real Madrid-Espanyol del 31 de enero de 2016, que nunca llegaron a disfrutar. Ese mismo día, cosas de la vida, vestía por primera vez la camiseta de la Ponferradina, donde acababa de recalar a préstamo. Y ante un rival premonitorio: el Mallorca.
Sería ese verano siguiente cuando recalaría en el club bermellón, por lo que coincidirían en apenas año y medio los mejores pasos de su carrera profesional con los peores a nivel grupal, ya que encadenó dos descensos a Segunda B. El que vivió como mallorquinista mostró cómo es Raíllo: quedó señalado por parte de la afición, y sin embargo apostó por renovar.
Fue un paso atrás para tomar impulso. Para protagonizar, desde la llegada de Vicente Moreno, que ha sido el entrenador clave de su carrera, tres ascensos, casi tantos como los que lleva su hermano Manuel, actual futbolista del Montijo, en un fútbol amateur en el que también jugó su padre. Y para renovar hasta 2024 cuando le quedaba una sola jornada para volver a bajar a Segunda y la mayoría de futbolistas habrían aprovechado para buscarse otro destino.
Por eso es el capitán, por ello supera ya los 200 partidos oficiales con el Mallorca y por eso se empeñó, tras lesionarse de gravedad en la pretemporada de 2021, en recuperarse en solo dos meses tras una operación de tobillo. Se llevó a Palma a un preparador físico de confianza desde Barcelona y lo consiguió, jugando eso sí infiltrado hasta el final de la campaña, una vez asegurada la permanencia. Se encamina ahora a ampliar su contrato hasta 2026.
“Raíllo es un ejemplo para todos, especialmente para los más jóvenes; es el gran exponente de este club”, proclamaba hace solo unos días Alfonso Díaz, el CEO de Negocio de los bermellones. “Si me tengo que ir a la guerra, que sea con mis compañeros”, expresó tras su anterior renovación, en una frase que resume de fábula ese liderazgo vehemente que lo ha llevado, entre otras muchas acciones, a enfrentarse repetidamente y sin titubear a una estrella como Vinicius. Al fin y al cabo, él era Mendieta. Y su intención, padre ahora de dos hijos, es retirarse en el Mallorca. Cada día más próxima a firmarse.