Pepe Mel: “No hizo falta abrirle la puerta a Pedri y Moleiro; la tiraron a golpes”
Las Palmas visita el Benito Villamarín este domingo. “El espectador neutral disfrutará este partido”, afirma. “Todo me acerca al Betis”, insistió también.
Por ser, Sevilla tiene ese color y olor especial y característico tantas veces cantado, narrado, vivido y bailado. Es una ciudad que se siente. La visitas y, entre la Giralda o Triana, ese barrio con un embrujo y duende que no se puede aguantar, imponente la Torre del Oro como testigo mudo y colosal de todo lo que pasa, te quieres llevar un cachito a casa. Tanto le gustó a Pepe Mel que, desde que la cató bien en 1989, cuando fichó por el Betis siendo futbolista, se la quiso llevar entera. No pudo pero invirtió los papeles. Allí se quedó. “Vivo en Sevilla, mi familia tiene aquí su residencia”, dice al otro lado del teléfono desde la capital andaluza, donde anda poniéndose al día y recuperando también el tiempo perdido. “En mis casi cuatro años en Gran Canaria mi hija se quedó aquí”, recuerda con algo de nostalgia.
Ahora, para su desgracia, la falta de un banquillo le da todo el tiempo del mundo para escribir y ver partidos de fútbol. “Por supuesto el que de este domingo es especial para mí”, dice refiriéndose al Betis-Las Palmas. “A nadie le sorprende si digo que, obviamente, a mí me acerca todo al Betis. He pasado más de 10 años en esa casa. Por todos los amigos y lo vivido allí, siempre le deseo lo mejor. Por otro lado, la Unión Deportiva Las Palmas también es muy especial para mí”.
De Gran Canaria, donde dejó huella pese a la abrupta salida en forma de destitución, tiene gandísimos recuerdos. Le dio cuerda a Pedri y Moleiro y cumplió “perfectamente bien” con la misión encomendada cuando, en la primera de 2018, firmó con Las Palmas. Un poquito más abajo lo explica.
¿Qué es de su vida?
Vivo en Sevilla, mi familia tiene aquí su residencia. Hago lo normal cuando uno no trabaja: seguir todo con mucha atención, estar al día, estar al tanto de todo. Poco más puedes hacer.
Y recuperar tiempo perdido con la familia, supongo.
Sí, claro. Piensa que, en los casi cuatro años que viví en Gran Canaria, mi hija estuvo aquí (en Sevilla). Este oficio tiene esa pega. Alguna tenía que tener porque es un trabajo vocacional (sonríe). Todas las cosas negativas las llevas con gusto.
Este domingo se enfrentan dos de los equipos, Betis y Las Palmas, en los que más tiempo ha estado entrenando. Uno se imagina que no deja de ser un duelo especial para usted.
Por supuesto que lo es. A nadie le sorprende si digo que, obviamente, a mí me acerca todo al Betis. He pasado más de 10 años en esa casa. Por todos los amigos y lo vivido allí, siempre le deseo lo mejor. Por otro lado, la Unión Deportiva Las Palmas y su equipo actual son muy especiales para mí. Tiene a un montón de chavales a los que considero hijos míos deportivos y que se han curtido, crecido y pasado por el largo camino del aprendizaje conmigo durante todo ese tiempo, y ahora son magníficos futbolistas.
En el legado que usted dejó en Las Palmas llama la atención que los cuatro jugadores con más minutos de la UD hasta el momento (Valles, Sergi Cardona, Kirian y Álex Suárez) debutaron en el primer equipo con Pepe Mel en el banquillo. ¿Qué le dice esta estadística?
En primer lugar, y que no quepa duda, que todo el mundo lo sepa: es mérito de ellos. No quiero atribuirme nada ni que nadie me tache de prepotente o algo peor. Ellos tienen todo el mérito. Lo que yo hice fue ponerles en el camino, darles la oportunidad, enseñarles lo poco o mucho que sé de fútbol e intentar mejorarlos. Seguramente el peaje de ese aprendizaje lo pagué yo. Disfruté y padecí con ellos. Ahora son mucho mejores y dan el 100% de lo que tienen.
Usted también le dio la alternativa a Alberto Moleiro, como a Pedri en el verano de 2019. ¿Qué le llevó a darles tanta importancia en los esquemas de un equipo profesional a dos pibes que no eran más que juveniles?
En primer lugar, tiran la puerta a golpes. No hace falta abrirla, ellos solos la tiran. A veces es muy difícil ponerle puertas o muros al campo. Hay que dejar que pase el aire fresco y darle salida a esa savia nueva que viene. Creo que el mérito del entrenador de un primer equipo consiste en eso: en dar oportunidades a la gente que la pide y la merece. Tanto Moleiro como Pedri, siendo para mí dos futbolistas muy diferentes, es lo que hicieron con 16 años.
