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REAL VALLADOLID

Pezzolano, líder en ‘usies’

El técnico fue uno de los más demandados por el público del Real Valladolid en las fotos posteriores al primer amistoso de pretemporada.

El entrenador fue de los más demandados para las fotos posteriores.
J. D.

El primer partido de cualquier pretemporada siempre tiene un punto de ilusión, casi infantil, por el reencuentro con los jugadores que a uno le hicieron disfrutar (o no) y por los nuevos fichajes (que parece una redundancia, pero no lo es: el Real Valladolid tiene fichajes que no lo son y uno que sí). Genera ese gusanillo suficiente como para conducir hasta Segovia, cerca, pero con un sol de justicia y temperaturas altas a pesar de saber que lo normal es que el juego sea romo y poco vistoso.

Cuando uno se rige por la ley marcial de Paulo Pezzolano y de su cuerpo técnico, la exigencia física es grande y no hay apenas tiempo para el resuello, y si no, que se lo pregunten al puñado de jugadores que, acabado el partido, completaron varios ejercicios sobre el mismo césped de La Albuera. “No vamos a aflojar”, decía el técnico mientras esto sucedía, no como promesa a Leo Harlem, protagonista hace años de una campaña de abonados cuyos números ya habría querido que fueran semejantes a los de la actual, sino porque así se trabaja bajo su mando. El gesto se relaja, no obstante, cuando el deber se ha cumplido, como así se vio.

Algunos jugadores hicieron ejercicios en La Albuera al acabar el amistoso.
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Algunos jugadores hicieron ejercicios en La Albuera al acabar el amistoso.J. D.

Además de los periodistas, en el verde, al entrenador le esperaban aficionados deseosos de hacerse fotos con él, de esas para las que ahora se utilizan diferentes términos en inglés. Vale, sí, es verdad: Bad Bunny, reconocido poeta de nuestra era, cantaba en aquella canción que se popularizó (más todavía) cuando la bailo Roque Mesa “vamo’ a tirarno’ un selfie”, pero uno, que es más del optimismo crónico de Ted Lasso que del polifacético Benito (que, para quien no lo sepa, es también luchador de wrestling en la WWE), ha aprendido a llamarlos también ‘usies’, fotos grupales en las que, además, aquel del que uno es seguidor le entrega el teléfono a este para que la saque él. Como el entrenador, puede que Sylla desconociera el término; ahora, fotos de esas se hizo unas cuantas, y sin perder la sonrisa un segundo.

Mientras André Ferreira entregaba sus guantes a un niño, Anuar, previsible capitán para la temporada que entra, respondía a un pequeño en la grada que no podía darle la camiseta -como para hacerlo después de tanto lío...-. La disculpa sonaba sincera, como sincera fue su alegría al reencontrarse con Manuel Retamero, técnico que le entrenó en el Real Valladolid Promesas hace más de una década y que se acercó a presenciar el partido, como hicieron otros exblanquivioletas como Luis Mariano Minguela, que encontró sitio más fácilmente que algún integrante del staff. Allí donde ponía “reservado Real Valladolid”, alguno de los más veteranos del lugar decidió responder “esa es tu opinión” y tomar asiento (lo que no dejó a los otros sin él: se resignaron y se sentaron apenas un par de filas más abajo del sitio asignado).

En la zona de banquillos no cabían todos, pero sí presenciaron de cerca los suficientes uno de los momentos divertidos del partido: cuando en la primera parte un enfadado Ramsés Gil (entrenador local) pegó un pelotazo al balón y lo mandó lejos, muy lejos. Durante unos instantes, Pezzolano lo miró, con el rictus idéntico al de la Gioconda, como si jugaran a “quien se ríe pierde”, intentando escudriñar el motivo del enfado. No hubo ni pique entre ellos ni falta de respeto, tampoco a la hora de comentar la jugada con sus asistentes, cosa que hizo, pero con la naturalidad de un amistoso amigable, como lo fue la Gimnástica Segoviana con la expedición vallisoletana.

De esta fue parte también Bruno Mazziotti, rebautizado como “Mazzionni” por algún infatigable seguidor vallisoletano de esos que no se pierden una. La confusión con el apellido del gerente global del fútbol del Real Valladolid no fue la única que hubo en la grada, puesto que, para hacerse el ‘usie’ con Pezzolano, uno de los muchos niños que había en el campo tuvo que dejar su padre la pancarta que llevaba en la mano, en la que le pedía la camiseta... a Álvaro Negredo. La anécdota es una de esas cosas que pueden pasar en verano, que la vuelta a la normalidad, o algo que se le asemeja, pesa; así le sucedió a más de uno de los blanquivioletas. Lo bueno es que aun así hubo muchos. Pese al sol, pese a la falta de fichajes o a pesar de cualquier otro pesar, ahí estaban. Listos para dar el pistoletazo de salida a otra pretemporada de Primera.

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