¿Quién caerá primero? LaLiga ya busca a su primer destituido

Cada temporada en LaLiga llega inevitablemente una incómoda pregunta: ¿quién será el primer entrenador destituido? Más allá de la anécdota, este hecho suele convertirse en un termómetro de la paciencia de los clubes y del margen real que existe para construir proyectos en un entorno tan competitivo. En la campaña pasada, Luis Miguel Carrión fue el primero en caer: la UD Las Palmas prescindió de él el 8 de octubre, coincidiendo con el segundo parón de selecciones, cuando el equipo canario marchaba colista con 3 puntos de 27 posibles y aún sin conocer la victoria. Con cinco jornadas disputadas en la temporada 2025/26, las miradas comienzan a posarse sobre varios entrenadores que atraviesan un inicio dubitativo.

En este inicio de curso, los resultados han puesto bajo la lupa a entrenadores con trayectorias muy diferentes, pero con un mismo denominador común: la falta de margen. Jagoba Arrasate afronta apenas su segunda temporada en el Mallorca y ya convive con dudas por un arranque irregular; Sergio Francisco debuta en la élite al frente de la Real Sociedad tras su paso por el filial; y Veljko Paunović empieza a generar dudas en el regreso del Real Oviedo a Primera División tras 24 años. Incluso proyectos consolidados como el de Míchel en Girona han comenzado con tropiezos, y la contundente derrota ante el Levante en Montilivi evidenció que la exigencia es ahora mayor y que los plazos de paciencia pueden ser más cortos. Cada caso tiene matices propios, pero todos comparten un escenario en el que cinco jornadas bastan para encender las alarmas.

El arranque del Mallorca ha sido negativo tanto en lo deportivo como en la gestión del vestuario. Tras el empate 1-1 ante el Atlético de Madrid en la quinta jornada, el equipo solo suma dos puntos en cinco partidos, un balance que evidencia falta de solidez y escasa pegada ofensiva. A esta mala dinámica se suman tensiones recientes dentro del grupo: la sanción al capitán Dani Rodríguez tras sus críticas públicas a Arrasate, el malestar de Pablo Maffeo, que presionó para salir este verano sin conseguirlo, y la marcha de Cyle Larin, cuya salida generó descontento por el vacío que deja en ataque y por la forma en que se resolvió su futuro. Un escenario que combina malos resultados con fracturas internas y que deja al técnico en una posición cada vez más frágil.

En Donostia, el salto del filial al primer equipo no está resultando sencillo para Sergio Francisco. La Real Sociedad cayó 3-1 ante el Betis en La Cartuja en la quinta jornada y acumula ya tres derrotas consecutivas, un balance muy por debajo de las expectativas de un club que aspira a reencontrarse en puestos europeos. El técnico reconoció que “es difícil asumir tanto golpe a nivel emocional”, un reflejo de la fragilidad que está mostrando el equipo cuando se ve por detrás en el marcador. A nivel táctico, las pérdidas en campo propio y la falta de contundencia en las áreas penalizan en exceso, mientras que la plantilla todavía parece en proceso de asimilar los automatismos del nuevo entrenador. Francisco, que llega con crédito desde el filial, necesita una reacción inmediata.

El regreso del Real Oviedo a Primera 24 años después se ha visto ensombrecido por un arranque muy pobre, que deja a Paunović en el punto de mira. El mercado, que arrancó con ilusión, acabó decepcionando a los aficionados carbayones, al no cerrarse un delantero en los últimos días. Además, algunas decisiones del entrenador serbio han levantado críticas: la apuesta por Ilić en la mediapunta, los escasos minutos a Santi Cazorla o la salida de Alemão para traer a un Rondón de 36 años generan dudas sobre la planificación.

En el césped, los números son alarmantes: solo 3 puntos de 15 posibles, con una única victoria ante la Real Sociedad en la jornada 3 (1-0) y cuatro derrotas, incluida la dolorosa caída este fin de semana ante un Elche que partía como un rival por la permanencia, pero que, con Sarabia a los mandos, suma 9 puntos y da sensación de ser un equipo mucho más hecho y competitivo de lo esperado. El déficit ofensivo es evidente: un gol en cinco partidos, siendo además el segundo equipo de las 5 grandes ligas que menos remata (7,2 tiros) y el tercero que más recibe (18,8). La inmediatez además no da tregua: la jornada intersemanal trae la visita del FC Barcelona al Tartiere, un escenario poco propicio para revertir la dinámica.

El Girona ha firmado un inicio desastroso y ocupa el último puesto de la clasificación con solo un punto de quince posibles. El equipo acumula cuatro derrotas y un empate y ha encajado goleadas tan sonoras como el 5-0 frente al Villarreal en La Cerámica y el 0-4 ante el Levante en Montilivi, encendiendo todas las alarmas. La marcha de Yangel Herrera, que pidió salir y finalmente se fue, dejó un hueco importante en el centro del campo, y los fichajes aún no se han asentado en la dinámica del grupo. El proyecto que hace dos temporadas sorprendió a toda Europa se ve ahora lastrado por errores defensivos, desconexiones en ataque y una falta de confianza evidente. Lo que fue un ascenso meteórico a la élite amenaza ahora con convertirse en un impacto igual de devastador, que puede marcar el fin de la etapa de Míchel en Montilivi.

Casos como el de Míchel, Arrasate, Sergio Francisco o Paunović evidencian que la paciencia en LaLiga es mínima. En los últimos cursos, entrenadores como Luis Miguel Carrión en Las Palmas o Quique Setién en el Villarreal comprobaron que la continuidad en el banquillo puede desmoronarse en cuestión de semanas. Este año, tras solo cinco jornadas, varios proyectos ya muestran síntomas de debilidad y la sombra del cese planea sobre más de un técnico. Distintos contextos, mismos desenlaces: en una competición gobernada por la urgencia, basta un mes de liga para que el verano de promesas se convierta en otoño de destituciones.

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