En Heliópolis se verán las caras el séptimo clasificado (Betis) contra el siguiente (Las Palmas). Dos equipos que aman tener el balón. ¿Qué tipo de partido espera?
Por la forma de encarar los partidos de uno y otro preveo un duelo bonito para el espectador. Aquella persona neutral a la que no le importe quién gane o pierda seguramente se puede sentar en el sillón y disfrutar. Creo que el Betis, en su casa, tiene un fútbol alegre. A veces raya la brillantez. Las Palmas es muy segura en todo lo que hace, con un camino claro en su forma de jugar. Lo lleva a rajatabla y le está dando réditos.
Por toda su experiencia pasada, y además relativamente reciente, conoce muy bien a la actual UD Las Palmas. ¿Le ha sorprendido que, 13 jornadas después del comienzo liguero, esté ya 11 puntos por encima del descenso?
No porque sigue manteniendo el aura y la fuerza, y se deja arrastrar por la vitalidad que trajo de Segunda. La Primera División es una nueva experiencia para el 80% de sus futbolistas, y eso es lo que se ve en cada partido. Todo lo que haga ahora es fantástico y magnífico porque, generalmente, tanto en Primera como en Segunda, y te lo dice alguien que en Primera ha estado tantos partidos (160), las segundas vueltas son duras y es donde hay que reafirmar todo. Creo que Las Palmas está preparada.
Se trata de ser más hormiga que cigarra.
Entiendo que no hay que pensar en eso. Igual que creo que no hay que pensar en cotas más brillantes, tampoco hay que hacerlo en negativo. Hay que competir día a día, seguir haciéndolo igual. La puntuación te lleva. Lo que está haciendo ahora es lo idóneo. No escucho a nadie de Las Palmas pensar más allá de lo que están haciendo ni en negativo ni en positivo, y eso es lo correcto.
Cuando usted se marcha de la UD no es que el equipo estuviera precisamente mal (octava, a tres puntos de los playoff). ¿Qué fue lo más le dolió de aquella salida a finales de enero del año pasado?
Con mi experiencia de tantos años en la élite, en el fútbol profesional no te sorprende nada, siempre hay algo nuevo. Sinceramente, la gente que comandaba el club pensaba que era el momento idóneo para dejar yo ese proyecto, y nada más. Recuerdo muy bien que, cuando firmé por Las Palmas, lo que me pedía el presidente, que al fin y al cabo es el dueño del club, era formarle un equipo, a ser posible con gente de la tierra, que optara y compitiera por el ascenso en un mínimo de tres años. Creo que lo hice perfectamente bien. ¿Que me hubiera gustado completar ese trayecto? Pues sí, obviamente. Pero me siento orgulloso de lo que hice, de lo que veo y de toda la serie de futbolistas que antes hemos nombrado y que recorrieron conmigo ese trayecto. Evidentemente eran jugadores que entonces no tenían oficio, estaban empezando en el fútbol profesional, y ese trayecto lo disfruté y lo padecí.
Hablamos de futbolistas, pero también de personal de su confianza como David Gómez, preparador físico, y José Yepes, entrenador de porteros. Ellos también siguen en Las Palmas.
Era lo justo. Son dos buenísimos trabajadores y ahora están muy a gusto allí. No veía justo que, por el hecho de que yo saliera, ellos también tuvieran que hacerlo. Con David Gómez estuve 12 años con él como preparador físico y mano derecha. Me alegra ver que las cosas van bien y que él también contribuye a ese éxito. Es fútbol. La gente no que sabe de este deporte o no lo quiere no lo entiende pero para los que sí que estamos en esto, cuando dices “es fútbol” eso lo resume todo.
Su experiencia más dura como entrenador la vivió con Miki Roqué en el Betis, cuando falleció a causa de un cáncer. El año pasado, uno de sus futbolistas legados, Kirian Rodríguez, anunció que padecía un linfoma de Hodgkin. ¿Cuántas cosas se le removieron? Tuvo que ser muy jodido…
Exacto. Creo que lo has resumido bastante bien. Tuve esa experiencia traumática. Más, imposible. Ver cómo a un chico súper joven se le va la vida y tener que compartir esa experiencia con sus padres y vivir el día a día durante unos meses sabiendo que el final es el que todos pensamos, es muy duro. Gracias a Dios la historia de Kirian ha sido muy diferente. Creo que ese es el mayor logro está consiguiendo esta temporada, no lo hay mayor. Por lo tanto, para mí, que he estado con él tanto tiempo y le he visto en el día a día, es una alegría.
Ahora también tiene más tiempo para escribir. ¿Para cuándo la siguiente novela?
Siempre escribo (se ríe). Imagino que para el año que viene. Pero que quede claro que no es mi profesión. Lo disfruto mucho, pero no es mi profesión (ríe).
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